EL MUNDO
“Busquen a mi hijita de tres años, la perdí”
Por R. Fraguas *
Desde Madrid
Nitxa es una joven madre ecuatoriana que yace tendida en el suelo. La acaban de envolver en una manta clara. Tiene una gran herida en la sien izquierda y se queja de fuertes dolores en el pecho y los hombros. Vive en la calle de Calera, en Vallecas, según dice con voz queda. “Iba con mi niña, de tres años. La llevaba en mis brazos, sin carrito. Se llama Jennifer Fajardo Arrojo.”
–¿Es rubia, trigueña?
–No, es morena, con el pelito rizado.
–¿La llevaba en cochecito?
–No, la vestía con una casaquita rosa –comenta con los ojos detenidos en un punto detrás de los ojos de quien la mira. Es un gesto grave, de tristeza–. Busquen a mi hijita, por favor.
Un hombre maduro la toma de la mano. “La estamos buscando”, le dice. Ella le pide el teléfono móvil para informar a su marido.
–Milton, cariño –le dice con mucha pena–, no encuentro a la niña, viajaba en mis brazos... Qué pena tan grande. ¿Dónde estoy? No lo sé. Un señor acá dice que es un polideportivo, pero yo no lo sé...
Los traslados de los heridos se realizan con extrema lentitud. No hay asomo de coordinación. Hasta pasadas las diez, no comienzan a llegar camillas con ruedas. Las plataformas de asiento de varios bancos metálicos, que alguien, presumiblemente los bomberos, han cortado, sirven para trasladar a algunos heridos.
Nitxa espera casi dos horas hasta que es trasladada a una ambulancia, una vez que lo decide Carlos Blanco, uno de los escasos médicos que ha de atender más de 70 heridos del atentado –cinco de ellos murieron ya aquí—, echados sobre el pavimento del polideportivo.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.