Al cierre de esta edición, la Organización de Estados Americanos (OEA) reunida en Washington no conseguía consensuar una posición entre sus miembros que permitiera avanzar en una solución al conflicto creado entre Ecuador y Colombia por la violación de la frontera por parte del ejército colombiano para asesinar al segundo jefe de las FARC, Raúl Reyes. La mayoría de los países –incluyendo a la Argentina– respaldaron la posición ecuatoriana que exigía una condena explícita a la incursión colombiana. Pero el gobierno de Alvaro Uribe, con el apoyo de Estados Unidos, quiere que se deje constancia de la necesidad de los Estados de defenderse de los ataques del terrorismo. De nuevo la doctrina Bush conseguía entrometerse en los asuntos de la región.

Los cancilleres de América se encontraron ayer en la sede la OEA para conocer los resultados de la comisión que había ido a inspeccionar los países en conflicto y también el lugar donde se cometió el ataque al grupo de las FARC que comandaba Reyes, localizado unos kilómetros adentro de la frontera con Ecuador.

El conflicto ya había sido motivo de tensos momentos que se vivieron en la reciente Cumbre del Grupo Río, en la República Dominicana, donde Uribe y el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se dijeron de todo. Pero luego de varios discursos conciliadores, el encuentro terminó con un apretón de manos entre los protagonistas, lo que pudo interpretarse como una señal de que lo peor había sido superado.

Sin embargo, desde el vamos, quedó ayer en claro que las posiciones no se acercaron gran cosa. Ecuador planteó que la resolución que firmaran los cancilleres declarara la incursión de los militares colombianos como “una clara violación” de los artículos 19 y 21 de la Carta de la OEA, que defiende las soberanías de los estados.

También insistió en que los ministros expresasen su “solidaridad y respaldo al presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa, por una serie de injustificados ataques y agresiones de que ha sido víctima en días recientes, a través de una orquestada campaña mediática”.

A esa supuesta campaña ayer sumaron el blooper cometido por el diario El Tiempo, de Bogotá, se supone que influenciado por el gobierno colombiano, que confundió en una foto a un ministro de Correa con el dirigente comunista argentino Patricio Echegaray. Lo querían acusar de estar conversando con Reyes en la selva colombiana.

Por su parte, Colombia quería que el documento hiciera alusión “al terrorismo” y al hecho de que actuó en legítima defensa. La posición colombiana era a simple vista minoritaria, pero contaba con el inquebrantable respaldo de Estados Unidos, como ha sucedido desde el inicio de este entuerto.

El subsecretario de Estado de Estados Unidos, John Negroponte, quien reemplazó en el encuentro a Condoleeza Rice, de gira por Rusia, aprovechó uno de los numerosos cuarto intermedio de ayer para acercarse a los periodistas y justificar a Uribe. “Creemos que actuaron de una manera justificable; con seguridad entendemos por qué llevaron a cabo” el ataque, dijo Negroponte.

Así las cosas, faltaba que todavía expresaran su postura los países del Caribe anglófilo. En el medio, Canadá intentó una postura intermedia, pero el documento no conseguía el consenso necesario.

Las versiones de documentos iban y venían de los salones donde anoche continuaban reunidos los cancilleres, en cuarto intermedio que se prolongaban sin que se avanzara a ninguna solución.

“No nos vamos de aquí sin una solución”, advertía el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, el más enérgico defensor de la posición ecuatoriana. “De no ser así, la OEA quedaría muy por debajo de lo que se espera de ella”, añadía.

El principio de respeto a la soberanía, la abstención o la amenaza en el uso de la fuerza y la no injerencia en los asuntos de otros Estados son algunas de las cuestiones de fondo que anoche discutían los países americanos, con Estados Unidos buscando la forma de hacer valer su peso en la región.