EL MUNDO › LAS CLASES MEDIA Y ALTA ACUDIERON AL ACTO DE MESA
La marcha de la gente bien
Por P. S.
Desde La Paz
La apuesta de Carlos Mesa a movilizar a los sectores sociales que apoyan su gestión resultó en una concentración con sabor a poco en la céntrica Plaza Murillo de La Paz, normalmente vetada para concentraciones populares. Mientras continuaba el clima de incertidumbre política y social, unas 5000 personas concurrieron a expresarle su respaldo al mandatario y a “rechazar los bloqueos”, con banderas bolivianas y pañuelos blancos. Sin embargo, el gobierno, algunos medios y los propios manifestantes se entusiasmaron con “una plaza llena a rebasar”.
Pese al carácter espontáneo que se le intentó atribuir al acto, para no dejar su éxito librado al azar se incentivó la movilización de empleados de la administración pública con un oportuno asueto de una hora y se llegó a un acuerdo con el sindicato que agrupa a los gremiales (vendedores de mercado, el más grande de La Paz) aliados del actual alcalde, Juan del Granado. Adicionalmente, concurrieron gerentes y empleados de bancos y empresas privadas, quienes también contaron con permiso, y estudiantes de universidades privadas. “No a los bloqueos, sí al turismo y al trabajo”, rezaba una pancarta del Hotel Europa. Los grandes manchones de manifestantes de clase media y alta contrastaban con los sectores de la plaza poblados por “cholas”, convocadas por la federación de gremiales. “Pocas veces se ve tanta gente de traje y corbata en una concentración callejera”, decía uno de los periodistas que cubrían el acto.
Los cantos contra Evo Morales eran constantes. “Evo, Bolivia no te quiere”, “Evo alcahuete”, coreaban con entusiasmo los manifestantes. Para pasar inmediatamente a un rítmico pedido de “mano dura”. “Estamos hartos de los bloqueos, llegamos a un punto de quiebre, se necesita mano dura”, sintetizó ante Página/12 una empleada pública de unos 30 años; aunque eso “no necesariamente significa matarnos entre hermanos”, matizó de manera algo forzada ante una pregunta acerca del alcance de su propuesta. “Vengo aquí a expresar mi derecho a caminar tranquila, que también es un derecho humano”, agregó una señora rubia, bandera en mano, que dijo venir de la acomodada zona sur de La Paz.
Poco después del mediodía, el mandatario salió al balcón, vestido con un impecable traje oscuro y corbata celeste y con una bandera boliviana con un crespón blanco. “Bolivia está hoy aquí y en cada rincón del país diciendo ‘sí a la paz, no a los bloqueos, no a los bloqueos’”, repitió entusiasta, con cierto tono de predicador, una docena de veces. “El país, que ha tenido la paciencia de aguantar a unos pocos, ha dicho basta.” Consciente de que sus apelaciones a la tolerancia contrastaban con el ánimo de los manifestantes, Mesa enfatizó: “Yo sé que ustedes piden mano dura (y todos comenzaron a gritar “mano dura”, “mano dura”), transformemos mano dura en mano justa”. “Mano justa a quienes bloquean Bolivia y quieren que esta bandera deje de flamear”, continuó, señalando la enorme insignia boliviana que embandera el edificio del Parlamento. Luego del discurso, los manifestantes consultados reemplazaron rápidamente la mano dura por una mano justa más políticamente correcta, aunque alguno se animó a decir: “La mano justa está bien, pero a veces no funciona”. La situación cambiaba al otro lado de la plaza, donde los gremiales –de origen indígena– destacaban que “no se trata de desbloquear por la fuerza, sino mediante el diálogo”. “No tenemos nada que ver con ellos (los de clase media)”, aclaró una señora de pollera ante la consulta de este diario.
Para el presidente de la Cámara de Industria de La Paz, Eduardo Peinado, presente en la plaza, “los representantes de la cúpula empresarial se alinearon en apoyo a Mesa, para evitar los bloqueos, aprobar una ley de hidrocarburos ‘viable’ y convocar a la Asamblea Constituyente”. “Lo de mano dura o mano justa es un juego de palabras, lo importante es gobernarcon la ley en la mano”, remató. ¿Cuál es su rubro?, le preguntó este diario al empresario antes de concluir el diálogo: “Soy gerente de Coca Cola”, respondió con una sonrisa.