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Ana Boragni, la esposa del principal imputado en el juicio AMIA, Carlos Telleldín, se mostró ayer más que confusa respecto del momento clave del caso: la supuesta entrega de la camioneta a un grupo de policías bonaerenses que, según el juez Juan José Galeano, después se les entregó a los terroristas. Boragni es una testigo fundamental porque aquel domingo 10 de julio, ocho días antes del atentado, estuvo presente en el momento en que una especie de testaferro de los policías ingresó al domicilio para hacer los papeles del vehículo. Ayer, en el juicio oral, Boragni sugirió que la camioneta fue vendida y que El Enano, como le dicen a Telleldín, recibió dinero a cambio. Eso significaría que no la entregó a los policías que, encabezados por el ex comisario Juan José Ribelli, estaban extorsionando a Telleldín y le pedían plata o la camioneta a cambio de permitirle seguir con su actividad ilícita de armar autos con partes robadas. Telleldín declaró que no recibió plata por la Trafic, sino que la entregó a los policías que lo extorsionaban.
Boragni, que seguía declarando al cierre de esta edición, pasó momentos difíciles durante la jornada de ayer. Algunos de los abogados que intervienen en el juicio sostuvieron que podría terminar imputada por falso testimonio, ya que volvió a cambiar la versión de lo que ocurrió aquel 10 de julio.
A pocos días del atentado, Telleldín y Boragni declararon que le entregaron la camioneta a un hombre que les exhibió un documento a nombre de Ramón Martínez. Sostuvieron entonces que fue una venta extraña, a un hombre de acento centroamericano, y por supuesto el documento resultó falso. Un año más tarde, Telleldín reconoció ante el juez Galeano que había mentido y que en verdad le dio el vehículo a un sujeto de apellido Barg, una especie de confidente policial. El Enano sostuvo que los policías lo extorsionaban y que no tuvo más remedio que firmarle los papeles a Barg para que se llevara la Trafic. En ésta última operación –la firma del boleto de compraventa– estuvo presente Boragni ya que se produjo dentro de la casa de Villa Ballester que compartía con Telleldín.
En su declaración de ayer, la esposa de Telleldín ratificó que al Enano lo extorsionaban, algo que parece más que probado. Pero en el momento en que empezó a describir la entrega de la Trafic se refirió a “la venta de la camioneta”. En ese momento, quedó la impresión de que había metido la pata y se cruzó miradas desesperadas con la defensa de Telleldín, integrada por los abogados Víctor Stinfale y Luis Sasso.
Cuando el presidente del tribunal, Gerardo Larrambebere, le pidió que fuera precisa y evitara los potenciales y los “no recuerdo”, la mujer demostró su carácter al levantarle la voz al juez y responderle: “Le voy a contestar un ‘puede ser’, si puede ser, y un ‘no me acuerdo’, si no me acuerdo, más allá de que usted se enoje. Estoy tratando de ser lo más veraz posible porque si no me hubiera aprendido de memoria mis declaraciones. Entiendo que es un hecho desgraciado, pero hace ocho años y medio que me lo estoy tratando de olvidar y usted me pide detalles”.
Para los policías bonaerenses, Boragni es un testigo de importancia, sobre todo si muestra vacilaciones. Si la camioneta se vendió, entonces no se entregó como parte de una extorsión y entonces el argumento del juez contra los policías quedaría debilitado. Igualmente, los Telleldín han cambiado su versión más de una vez, se hicieron fama de mentirosos, aparece de por medio el hecho de que les pagaron y por ello su testimonio está más bien devaluado. Lo fundamental será probar la entrega no sólo a partir de lo que el Enano y su esposa digan o no digan, sino también a partir de otros testimonios y pruebas concretas.