Miércoles, 8 de julio de 2009 | Hoy
EL PAíS › RENUNCIó A LA JEFATURA DE GABINETE Y PODRíA ASUMIR COMO DIPUTADO EN DICIEMBRE
A once meses de dejar la intendencia, volverá justo antes de que termine su licencia. Es el final de una relación con picos de tensión con Cristina y Néstor Kirchner.
Por Martín Piqué
El alejamiento de Sergio Massa del gobierno de Cristina Fernández era una crónica que estaba escrita de antemano. Apenas faltaba ponerle fecha a la renuncia. En cambio, al repasar su larga y cambiante trayectoria, sería difícil predecir cómo seguirá su carrera política. Anoche, lo que estaba confirmado es que Massa reasumirá en la intendencia de Tigre el 24 de julio. Ese día se cumple el plazo de la licencia que había tomado Massa al asumir como jefe de Gabinete el 23 de julio de 2008. Desde entonces pasó de todo, y el mapa político giró 180 grados. Massa nunca quiso ir como candidato testimonial en la lista del oficialismo: intentó resistir la presión para sumar su nombre a la boleta. Eso alimentó versiones que anticipaban que no iba a asumir su banca. Sin embargo, el clima post 28 de junio parece haber cambiado las prioridades: anochme, desde su entorno deslizaron que el ex militante de la UCeDé que llegó al PJ de la mano de Ramón “Palito” Ortega está evaluando incorporarse a la Cámara justamente por el nuevo escenario dinámico e imprevisible.
En su último día como funcionario en la Casa Rosada, Massa recorrió las instalaciones que supo fatigar desde su nombramiento, hace casi un año atrás. Como parte de la despedida, sus colaboradores contaron que la renuncia la había presentado el lunes a la tarde. Era una carta muy breve, dirigida a la Presidenta, en la que transmitía su decisión “indeclinable”, le deseaba éxito en la gestión y aclaraba su compromiso con el modelo.
En el texto, según confiaron sus allegados, Massa no explicitó cuáles eran las causas que lo llevaban a alejarse del Ejecutivo. Según pudo saber Página/12, el ahora ex jefe de Gabinete pensaba que tras el 28 de junio el Gobierno debía abrirse a los gobernadores e incorporar figuras con peso propio: en la interpretación de los hombres cercanos a Massa, el recambio ministerial que se anunció ayer no habría tenido en cuenta esos consejos.
Massa había llegado a la Casa Rosada tras el alejamiento de quien hasta ese momento era la figura con mayor presencia mediática del Gobierno: Alberto Fernández. Para algunos dirigentes del oficialismo que conocen bien al matrimonio presidencial, la elección de Massa fue impulsada por el enojo de CFK hacia Fernández. Según esa interpretación, Fernández nunca había tenido una buena relación con Massa: antes de dejar el Gobierno, el todavía titular del PJ porteño solía criticarlo mucho en sus conversaciones privadas con la Presidenta y su esposo.
La tirantez entre Massa y Fernández quedó al descubierto meses después cuando se cruzaron en sendos reportajes. Massa, en un reportaje a La Nación, definió a la administración de CFK como “un gobierno práctico”. A los pocos días, Fernández contestó en Página/12: “Me suena feo hablar de que somos un gobierno práctico. Somos un gobierno profundamente comprometido con la idea de construir un proyecto progresista, de centroizquierda”.
La incorporación de Massa al Gobierno no sólo provocó roces con ex funcionarios que habían sido radiados del círculo de toma de decisiones. Su designación, incluso desde el primer día, generó malestar en el propio Néstor Kirchner. Un dirigente del oficialismo que asistió a la jura de Massa en el Salón Blanco recuerda un detalle de aquel acto. “Cuando subió Massa, lo aplaudieron más a él que a Cristina. Eso no lo ayudó mucho, digamos”, sentencia el hombre K en diálogo con Página/12. Otro ingrediente, quizá menor, fue la presencia en el acto de su suegro, el ex futbolista Fernando Galmarini. Al día siguiente de la asunción, Galmarini declaró que seguía apoyando a Eduardo Duhalde.
Con ese capítulo inicial, la relación de Massa con Kirchner no prometía ser buena. Y no lo fue. A pesar de todo, el entonces jefe de Gabinete tuvo unos primeros meses de bastante protagonismo. Intentó convertirse en un funcionario con influencia sobre varias áreas del Gobierno, a la manera de Fernández en sus mejores épocas. Con el paso del tiempo, sus apariciones públicas se fueron espaciando. Sin embargo, la frialdad con Kirchner pareció quedar en el pasado cuando el hombre de Tigre terminó aceptando la candidatura testimonial: su apellido quedó cuarto en la lista. Así fue que Massa regresó a los partidos de fútbol en la quinta de Olivos, en los que solía ir al arco mientras que uno de sus colaboradores, Ezequiel, mostraba su habilidad para jugar de enganche.
Pero el 28 de junio a la noche, cuando llegaron los resultados de cada municipio, la relación con Kirchner se truncó para siempre. El desencadenante fue la muy buena performance que logró la esposa de Massa, Malena Galmarini, como primer candidata a concejal de Tigre. Sin experiencia política pero proveniente de una familia muy conocida en el peronismo, Malena sacó mucho más votos que Kirchner para diputado nacional. A lo largo de la campaña Massa se había esforzado por diferenciar a su esposa del binonio Kirchner-Scioli. Massa eligió el naranja para sus candidatos locales, mientras que el color que identificó a la campaña oficialista fue el azul oscuro.
Las últimas horas de Massa en el Gobierno lo encontraron tratando de convencer a CFK sobre el rumbo a seguir en los próximos dos años. Sobre eso habló el domingo, lo mismo volvió a plantear el lunes al mediodía. Pocas horas más tarde comenzaba a redactar su renuncia. Su alejamiento del Ejecutivo sumará otro capítulo a su extenso currículum: el que empezó en la UCeDé, siguió en el menemismo gracias a Luis Barrionuevo y Ramón “Palito” Ortega, y tuvo su llegada a los primeros planos con la presidencia provisional de Duhalde, cuando lo nombraron en el Anses.
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