EL MUNDO › LA CANTIDAD DE BAJAS FATALES LLEGO A 360
El terror que da paso a la furia
Por A. O. *
Desde Beslán, Osetia del Norte
El número de muertos en la peor atrocidad terrorista desde el 11/9 trepó ayer bien arriba de los 300, mientras el presidente Vladimir Putin calificaba la toma de la escuela número 1 de Beslán como parte de “una guerra a máxima escala” contra Rusia por el terrorismo internacional y formulaba una rara admisión de debilidad. Putin habló a la nación mientras cientos de personas desesperadas en Beslán rogaban a las autoridades información que los ayudara a encontrar a sus seres queridos más de 24 horas después del sangriento desenlace de la toma.
“Sólo quiero encontrar a mi hija”, dijo una mujer a un funcionario. “Se lo ruego. ¿Cuántos días hemos esperado ya?” El número oficial de muertos, de acuerdo con el ministro regional de Situaciones de Emergencia Boris Dzgoyev, era de 323, incluyendo a 156 chicos. Fuentes médicas dijeron que más de 542 personas, incluyendo a 336 chicos, habían sido hospitalizadas después de que la crisis terminara en medio de explosiones y fuego de armas, pero los funcionarios han dado informes contradictorios todo el tiempo. Algunas estimaciones sitúan el número de muertos en torno de 360.
La cantidad de secuestradores era otro misterio. Dzgoyev dijo que 35 hombres y mujeres con explosivos y armamentos habían sido “eliminados” después de la batalla de 10 horas que estalló después de la 1 de la tarde del viernes. Previamente, un alto funcionario de seguridad había dicho que había sólo 26 terroristas, y que todos habían sido muertos. Anteriores afirmaciones de que tres habían sido capturados, y que otros tres o cuatro habían escapado, parecieron haber sido olvidados.
Putin, que realizó una visita relámpago al amanecer a la localidad ubicada en la lejana provincia sureña de Osetia del Norte, dijo a los rusos ayer: “Mostramos debilidad, y los débiles son atacados. No hemos mostrado suficiente comprensión de la complejidad y el peligro de lo que está ocurriendo en nuestro país y en el mundo”. El presidente ordenó el cierre de las fronteras de la región caucásica para buscar a los atacantes y anunció una reestructuración de los militares, fuerzas especiales y servicios de emergencia, afirmando: “No hemos sido capaces de reaccionar (ante los secuestradores) de manera adecuada”. Muchos detalles de la toma de tres días, incluyendo su final sangriento y caótico, seguían oscuros anoche. Entre las preguntas sin respuesta se encontraba la identidad de los secuestradores, aunque funcionarios rusos fueron rápidos en vincular el ataque con la sangrienta guerra en la vecina Chechenia, así como a grupos terroristas internacionales, entre informes de que había al menos nueve árabes entre los secuestradores.
Había un considerable enojo contra las autoridades ayer por haber reducido la cantidad de muertos y heridos y la cantidad de personas en la escuela en los primeros momentos. Las autoridades habían afirmado que había 354; la verdadera cantidad resultó ser más próxima a las 1200. Kostya, un taxista, habló por muchos al decir: “Nos están engañando, nos han estado engañando todo el tiempo. ¿Por qué nos mienten?” Beslán, una ciudad de 30.000 habitantes, estaba tranquila anoche mientras los cientos de personas que se habían reunido en las esquinas por tres días las abandonaban, sea para buscar a sus seres queridos o para ayudar a los sobrevivientes a reconstruir sus vidas. El centro cultural de la ciudad, que había actuado como un improvisado centro de recepción, estaba desierto.
En la cercana ciudad de Vladikavkaz, cientos de personas hacían cola a la entrada de la desbordada morgue para la horrenda tarea de identificar a sus familiares. Docenas de camillas de campaña yacían en el exterior con cadáveres en ellas, con la piel del color de la leche en polvo. La mayoría eran chicos y mujeres, cuerpos desnudos cubiertos con plástico negro. Acompañados por enfermeras, los familiares caminaban por las filas de cadáveres, sosteniendo pañuelos o máscaras contra sus rostros para combatir el hedor.Una mujer rogó a un funcionario que la ayudara: “Le ruego. Quiero saber dónde está mi nene. ¿Cuántos días hemos esperado? Mis nervios están destrozados. Necesito saber”. Funcionarios locales colocaron listados detallados de nombres, direcciones y edades de los desaparecidos, en un intento de apaciguar a familiares furiosos. En sólo una de las listas había 38 nombres, casi todos chicos de entre 6 y 11 años.
En el hospital principal de Vladikavkaz, uno de los varios que están tratando las heridas por armas de fuego y quemaduras entre las víctimas, el médico en jefe, Uruzmag Dzhanyev, dijo que 250 chicos estaban siendo atendidos. “Muchos chicos, incluso los que viven, serán inválidos. Algunos no tienen ojos.” La rabia entre los familiares también estaba dirigida al presidente. “Putin vino aquí a las 4 de la mañana. No vio a nadie y no habló con nadie. Sólo quería mostrar al mundo lo joven y buen mozo que es, pero no ha ayudado y no va a ayudar, y no puede impedir que esto ocurra de nuevo.” “Su visita fue un truco publicitario”, dijo Zoya, que no puede encontrar a su sobrina. “Deberían haber hecho todo lo posible para evitar que un chico muriera, pero no lo hicieron.”
En su discurso, Putin dijo: “Algunos quieren sacarnos un pedazo de piel fresca... otros los están ayudando, dando por sentado que Rusia, siendo una de las potencias nucleares más grandes del mundo, todavía representa una amenaza para ellos. Y que la amenaza debe ser eliminada. El terrorismo es un instrumento para lograr esos objetivos”. Los terroristas estaban tratando de aterrar a Rusia con su brutalidad, dijo Putin, “para fracturar la sociedad y paralizar la voluntad del pueblo”. Agregó que no seguirá siendo posible para la gente continuar con su “despreocupado estilo de vida”. Y urgió a los rusos a no ceder al chantaje ni a la intimidación.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.