Lunes, 16 de febrero de 2009 | Hoy
Cuando terminó el encuentro de la semana pasada entre Mauricio Macri, Francisco De Narváez y Felipe Solá, los dos primeros salieron raudos, esquivando al salón donde estaba prevista la conferencia de prensa: iban al baño. La salida en grupo dio lugar a una broma. “Es que ya encontraron el método para definir quién encabeza la lista a diputado nacional: van a ver quién la tiene más larga”, comentó con diplomacia uno de los asistentes al encuentro.
Las callecitas de Buenos Aires están en obra. Cortes y nuevos cortes sorprenden a conductores y transeúntes. Cuando no son los escombros, son los corsos los que obligan a cambiar de recorrido. En el microcentro, Reconquista es una de las arterias cortadas porque avanzan los trabajos para hacerla peatonal. Algunos vecinos, preocupados por el destino de sus coches ante el cierre de sus cocheras, llamaron a la empresa Salvatori, encargada de los trabajos y se encontraron con una respuesta inesperada:
–Quédense tranquilos, entre Corrientes y Sarmiento vamos a trabajar a contraturno. Ahí no vamos a cortar. En uno de los edificios trabaja el padre del ministro y nos pidieron que hagamos lo posible por no molestar.
El padre en cuestión parece ser el capitán de navío Guillermo Montenegro, retirado en 1984, quien está encargado de las maestrías de la Armada en el edificio del ex Centro de Estudios Estratégicos, ubicado en Reconquista y Corrientes. Con el mismo nombre, su vástago es el ex juez federal y hoy ministro de Seguridad y Justicia del gobierno de Mauricio Macri.
Y un buen día Eduardo Macaluse abandonó su celular, se calzó la mochila de campamento y salió con su pareja rumbo a Bolivia, donde recorrieron el Salar de Uyuni. Luego, el diputado de Solidaridad e Igualdad (SI) estuvo en un acto de Evo Morales. Al volver, Macaluse contó que no podía creer lo populares que son en Bolivia los partidarios de SI. “No saben los niveles de popularidad que tenemos: decía SI por todas partes”, bromeaba Macaluse, sobre los cartelitos del referéndum. Se la pasó sacando fotos junto a los carteles.
La puntualidad no es una virtud que los legisladores porteños suelan ejercer a menudo. Las sesiones acostumbran empezar una, dos y hasta cuatro horas más tarde de lo previsto. En el circuito cerrado de televisión, por el que se pueden seguir las sesiones, se ven las bancas vacías desde que se empieza a llamar para la sesión hasta que comienza. Quizá para llenar el vacío, a partir de este año las esperas se musicalizan para la transmisión: los que esperan para que empiece el debate pueden escuchar una selección de clásicos de los ’60 y ’70.
Mario Das Neves fue uno de los primeros peronistas –si no, directamente, el primero– en autopostularse para la Presidencia de la Nación en 2011. Lo anunció allá por octubre de 2007, al mismísimo día siguiente de ser reelecto como gobernador de Chubut. Pero en la provincia ya hay quienes dejan trascender que su intención es prolongar su estadía en la gobernación, algo que requeriría una reforma previa de la Constitución local... El rumor cobró impulso, por ejemplo, cuando recientemente se difundió una encuesta realizada a fines del mes pasado, cuyo resultado indicó que el 70 por ciento de los chubutenses acordaría con que “se habilite la posibilidad de que Mario Das Neves sea nuevamente gobernador de la provincia”. Por las dudas, Das Neves ya calificó de “estúpidos con letra mayúscula” a quienes especulan con su reelección. Y agregó: “No van a lograr convencerme”.
No era una reunión de celebridades, pero parecía. En una esquina, Alberto Descalzo comentaba risueñamente su aparición en una entrevista con este diario. Con buenos reflejos, el intendente de Ituzaingó se había explayado sobre el trabajo que les espera a los intendentes K del conurbano en las próximas elecciones legislativas. Descalzo leía rodeado de un puñado de hombres de confianza. Todos festejaron con ganas. Al cabo de un rato, sin embargo, algo cambió. Varios empezaron a matarse de risa. La primera vez, por las sungas: en la entrevista, Descalzo aseguraba que deben ser cómodas. La segunda, por el asado. “¿Tiene algún secreto para hacer el asado?”, le preguntó este diario. Descalzo dijo que sí, que ponía maderita, carbón, leña y hasta que lo hacía “todos los fines de semana”. Pues no. “¡En esto no hacía falta mentir!”, le dijeron los amigos. Descalzo no sólo no hace asados los fines de semana –aseguran en su entorno–, sino que ni siquiera sabe cómo hacerlos.
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