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“Una gradación de inclusión y de exclusión de esta envergadura engendra tanto una relativa privación crónica entre los pobres que da pie al delito como una ansiedad precaria entre aquellos que son más ricos, lo cual sirve como caldo de cultivo para la intolerancia y la punición de los delincuentes. Como tenazas sobre nuestra sociedad, el delito y el castigo provienen de la misma raíz.” La violencia obsesiva de las bandas machistas callejeras y la obsesión punitiva del ciudadano respetable son similares no sólo en su naturaleza, sino también en sus orígenes. Ambas provienen de la dislocación en el mercado laboral; la una de un mercado que excluye la participación como trabajador pero que anima la voracidad como consumidor; la otra de un mercado que incluye pero solamente en forma precaria...

La reflexión que destaca por su profundidad frente a tanta reciente declamación apresurada y superficial sobre la cuestión del delito y la inseguridad no proviene de nuestro medio, aunque lo describe palmariamente, sino del profesor inglés Jock Young, en su libro La sociedad excluyente. Exclusión social delito y diferencia en la modernidad tardía.

Young es una de las figuras (quizá la máxima viviente) que han hecho historia en la criminología. Lideró en los ’60/’70 la corriente revolucionaria de la criminología denominada “criminología crítica” y fue fundador en los ’80 del denominado “nuevo realismo criminológico inglés”.

La primera corriente de pensamiento demostró las responsabilidades de la estructura social y de las formas institucionales, incluido el propio sistema penal, en la “producción” de criminalidad. La segunda llamó poderosamente la atención a la izquierda y al progresismo por no haber atendido con seriedad a la cuestión de la inseguridad ciudadana haciéndole “el campo orégano” a la derecha, cuando el problema criminal es efectivamente un problema real de la sociedad (y no una mera creación mediática) y que además afecta profundamente a los sectores populares. Su paso por nuestro país, que culminará con una conferencia el día 5 de diciembre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, no debería pasar inadvertido por quienes intentamos tomar la cuestión de la inseguridad con seriedad y realismo (única garantía de eficacia) y no hacer de ella un instrumento coyuntural para la diatriba política de corto plazo, generalmente con intenciones de desestabilización y de reducción de los espacios de democracia.

* Profesor de Criminología (UBA). Vicepresidente del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (Ilsed).