El primer ministro británico, Tony Blair, cumplirá con una apretada agenda antes de terminar su mandato el 27 de junio. Ayer se reunió primero en Downing Street con el presidente iraquí, Jalal Talabani. Luego viajó a París para reunirse con el presidente electo de Francia, Nicolas Sarkozy, y con el presidente saliente, Jacques Chirac. Y también anunció que viajará a Washington el 16 y 17 de junio para reunirse con el presidente de Estados Unidos George W. Bush en la Casa Blanca.

Blair se despidió ayer del presidente saliente de Francia, Jacques Chirac, y dio la bienvenida al electo, Nicolas Sarkozy, con quien habló acerca de la construcción europea y los problemas derivados del cambio climático. Blair viajó al día siguiente de anunciar que el 27 de junio dejará de estar al frente del gobierno británico, por lo que su encuentro con Chirac tuvo aire de despedida, ya que el mandatario francés entregará el puesto el 16 de mayo a Sarkozy. Chirac reconoció en la visita el “gesto de amistad” de un político con el que ha coincidido durante gran parte de su mandato, que en el caso del presidente francés empezó en 1995 y en el del líder británico en 1997, pero con el cual había tenido muchas diferencias, empezando por la guerra de Irak.

El encuentro de Blair y Sarkozy se celebró en las dependencias oficiales que sirven a éste de despacho provisional en estos días y llamó la atención el detalle significativo de que a la cita acudió también François Fillon, al que toda la prensa local coincide en señalar como próximo primer ministro francés. Blair mostró una vez más su criticada debilidad por dirigentes del campo conservador. No fue, sin embargo, siempre así: poco después de su llegada al poder, en 1997, el líder laborista forjó lazos más o menos estrechos con el entonces primer ministro socialista francés Lionel Jospin y más tarde con el socialdemócrata alemán Gerhard Schroeder.

Sin embargo, algunos años después, al calor de la guerra de Irak, Blair iba a encontrar nuevas amistades en el otro lado del espectro político: el italiano Silvio Berlusconi y el español José María Aznar. Blair y Berlusconi coincidieron en la boda de la hija de Aznar en El Escorial en el 2002, algo que la izquierda laborista le ha reprochado al primer ministro británico, tanto como que aceptara la invitación de Berlusconi para pasar unas vacaciones en el palacio que éste se había hecho construir en Cerdeña. A esto se suma la solidaridad, para muchos incomprensible, demostrada por Blair para con Bush en la guerra de Irak.