EL PAíS › BRINZONI VUELVE A APUNTAR FRONTERAS ADENTRO
Pobres enemigos
Estados Unidos propicia la fusión de las Fuerzas Armadas latinoamericanas con las de Seguridad para la represión interna. También la cooperación regional entre esas policías militarizadas. Así lo reveló el comandante del Comando Sur durante una audiencia con las comisiones de Defensa del Congreso uruguayo. Aquí, en cambio, ignoró al Poder Legislativo, hizo una fugaz visita protocolar a Jaunarena y se reunió con los jefes de Estado Mayor. Brinzoni importa esos conceptos llave en mano.
Por Horacio Verbitsky
La integración de las Fuerzas Armadas y las de seguridad en una estructura única y la cooperación regional para enfrentar las denominadas Nuevas Amenazas, que el ministro de Defensa Horacio Jaunarena y el jefe del Ejército Ricardo Brinzoni vienen planteando con insistencia, son planes originados en el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos. Así se desprende de la versión taquigráfica del encuentro que hace dos semanas mantuvo el nuevo jefe de ese organismo, el general texano James T. Hill, con las comisiones de Defensa Nacional de las dos cámaras del Congreso uruguayo. Diez días antes de la elección de Lula, Hill definió a Brasil como “el segundo consumidor mundial de cocaína”, lo cual permite imaginar algunos desarrollos inquietantes de política exterior, ahora que una propuesta de la Seguridad Regional enmascara el retorno de la vetusta Doctrina de la Seguridad Nacional. Hill había estado en septiembre en Buenos Aires, donde se reunió con Jaunarena, y los cuatro Jefes de Estado Mayor. Pero en la Argentina el militar estadounidense no tomó contacto con los legisladores de las comisiones de Defensa ni hay versión oficial alguna de lo tratado, que sólo se conoce por escuetos trascendidos a la prensa. Esto es revelador de la degradación institucional de la Argentina. También de la pérdida de gravitación de la línea interna que encarnaba el ex subjefe de Estado Mayor, general Aníbal Laiño. El ascenso de Brinzoni a la Jefatura produjo su retiro. Laiño, quien desde entonces dirige la Escuela de Defensa Nacional, piensa que la decadencia comenzó cuando el país permitió que desde Washington se determinara el enemigo y la misión de sus Fuerzas Armadas y postulaba no repetir el mismo error ahora.
Nuevas amenazas
El Comando Sur impulsa la reconversión de las Fuerzas Armadas latinoamericanas en función de las denominadas Nuevas Amenazas, en lo que en realidad constituye la vieja amenaza de que los militares vuelvan a desempeñar tareas policiales. La primera exposición de esta doctrina la hizo aquí el ex ministro de Defensa Ricardo López Murphy en cuanto asumió la Alianza: “El terrorismo internacional, la pobreza extrema, la superpoblación y migraciones masivas, el narcotráfico, la degradación del medio ambiente, el tráfico ilegal de armas, el fundamentalismo religioso y las luchas étnicas y raciales”, enumeró. Según López Murphy esto revalorizaría el poder militar, al que le correspondería “asumir nuevos roles y compromisos en el orden nacional e internacional”. En aquel momento, Horacio Jaunarena presidía la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, en cuya agenda incluyó los cortes de rutas y lo que llamó “indisciplina social”, la interrupción de servicios públicos, catástrofes naturales y atentados terroristas, otra de las puertas de acceso para el retorno militar a la seguridad interior. En Chile, el mismo catálogo fue presentado en mayo de este año por el nuevo Comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre, e incluyó algunos sutiles cambios: “Terrorismo a gran escala, crimen organizado, conflictos étnicos, narcotráfico”, dijo, pero además agregó las “inestabilidades políticas e inequidades económicas y también el hecho de que Estados Unidos ya no es capaz de ejercer un liderazgo de acuerdo a las expectativas una vez derrumbado el sistema comunista”. En el caso chileno algún elemento de la realidad periférica complementa al discurso elaborado en el Comando Sur del Ejército estadounidense que Brinzoni sólo repite. Cheyre tuvo el pudor de no incluir ni a los pobres ni a los inmigrantes entre los blancos del fuego castrense. Aun así, más fuertes son las similitudes, indicativas de que en estas regiones el pensamiento estratégico es otro producto de importación que ha substituido a la producción interna.
Canas verdes
Cheyre habló a sus mandos el 9 de mayo. El 30, ante un auditorio convocado por Roberto Dromi y Eduardo Menem, Brinzoni había desarrollado en compañía del ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, su propuesta para enfrentar tales amenazas sobre las que ha decidido arrogarse la competencia que la legislación del país le niega. A Brinzoni le tienta avanzar sobre los espacios que las autoridades civiles no defienden. En los primeros meses del año había firmado un acuerdo con el comisario Roberto Giaccomino, por el cual los soldados profesionales del Ejército podrían incorporarse a la Policía Federal una vez cumplido su período de enganche. El senador Eduardo Duhalde, a cargo de las relaciones exteriores de las Provincias Unidas del Río de la Plata, desautorizó el convenio y la propuesta, y dijo que durante su gestión las leyes no se enmendarían. Lo hizo a pedido del ministro de justicia, seguridad y derechos humanos, Juan José Alvarez.
El jefe del Ejército volvió a la carga esta semana en contra de las tres leyes básicas que luego de la dictadura militar separaron en forma nítida la defensa nacional de la seguridad interior. La última de ellas, que creó el Sistema de Inteligencia de la Nación, fue promulgada hace apenas un año a pesar de la presión de los Jefes de Estado Mayor, quienes creyeron que los atentados del 11 de setiembre en Estados Unidos les permitirían volver a invadir el territorio del que la democracia los excluyó.
Brinzoni expuso el jueves ante los embajadores de los países del Mercosur, más Israel, Arabia Saudita, Rusia, Suiza, Australia y Japón; directivos de Ford Motor (su vicepresidente, Rodolfo Ceretti), Coca Cola, Siemens, Murchinson, Fiat, Mercedes Benz y la agencia británica Reuters; y los economistas Roberto Alemann (ex ministro de Leopoldo Galtieri), Conrado Etchebarne Bullrich (autor de un oscuro proyecto de cesión parcial de la soberanía sobre las islas Malvinas dentro de una negociación petrolera), David Espósito (quien duró sólo 48 horas como presidente del Banco Nación luego de anunciar que se imprimirían 15.000 millones de “Argentinos” y desatar el pánico), y el radical Martín Schawb y Etchebarne, presidente del denominado “Club de la Unión Nacional”, que organizó la reunión. Brinzoni, a quien acompañó el secretario político del Ejército, general Daniel Reimundes, impugnó la separación entre seguridad y defensa y postuló que debían integrarse. También puso el acento en la cooperación regional, siempre para enfrentar las famosas nuevas amenazas, que describió así:
- Migraciones masivas desde los empobrecidos países fronterizos.
- Narcotráfico.
- Insurgencia armada, asociada con los traficantes, el crimen organizado en forma transnacional y el terrorismo.
- Vacíos geopolíticos que pueden ser llenados por organizaciones supranacionales.
Cuando llegó el momento de bajar a tierra, Brinzoni dijo que la prioridad del Ejército era “reforzar la seguridad interior” para recién después acudir en auxilio de otros países.
No estuvo presente el embajador de los Estados Unidos, James Walsh, pero el discurso de Brinzoni sobre la necesidad de emplear todos los recursos del Estado tuvo puntos de contacto con el que Walsh pronunció en su presencia hace 45 días, en el primer aniversario del 11 de setiembre. Es una lástima su ausencia, porque podría haberle dado a Brinzoni una noticia fresca de su país: las estadísticas del FBI muestran que la tasa de criminalidad creció en 2001 un 2 por ciento después de diez años consecutivos de descenso. Esto coincide con el enfriamiento de la economía y el incremento de la desocupación, que estaba en el nivel más bajo en un cuarto de siglo y también comenzó a trepar.
La pirámide verdeazul
En su exposición del 30 de mayo, en el palacete de la calle Rodríguez Peña, que Dromi recicló con el lujo ofensivo de las fortunas repentinas, Brinzoni y Jaunarena habían planteado la militarización de la seguridad interior y la intervención castrense en el conflicto social, con la creación de un superministerio de Defensa y Seguridad, una pirámide verdeazul, en cuya base estaría la lucha contra el delito callejero y que también se encargaría de la documentación personal, las aduanas y las migraciones. Los primeros pasos en esa dirección fueron dados en cuanto asumió por el fugaz presidente Fernando de la Rúa. Brinzoni expuso aquella tarde estadísticas sobre el incremento de delitos en zonas urbanas con un conocimiento de causa que confirmó su sospechada vocación policial. También vaticinó que volverían a producirse saqueos y desórdenes en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires. Identificó como escenario un área crítica, entre el sur de La Plata y el norte de Rosario, en la que viven 10 millones de pobres.
“Pedirle a las Fuerzas Armadas que se hagan cargo de la seguridad interior si las fuerzas policiales y de seguridad son desbordadas, pero no permitirles que se entrenen y capaciten para ello es como decirle a un cirujano que debe operar pero sin dejarle que se ejercite”, dijo Jaunarena. No es así. La ley de seguridad, de 1992, que Jaunarena nunca reglamentó, permite la actuación de las Fuerzas Armadas en la seguridad interior con unidades de combate, y previa declaración por el Congreso del estado de sitio, ante algún hecho excepcional que desborde al sistema policial. Es decir, no se trata del médico que debe operar, sino de los bomberos que vienen a rescatar a médico y paciente si se incendia el hospital. Esta excepcionalidad es la que Jaunarena y Brinzoni desearían modificar, sobre todo el tramo en que la ley dice que este empleo subsidiario de las Fuerzas Armadas no incidirá en su “doctrina, organización, equipamiento y capacitación”. Quien les respondió entonces fue el ministro Alvarez. “El valor que pueden tener las Fuerzas Armadas en casos de grave conmoción interior, es el que la propia ley contempla: que sean Fuerzas Armadas y no fuerzas policiales suplentes”, dijo. También objetó la propuesta de Jaunarena de fusionar la Armada y la Prefectura, de cuyo origen hubo una notable revelación hace dos semanas, en Montevideo.
The Armadura
Hasta ahora se creía que el proyecto de creación de la Armadura era propio de los marinos argentinos. Pero en la reunión del 16 de octubre con las Comisiones de Defensa Nacional de las Cámaras de Diputados y del Senado uruguayos el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, quien asumió hace dos meses y estaba en visita de inspección, propugnó para todos los países de la región el modelo uruguayo, donde la Armada y la Prefectura están unificadas.
El general Hill dijo que la prioridad de su Comando era reforzar las democracias latinoamericanas, que eran frágiles debido al narcoterrorismo. Ante la objeción de un legislador admitió que ninguno de los problemas de la región tienen una solución “exclusivamente militar”, pese a lo cual insistió en que las Fuerzas Armadas debían enfrentar también amenazas no militares. Hace cuarenta años los Estados Unidos instruyeron a los militares latinoamericanos en Acción Cívica, como forma de mejorar su imagen ante la población. En un viaje por el túnel del tiempo Hill explicó que durante la gran depresión de la década de 1930 el Ejército de su país “adiestró a muchos de los ciudadanos a fin de proveerlos de trabajo, lo que devolvió dinero a la economía”, algo que hoy apetece Brinzoni en la Argentina. Hill agregó que en la actualidad el Ejército brinda apoyo en los incendios de bosques, envió personal a Nueva York a colaborar en la remoción de los escombros y a Honduras para prestar ayuda durante el huracán Mitch.
Una fuerza conjunta
Al referirse a la situación de Colombia, Hill dijo que “se está avanzando muy bien con el propósito de llegar a tener una fuerza conjunta, colectiva, del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y la Policía, que es parte del Ministerio de Defensa y trabaja conjuntamente con él”. Agregó que lo que allí ocurre afecta también a Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, Chile, y Uruguay (no mencionó a la Argentina), “porque los dólares que genera el narcoterrorismo están inundando la región y el mundo”. Por eso, hay que pensar en una “amenaza regional”, que debería combatirse en forma colectiva. “Si el Presidente Uribe y su equipo militar tuvieran éxito en los próximos años, muchos de esos problemas pasarían de Colombia a Ecuador. Por eso Ecuador no debe sentarse a esperar que los narcoterroristas se trasladen a su territorio; tienen que estar en la frontera y empezar la lucha dentro de Ecuador. Cuando hablé de esto con ellos, me dijeron que no querían mandar tropas ecuatorianas a Colombia. ¡Claro que no!, les dije. Y les expliqué que lo que deben hacer es llegar hasta su frontera, y Colombia hasta la suya, y ponerse de acuerdo para protegerlas colectivamente, de manera que ellos paren las drogas que salen y los ecuatorianos paren las armas que ya están entrando en la región”.
Mensaje a Lula
En un anticipo de lo que puede ocurrir a partir de enero, cuando gobiernen Lula y el Partido de los Trabajadores , el jefe del Comando Sur dijo que Brasil “ha llegado a ser el segundo país del mundo en el consumo de cocaína. A ellos no les gusta que les digan eso y lo van a discutir; entonces, les decimos que serán el tercero o el cuarto, pero el hecho es que tienen un problema enorme de consumo. Y eso está trayendo un problema de flujo de armas, que están llegando a las pandillas en Río de Janeiro, San Pablo y otras partes, creando una inestabilidad importante. Entonces, es de su interés unirse con Colombia y otros involucrados para trabajar contra esa amenaza”. Luego se refirió a la triple frontera donde, dijo, “hay grupos radicales islámicos; allá se mueven dólares del narcoterrorismo que están entrando y están alimentando organizaciones terroristas mundiales, como Hizbullah y pienso que también Al Qaeda, aunque no puedo asegurarlo”. Su conclusión fue que “tenemos que trabajar en eso colectivamente”. Aclaró que no sugería “un Mercosur militar, pero sí una mayor cooperación entre los militares de Uruguay, Brasil y Argentina y en general con otros países. Eso sería un beneficio para todos”. En términos similares, Brinzoni dijo el jueves que los países de la región procuraban adelantarse a los hechos, con un sistema estratégico de “seguridad cooperativa”, en el que unos ayudarán a los otros. Pero no dejó dudas sobre su prioridad, la vedada seguridad interior.
Petróleo y política
Hill había estado en Buenos Aires el 18 de setiembre, un mes exacto después de asumir su comando en Miami. Su encuentro con Jaunarena fue descripto como protocolar, porque el general afirma que él no habla de política. En con cambio mantuvo un extenso almuerzo con Brinzoni, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Juan Mugnolo, el de la Armada, Joaquín Stella, y el de la Fuerza Aérea, Walter Barbero, con quienes habría efectuado un inocente intercambio técnico. El trascendido de prensa que publicó el matutino “La Nación” sostuvo que Hill “dejó en claro ante los jefes militares argentinos cuáles serán los dos ejes de su trabajo en la región: el problema de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el terrorismo”. También mencionó la Triple Frontera “como refugio de células islámicas”, cosa que sus interlocutores habrían relativizado: “Hay más versiones que hechos concretos sobre terroristas en ese lugar”, le dijeron. Luego le comunicaron su interés por aumentar el intercambio conEstados Unidos. Las comisiones de Defensa del Congreso ni siquiera fueron informadas de la visita, dijo uno de sus miembros.
Uno de los antecesores de Hill en el Comando Sur, general Charles E. Wilhelm, había suministrado a los legisladores una visión mucho más sincera de lo que está en juego, en 1998, cuando en otra audiencia dijo que el descubrimiento de grandes reservas de petróleo en Colombia, sumado a las disponibilidades en Trinidad-Tobago y Ecuador realzan “la importancia estratégica de los recursos energéticos de esta región”. Agregó que “Venezuela sola provee la misma cantidad de petróleo a los Estados Unidos que todos los estados del Golfo Pérsico juntos”. También dijo que en la segunda década del siglo el comercio estadounidense con América Latina será más importante que con Europa y Japón. El diálogo no se produjo en Montevideo, sino en Washington, con senadores de los Estados Unidos, claro.