Viernes, 15 de junio de 2012 | Hoy
EL MUNDO › CIERRE DE CAMPAÑA PARA LOS COMICIOS DEL DOMINGO
Por Eduardo Febbro
Desde Atenas
La coalición de la izquierda radical griega cerró anoche su campaña electoral con un acto multitudinario en el centro de Atenas. Syriza enfrenta este domingo en las urnas al otro partido que lo iguala en intenciones de voto, la alianza conservadora de Nueva Democracia liderada por Antonis Samaras. Sin embargo, los sondeos no muestran una tendencia determinante a favor de uno u otro, tanto más cuanto que ambos, Samaras para Nueva Democracia y Alexis Tsipras (foto) para Syriza, modificaron sus respectivas posiciones respecto de la permanencia de Grecia dentro de la Zona Euro y el futuro del paquete de austeridad impuesto por la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional a cambio de la ayuda que recibió Atenas.
Alexis Tsipras se corrió hacia el centro y Antonis Samaras hacia la derecha. Tsipras denunció hasta no hace mucho el plan de rigor (llamado “protocolo”), propuso su anulación y el no reconocimiento de la deuda griega. Hoy, a las puertas del poder, el líder de Syriza evoca una “renegociación” del protocolo. Antonis Samaras procedió igual, pero al revés. Samaras fue el defensor acérrimo de ese plan, el abanderado del cumplimiento de cada uno de sus términos. Ya no. Samaras, obediente soldado del europeísmo y del respeto de los compromisos, reorientó su discurso hacia el del jefe de la izquierda radical. Los dos dicen al unísono que la “renegociación” de dicho plan es una condición absoluta para salir de la crisis.
La estrategia conservadora consistió en decir que si Syriza ganaba vendría el caos porque la coalición de izquierda sacaría a Grecia del euro. “Lo que está en juego en esta elección ha quedado claro: euro o dracma”, sentenció Samaras. Tsipras le respondió diciendo que haría todo lo que está a su alcance “para mantener a Grecia dentro del euro”. Esa es en todo caso la opción mayoritaria en la opinión pública. Un sondeo de opinión difundido hace una semana muestra que el 87 por ciento de los griegos quieren permanecer en la Zona Euro. La certeza de esa opción y las elecciones de este domingo 17 se inscriben en un escenario de patético naufragio económico, político y social. El país no sabe a qué atenerse. La gente vació los supermercados en previsión de una crisis mayor y los bancos vieron sus cajas vaciarse a razón de 800 millones de euros por día, reinvertidos en dólares, bonos alemanes o protegidos bajo el colchón. Las encuestas aún no despejan un claro vencedor y nada dice que Grecia no vuelva a encontrarse en la misma situación que el pasado 6 de mayo. Después de las elecciones legislativas celebradas ese domingo, ningún partido salió con una mayoría suficiente para gobernar. Sin embargo, analistas y comentaristas adelantan hoy una hipótesis plausible: la victoria de los conservadores. El análisis se basa en el perfil de la consulta de este 17 de junio. Varios analistas señalan que si las elecciones del 6 de mayo fueron la consulta de la rabia, las de este domingo serán las del miedo: a irse del euro, a que la salida implique una caída mayor y vengan otros “protocolos” (el plan de rigor de la troika UE, BCE y FMI).
Quedan sobre la mesa dos planteos claros y convergentes en un punto: Nueva Democracia reconoce que el famoso “protocolo” que acarreó el plan de austeridad firmado por el gobierno anterior sacrifica el crecimiento y, por consiguiente, no da lugar a que se pague la deuda. Las medidas de austeridad impuestas desde 2010 agravaron la recesión con un retroceso del PIB de 6,9 por ciento en 2011. Antonis Samaras propone una “renegociación amistosa” de ese plan. Eso es la copia casi exacta de lo que Alexis Tsipras viene proponiendo desde que cambió de orientación. Tsipras pone el acento en la palabra “renegociación” y le agrega una propuesta nueva: un programa destinado a impulsar el crecimiento. El carismático jefe de la izquierda radical planteó cinco medidas inmediatas: el fin de los despidos en la función pública, aumento del salario mínimo (de 480 a 700 euros), reactivar las convenciones colectivas, anular las deudas de los hogares asfixiados y suprimir el controvertido impuesto a los bienes inmobiliarios. Las medidas hacen soñar a parte de un país decapitado por los recortes y los pagos atrasados de los salarios. Sin embargo, Tsipras no dice de dónde sacará el dinero para financiar esas medidas. Grecia tiene las cajas vacías. El 20 de julio el Estado se queda sin fondos. La Bolsa de Atenas, en todo caso, apostó por una victoria conservadora. Un ramo de sondeos secretos que vaticinan la victoria de Nueva Democracia levantaron los índices bursátiles en los últimos días.
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