Lunes, 6 de octubre de 2008 | Hoy
EL PAíS › EL GOBIERNO SIGUE DE CERCA LA SITUACIóN ECONóMICA DEL PRINCIPAL SOCIO COMERCIAL
Más que el derrumbe de los mercados internacionales y el crac de Estados Unidos, a la Argentina lo que más le importa es cómo golpea la crisis en el país vecino. Los riesgos comerciales, el impacto sobre las inversiones y el dólar a 2 reales.
Por David Cufré
En el monitoreo de la crisis internacional que llevan adelante el Ministerio de Economía y el Banco Central, la situación de Brasil pasó a ocupar un lugar preponderante. Para la Argentina el problema no es la caída de Estados Unidos y del sistema financiero global, porque el país se desconectó de esos circuitos en 2002, después de la intoxicación que sufrió en los ‘90. Pero en el Gobierno advierten que la eventual polea de transmisión de la debacle de los países centrales es, antes que nada, la relación comercial con Brasil. Paradójicamente, el gobierno de Lula desarrolló en los últimos años una política de seducción de los mercados financieros hasta alcanzar el investment grade (grado de inversión), que lo incorporó al mapa de los destinos posibles para los capitales especulativos que ahora huyen en bandada. El golpe que pueda recibir Brasil es un tema clave para la administración K. El 50 por ciento de las exportaciones industriales argentinas se dirige a ese mercado.
La poderosa Confederación Nacional de la Industria (CNI) brasileña divulgó el viernes un informe que asegura que “la crisis internacional se reflejará en los resultados de la economía a partir del año que viene”, cuando el PIB debería crecer en torno de 3,5 por ciento. Esa estimación marca una caída de casi 2 puntos respecto del nivel esperado para 2008, de 5,3 por ciento. El Ejecutivo es algo más optimista, pero estaría por corregir el Presupuesto de 2009 para reducir de 5,5 a 4,5 su proyección de crecimiento. Cuando Brasil alcanzó hace tres meses el investment grade, el dólar cotizaba a 1,55 real y el índice bursátil de San Pablo se encontraba en los 72.000 puntos. El viernes el dólar cerró en 2,02 reales y el Bovespa se hundió a 44.517 puntos.
“El escenario para 2009 es desfavorable. Son cada vez mayores las evidencias de que otras economías centrales también serán afectadas por la crisis estadounidense”, indica el documento de la CNI. La mayor dificultad será la menor disponibilidad de crédito internacional. “Esa situación –-advierte– ya genera dificultades para la operación de las empresas.” Brasil se jugó desde la llegada de Lula a ganarse la confianza de los mercados, a fin de que sus compañías pudieran acceder a ese financiamiento. En el escenario actual, el crédito está restringido para todos, y eso altera las condiciones de funcionamiento proyectadas.
De todos modos, la central empresaria afirma que la capacidad del país para enfrentar la crisis es mejor que en el pasado, gracias a las elevadas reservas del Banco Central (ligeramente por encima de los 200.000 millones de dólares), “el sustancial superávit fiscal y un sistema de regulación bancario desarrollado”. Además, Brasil cuenta con un banco de fomento muy activo (el BNDS) para atenuar la restricción crediticia externa.
La Argentina destina la mitad de sus exportaciones industriales a Brasil. A ello se agregan commodities agrícolas y manufacturas de origen agropecuario. Una contracción de la economía brasileña enfriaría las ventas. Los sectores con mayor vinculación comercial son el automotor, la alimentación, el siderúrgico (aluminio, acero y derivados) y químicos y petroquímicos, además de múltiples rubros agropecuarios. Varias terminales automotrices radicadas en el país ya anunciaron una reducción en sus planes de producción por la probable disminución en los envíos a Brasil.
Ramiro Albrieu, economista del Cedes especializado en economías latinoamericanas, aclaró en diálogo con PáginaI12 que una eventual baja en las exportaciones no será inmediata. “En materia comercial, reemplazar proveedores o cualquier decisión de fondo demora meses. Los efectos no son inmediatos”, indicó. Esto también se aplica en sentido inverso: frente al riesgo de que se produzca una avalancha de exportaciones brasileñas hacia la Argentina a partir de un real más devaluado. Pero si los impactos comerciales dan margen a las empresas para acomodarse, el deterioro en las condiciones económicas golpea más rápidamente en las decisiones de inversión. Frente a la crisis, no serán pocas las compañías que asumirán una posición cautelosa, sobre todo hasta tener un panorama más claro.
Uno de los economistas del Gobierno admitió que la agenda del Palacio de Hacienda cambió radicalmente a partir del estallido de la crisis internacional: en lugar de la inflación, que se desacelera, en este momento la preocupación para lo que queda del año y para 2009 es el crecimiento y el empleo, que empiezan a verse comprometidos por la situación global. En ello influyen la situación de Brasil, la caída del precio de los commodities y una aversión mayor al riesgo.
En cuanto al temor de los industriales argentinos a que Brasil derive hacia aquí sus mayores saldos exportables, en el Gobierno recuerdan que hace dos años se acordó con ese país el MAC: Mecanismo de Adaptación Competitiva. Es un convenio que permite a los países aplicar el arancel externo común frente a la amenaza de que desvíos de comercio puedan dañar severamente a sectores productivos. Hasta el momento no se utilizó nunca, pero la defensa está disponible. Es la gran diferencia con 1998, cuando Brasil devaluó y la Argentina quedó atada al uno a uno. Esa situación hundió todavía más a la industria argentina. “Ahora la industria local está más madura y la relación cambiaria todavía nos favorece”, evaluó el economista Dante Sica, de Abeceb.com, también especialista en cuestiones del Mercosur. “Todavía hay que esperar la resolución de la crisis internacional. Es muy temprano para sacar conclusiones”, agregó.
De todos modos, sectores industriales como el autopartista, el metalúrgico, textiles, calzados, indumentaria, muebles y madera, electrónicos y electrodomésticos siguen con preocupación lo que pueda ocurrir en Brasil. La crisis financiera empieza a llegar a la economía real. Aquí, aunque ya no es como en los ‘90, algún impacto parece inevitable.
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