Lunes, 10 de abril de 2006 | Hoy
EL MUNDO › COMO SON LAS ESPOSAS DE LOS DOS GRANDES RIVALES EN LA ELECCION
Por Peter Popham *
Desde Roma
Si Romano Prodi reemplaza a Silvio Berlusconi como primer ministro de Italia esta semana, una cosa no cambiará: el premier italiano será un hombre independiente. La esposa, los hijos y los nietos quedarán no sólo en segundo plano sino a kilómetros de distancia. Flavia Franzoni, la esposa de Romano Prodi, se mantendrá tan discreta e invisible como lo fue la esposa de Berlusconi, Veronica Lario, durante los cinco años que su marido estuvo en el poder. En parte éste es el estilo del sur europeo: la costumbre angloamericana de hacer desfilar a la esposa y a los hijos y tenerlos permanentemente a mano está considerada por la gente del sur de mal gusto y como un insulto hacia las mujeres. Pero también es una reflexión sobre la naturaleza de dos mujeres cuyos esposos están por (si los sondeos son confiables) intercambiar lugares.
Sobre la superficie, estas dos esposas no podrían ser más diferentes: Veronica, la ex actriz de películas de terror, la voluptuosa rubia con los carnosos labios y cuyos pechos al descubierto, en una obra llamada El Magnífico Cornudo, provocaron que el prometedor magnate fuera detrás del escenario y le prometiera casamiento, y poco después, la instalara en un departamento al lado de su oficina (ya estaba casado y con dos hijos); y Flavia Franzoni, la morocha de ojos grandes y chispeantes y cejas dominantes, la mujer que conoce a Prodi desde su infancia, una experta en economía como él y que está considerada como su asesor político más cercano. Sin embargo, tienen un sorprendente número de cosas en común. Las dos tuvieron la fortaleza de espíritu para mantener el control de su mundo mientras sus ambiciosos hombres partieron en busca de sus destinos. Cuando Prodi fue a Roma para convertirse en primer ministro y, luego, a Bruselas para asumir como presidente de la Comisión Europea, Flavia se quedó atrás en su departamento de Bologna.
“Defiendo con uñas y dientes nuestros lazos con Bologna”, escribió Flavia. “Vivimos en la misma casa desde que nos casamos... Yo quise continuar viviendo en Bologna cuando Romano trabajaba en Roma y en Bruselas... Fue un sacrificio, pero nuestra vida familiar se mantiene intacta, a pesar de la creciente fama de Romano. En Bruselas, Romano se quejaba muchas veces de mi ausencia... pero se convirtió en un mejor cocinero.” Veronica Lario también eligió crear una vida para ella y sus tres hijos, un oasis de calma y de ideas alternativas poco anticuadas, a años luz de distancia del mundo frenético, aunque muy convencional, de su esposo.
Lario nunca le ha abierto las puertas a Hola! aunque se han filtrado detalles pintorescos. Cuando sus hijos eran pequeños, les prohibió mirar televisión. “Para los niños” dijo ásperamente, “la televisión no es una experiencia, es una alienación... desde los ’80 (en otras palabras, desde que la televisión italiana está en manos de Berlusconi) los programas televisivos se han vuelto cada vez más inadecuados para los niños”. Tiene pasión por los vegetales orgánicos. Se convirtió en una experta de la medicina antroposófica, lo que llevó a que enviara a sus tres hijos a los colegios de Rudolf Steiner. Años después, uno de sus hijos decidió estudiar filosofía en la universidad –provocando la ira de su padre–.
Las características de las dos mujeres no podrían ser más diferentes, en otras palabras, pero a nivel temperamental puede que no difieran tanto. Si Silvio Berlusconi y Romano Prodi fueran abandonados en la misma isla desierta, el primero seguramente mataría, cocinaría y se comería a este último en poco tiempo. Pero si lo mismo pasara con sus esposas, uno sospecharía que se podrían llevar bastante bien.
La creencia de que la discreta Veronica Lario es en realidad un poco “progre” ha ido creciendo en Italia en los últimos años. La idea recibió una dramática confirmación en febrero de 2003, semanas antes de la invasión a Irak, cuando Veronica dio la primera entrevista política de su vida a una revista de izquierda. A pesar del apoyo de su esposo a la guerra, utilizó la entrevista para elogiar a los opositores. El movimiento por la paz, aseguró, “sirve para volver a despertar nuestras conciencias... Estas demostraciones merecen respeto. Si no sucedieran, estaríamos viviendo en un desierto espiritual”.
La votación en las elecciones generales italianas termina a las tres de la tarde de hoy. ¿Es posible que tanto Flavia Franzoni como Veronica Lario voten al esposo de Flavia? Y, ¿podría esto explicar el carácter explosivo de Silvio Berlusconi de la última semana?
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Laura Carpineta.
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