EL MUNDO › HACIENDO COMICIDAD CON LOS CANDIDATOS DE EE.UU.
La risa, la mejor campaña
Por E. F.
Desde Miami, Florida
John Stewart nunca pensó que se convertiría en el hombre político más influyente entre los jóvenes norteamericanos. Tampoco creyó que alguna vez pudiera tener algo que ver con la política. Stewart era, hasta antes de las elecciones, un cómico como cualquier otro. De lunes a jueves, John Stewart anima el Daily Show, una emisión cómica que se transmite a las 11 de la noche en el canal de cable Comedy Central. Media hora de bromas presentadas a partir de una fórmula ya consagrada: el falso informativo. El hombre es genial. Stewart realiza una suerte de relectura de las imágenes de la actualidad y, mediante una serie de muecas y de gestos insólitos, las carga de un valor o de un sentido que los periodistas no vieron. El cómico juega hábilmente con el choque entre las imágenes. Es capaz de montar una secuencia con George W. Bush presentándose a sí mismo como el candidato “de la seguridad y la esperanza” pegada a otra donde Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa norteamericano, aparece hablando de atentados nucleares contra las ciudades más importantes de los Estados Unidos. Desde luego, John Kerry no escapa a la burla. Stewart golpea a todos por igual.
Con esas bromitas y títulos como “Indecisión 2004”, “Mess O’Potamia” o, más atrevido, “2004 Fiasco Preview”, Stewart se convirtió en un fenómeno político. Un millón de telespectadores diarios, en su gran mayoría jóvenes que, confiesan, encuentran en el Daily Show su más fiable fuente de información. El 21 por ciento de los jóvenes que tienen entre 18 y 25 años sigue la campaña electoral a través de la emisión de Stewart y de otra, igualmente cómica, emitida por ABC. No por nada fue en el programa de Stewart donde el senador John Edwards anunció que acompañaría a John Kerry en la fórmula presidencial. El hombre tiene tanto prestigio e influencia que Kerry aceptó ser entrevistado por el cómico en agosto pasado.
Colmo de la paradoja para los pedantes y suficientes periodistas de la televisión norteamericana, sobre todo los “especialistas” y comentaristas políticos, la Televisión Critics Association le otorgó al programa de Stewart el premio al mejor programa de información.
Pese a que ha declarado que votará por el candidato demócrata Kerry, Stewart ha inventado una fórmula que molesta a los periodistas oficiales del sistema político norteamericano. Como ocurre en casi todas partes del mundo, los “analistas periodistas” patentados suscitan tantas admiraciones como rechazos. El fenómeno del Daily Show no ataca tanto a la clase política como a sus comentaristas oficiales. Los universitarios que estudian el fenómeno Stewart señalan que el cómico inventó una suerte de quinto poder, un ente cómico de control que supervisa y se burla del sacrosanto cuarto poder.