EL MUNDO › HABLA RODOLFO MATTAROLLO, DE DERECHOS HUMANOS

“Aristide redistribuyó sueños”

La base de la actual situación en Haití es la exclusión y la violencia estructural que vive desde hace 200 años. Jean Bertrand Aristide, el primer presidente elegido democráticamente, es un líder populista arcaico. A diferencia de otros populismos, donde había una redistribución del ingreso, Aristide solamente podía redistribuir sueños. Así explica la crisis haitiana Rodolfo Mattarollo, actual jefe de gobierno de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, quien estuvo en Haití entre 1995 y 2000 como director ejecutivo adjunto de la Misión de la ONU y la OEA de Derechos Humanos. Página/12 lo entrevistó.
–¿Qué factores hay que tener en cuenta para entender lo que está ocurriendo hoy en Haití?
–Lo esencial en Haití es la violencia estructural. Los analistas ponen el acento en la violencia de Aristide y las bandas armadas y olvidan que el país vive sumergido en una violencia estructural desde hace 200 años que tiene como base a una oligarquía concentrada y sectores desposeídos. Los analistas no señalan a los sectores concentrados conformados por banqueros, dueños de hoteles y estaciones de servicio y poderosos abogados que viven en Haití la mitad del año y durante la otra mitad viven en Miami o Montreal. Son los que financiaron el golpe de Cédras en 1991. Además es importante tener en cuenta que Jean Bertrand Aristide es el primer presidente elegido democráticamente.
–¿Cómo está formada la oposición política del actual presidente?
–La oposición política está conformada por el Grupo de los 184, que es un grupo conformado por gente de negocios, abogados de grandes empresas. Su vocero, Apaid, apoyó el golpe de Cédras. Por otra parte, está la Coalición Democrática, con un programa social democrático progresista. Esta agrupación está liderada por el ex alcalde de Puerto Príncipe, Evans Paul, y Gerard Pier Chard, ex dirigente del Partido Comunista.
–¿Cuál es el origen de la crisis política?
–Cuando Aristide es reestablecido en el poder en 1994 mediante una operación multinacional, busca completar su mandato y además sumar el tiempo que estuvo exiliado, en contra de los deseos de la comunidad internacional y los aliados democráticos. Este es el origen del bloqueo político del país. Por lo tanto, la crisis es anterior a las elecciones de 2000, en las que Aristide es acusado de haber hecho fraude. Es en este momento que la alianza entre Aristide y los partidos políticos democráticos comienza a erosionarse y surge una lucha por la hegemonía y se rompe la alianza. Por otra parte, la ayuda externa se congela en 1996; es fundamental tener en cuenta que estamos hablando de un país que depende en dos tercios de subsidios externos. En este momento comienza la cuenta regresiva. Es decir, cuatro años antes de las cuestionadas elecciones legislativas. Al mismo tiempo comienzan a erosionarse las libertades democráticas.
–¿Cómo caracterizaría a Jean Bertrand Aristide?
–Aristide es un líder populista arcaico. Para ser más claros: en la Argentina el populismo se centró en la resdistribución del ingreso. En Haití, Aristide solamente podía redistribuir sueños. Es un dirigente carismático, sobreviviente de tres atentados. Sus seguidores fueron asesinados de las formas más horrendas y fueron las principales víctimas de Cédras. Pero luego aceptó individuos que cometieron abusos y perdió credibilidad y transparencia. Sin embargo, es importante remarcar que la violencia estructural es la base de la situación, el problema principal es la exclusión. Haití tiene el mismo tamaño que la provincia de Tucumán, y de una población de 8 millones, solamente 100.000 habitantes tienen empleo formal.
–¿Qué me puede decir de la oposición armada?
–Nos tocó conocer bastante de cerca a esos elementos. Por ejemplo, Louis Jodel Chamblain fue procesado en ausencia por el asesinato de Antoine Ismery, un empresario libanés que apoyaba la democratización. Fue asesinado el 11 de septiembre del ‘93 en una iglesia céntrica cuando se celebraba un oficio en conmemoración a un ataque en una iglesia en donde se había tratado de matar a Aristide cinco años antes; en este atentado murieron 69 personas. Ismery fue arrancado de la iglesia y asesinado en la vereda de la iglesia delante de efectivos de la ONU. Fue un hecho sin precedentes. En 1995 fue el juicio criminal por asesinato. Hoy, este personaje es uno de los principales jefes de la insurrección armada. Otro personaje es Jean Tatoune, que fue procesado y condenado a cadena perpetua por la masacre de Raboteau, un barrio pobrísimo de la pobrísima ciudad de Gonaives, el mismo lugar donde comenzó el levantamiento. Hoy aparece dirigiendo la insurrección, lo cual causa alarma en los organismos internacionales de derechos humanos.
–¿Cuáles son las perspectivas del país?
–Hay enormes dudas sobre si la oposición civil dividida en dos alas pueda usufructuar una situación dirigida por violadores de derechos humanos. La oposición civil difícilmente pueda hegemonizar el proceso frente a las bandas armadas. El futuro es preocupante. La comunidad internacional debe hacerse cargo de los problemas de Haití y asumir sus responsabilidades.
Reportaje: Ximena Federman.

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