El esquema de la relación bilateral en materia de combate al narcotráfico “está agotado”, dijo el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, a un grupo de senadores mexicanos, el pasado 11 de marzo. Lo que es peor, les advirtió que venían tiempos de mayor violencia fronteriza, lo que representaba una amenaza para la seguridad interna de Estados Unidos.

“Estados Unidos tiene una idea geopolítica que rebasa con mucho nuestra estrategia casera. Es más agudo que otros, sabe a lo que viene y está consciente de que México es la frontera más importante y la más peligrosa para Estados Unidos”, dice el senador Ricardo Monreal, del PT.

El embajador estadounidense entregó a los senadores mexicanos un reporte que anticipa la siguiente fase de la Iniciativa Mérida: dotar a los cuerpos federales mexicanos de “nuevas tecnologías que aumenten su movilidad, comunicaciones y capacidades técnicas para enfrentar a los narcotraficantes con efectividad”, así como de “tecnologías avanzadas y sistemas de comunicaciones seguros que permitirán a las autoridades mexicanas mejorar la obtención y almacén de datos y el intercambio de información”. La administración de Barack Obama pretende reducir el consumo de drogas en su propio territorio, para lo que destinará 5600 millones de dólares en el año fiscal 2011. Con 20 millones de consumidores domésticos de drogas, el problema del narcotráfico es Estados Unidos. Aun así, los costos de la guerra contra el narcotráfico los está pagando México. El presupuesto global que Estados Unidos destinará para combatir el narcotráfico en su territorio será de 15 mil 500 millones de dólares. Sin embargo, esta cifra palidece frente a los más de 200 mil millones de dólares anuales que produce el narcotráfico.