Sábado, 6 de diciembre de 2008 | Hoy
EL PAíS › EL PAPA LLAMó A ROBUSTECER EL DIáLOGO ENTRE EL GOBIERNO Y EL EPISCOPADO
Benedicto XVI hizo la apelación al recibir las cartas credenciales de Juan Pablo Cafiero, nuevo embajador en la Santa Sede. De paso, reafirmó la prédica católica en favor del “matrimonio entre un hombre y una mujer” y contra el aborto.
Por Washington Uranga
Al recibir ayer las credenciales de Juan Pablo Cafiero, nuevo embajador argentino ante la Santa Sede, el papa Benedicto XVI expresó en el Vaticano sus deseos “de que se robustezca el diálogo y la colaboración entre las autoridades argentinas y el Episcopado de esa Nación en aras del bien común de toda la población”. La apelación papal se inscribe en el rumbo que han venido tomando las relaciones Gobierno-Iglesia en los últimos tiempos y que quedó plasmado en el reciente encuentro entre la presidenta Cristina Fernández y la conducción episcopal, encabezada por el cardenal Jorge Bergoglio. Según Cafiero, lo que pidió el Papa es “fortalecer el diálogo que ya existe y que se abrió por pedido de la Presidenta con motivo de la audiencia que le dio a la Conferencia Episcopal”.
No es casual que el Papa haya recibido las cartas credenciales del embajador argentino el mismo día en que la Presidenta de Argentina y su par de Chile, Michelle Bachelet, participaron de un acto en Monte Aymond, en el límite argentino-chileno, para conmemorar el 30º aniversario de la mediación vaticana que impidió la guerra entre los dos países (ver página 11). El Papa recordó el acontecimiento y lo puso como ejemplo para demostrar que “con el diálogo y la grandeza de corazón, se puede alcanzar una paz digna, estable y sólida, como es propio de pueblos civilizados”.
En sendos discursos, tanto el embajador argentino como el Papa apuntaron a remarcar la importancia de las “hondas tradiciones cristianas” de la Argentina que forman parte de su “patrimonio espiritual”. Cafiero destacó también el “cariño” que Benedicto XVI manifiesta por el país y sus habitantes.
Para el Papa, “la Iglesia, sin pretender convertirse en un sujeto político, aspira, con la independencia de su autoridad moral, a cooperar leal y abiertamente con todos los responsables del orden temporal en el noble diseño de lograr una civilización de la justicia, la paz, la reconciliación, la solidaridad y de aquellas otras pautas que nunca se podrán derogar ni dejar a merced de consensos partidistas, pues están grabadas en el corazón humano y responden a la verdad”. Reafirmando también que “la presencia de Dios tanto en la conciencia de cada hombre como en el ámbito público es un apoyo firme para el respeto a los derechos fundamentales de la persona y la edificación de una sociedad cimentada en ellos”.
En medio de una ceremonia de protocolo muy cuidado, como es habitual en el Vaticano, Cafiero sostuvo que “América latina es hoy un continente de paz, como consecuencia del itinerario de democracia y los esfuerzos de integración que proyectan el ideal de una Patria Grande Latinoamericana”. Y agregó que “una especial significación tiene la visión común sobre el valor de los derechos humanos”, expresando que “la genealogía católica de los derechos humanos se fundamenta en la defensa de la dignidad humana, y sobre ese derecho natural reside el derecho irrenunciable de la vida”. Agregó además que “la justicia, la memoria y la verdad son los pilares de la reconstrucción ética de nuestra sociedad” y que “los derechos humanos exaltan la cultura de la vida en defensa de los estructuralmente débiles, frente al abismo de la indiferencia”.
Juan Pablo Cafiero centró parte de su discurso en rescatar la importancia de la lucha contra la pobreza, del valor de la justicia, subrayando que “el enfoque de los derechos sociales como derechos humanos son una responsabilidad para los gobernantes que deben trabajar en la solidaridad con los más débiles y excluidos”. El embajador argentino sostuvo también que el continente latinoamericano, y en particular la Argentina, “está en condiciones de contribuir decisivamente a solucionar los temas del hambre en el mundo, en tanto portadores de una geografía llena de posibilidades, abundantes recursos naturales y estratégicos”, reafirmando de esta manera las aseveraciones de Cristina Fernández ante la FAO (Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), oportunidad en la cual la Presidenta criticó la política proteccionista de los países centrales, el carácter oligopólico del mercado internacional y la irrupción de los capitales financieros que distorsionan el trabajo de los productores.
Como es habitual, pero en particular hablando ante el embajador de un país considerado de tradición católica, Benedicto XVI aprovechó la ocasión para reafirmar los principales elementos de la prédica católica. Habló entonces del “respaldo a la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, (...) la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su término natural, la erradicación de la pobreza, el cultivo de la honradez, la lucha contra la corrupción, la adopción de medidas que asistan a los padres en su derecho inalienable de educar a sus hijos en sus propias convicciones éticas y religiosas, así como la promoción de los jóvenes, para que sean hombres y mujeres de paz y reconciliación”. Una especie de compendio de certezas doctrinales que son las mismas que pueden leerse en forma reiterada en los mensajes de los obispos argentinos.
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