Lo que no pudo la diplomacia lo consiguió la persuasión de la televisión. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner finalmente recibió ayer en su despacho a Clara Rojas, la ex compañera de fórmula de Ingrid Betancourt y rehén de las FARC hasta el 10 de enero pasado, cuando fue liberada después de seis años de cautiverio. Cuando se reintegraron a la vida civil, Rojas y la legisladora Consuelo González, la otra liberada, anunciaron una gira de agradecimiento a quienes se habían preocupado por su suerte, que tendría una escala en Buenos Aires dada las gestiones realizadas por los Kirchner. Sin embargo, los médicos dijeron que era una mala idea. Hizo falta que apareciera un programa muy interesado en entrevistarla para que Clara Rojas desoyera el consejo y viajara a la Argentina.

Las autoridades locales habían sido puestas sobreaviso la semana pasada, pero no hubo ningún anuncio porque la visita nunca dejó de tener carácter privado, dado que viajaba para una entrevista periodística. Rojas llegó acompañada por su madre, Clara González, y por su hijo nacido en cautiverio, Emmanuel.

“Fue una reunión muy emotiva, muy cálida. Se emocionaron mucho. Clara les agradeció a Néstor Kirchner y a la Presidenta todo lo que hicieron por los secuestrados en Colombia”, sostuvo una fuente de la Casa Rosada. Clara Rojas le dijo que también tenía muchas esperanzas en las gestiones que Cristina Kirchner pudiera realizar el próximo 7 de abril, cuando se encuentre con el presidente de Francia Nicolas Sarkozy a almorzar en el Palacio del Elíseo en el marco de su primera visita a Europa como presidenta.

Justamente, atendiendo un pedido de Sarkozy, Argentina comenzó a tener una participación más activa en el tema, lo que llevó a Kirchner a viajar para fin de año a Villavicencio, en Colombia, para ponerse al frente de una comisión internacional que garantizaría las condiciones de la liberación de Clara Rojas y a Consuelo González. Pero el operativo se frustró y las mujeres recién conseguirían su libertad diez días después.

Cristina le ratificó a Clara Rojas que Argentina no piensa desentenderse del tema y que la intención es seguir interviniendo para conseguir nuevas liberaciones de rehenes en manos de la guerrilla. En especial, le explicó, tiene un compromiso con la familia de Ingrid Betancourt. La Presidenta mantuvo varios encuentros ya –el último de ellos recientemente en Venezuela– con Yolanda Pulecio, la madre de la ex candidata.

Del lado del Gobierno estuvieron ayer junto a la Presidenta, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Rojas estuvo acompañada por su anciana madre, que se mueve ayudada por un andador. Pese a eso, la mujer no aflojó ni un día de los muchos que duró la espera en Caracas hasta que la guerrilla liberó a su hija.

En el encuentro, Rojas contó detalles de su cautiverio. Por ejemplo, contó que el 28 de octubre del año pasado estaba escuchando la radio en la selva colombiana –uno de los pocos gustos que les permiten a los rehenes– y se enteró del triunfo de Cristina Kirchner en las elecciones presidenciales. Que esa noche llegó a soñar que conocía a la Presidenta.

“Ese sueño hoy deja de serlo”, resumió.

Como para distender un poco el ambiente de la reunión, que se había puesto demasiado emotiva y tensa, la Presidenta hizo algunas preguntas sobre el pequeño Emmanuel, que viajó a Buenos Aires pero obviamente no participó del encuentro. A la Presidenta le interesó saber cómo había sido la adaptación del pequeño al grupo familiar luego de haber vivido toda su vida en un hogar infantil en Colombia. “Hablamos de la vida y de los hijos”, comentaría Cristina luego.

Ayer, Clara Rojas dio una entrevista radial y por la noche se presentó en el programa que Chiche Gelblung tiene en el Canal 26. “Dramático testimonio luego de su liberación”, rezaba el título en pantalla mientras la mujer daba algunos detalles de cómo había sobrevivido a sus seis años como rehén de las FARC.