Dicen que se ganó el corazón de los Kirchner en La Plata, durante un acto cuando todavía era intendente. Les regaló una foto enmarcada con la imagen de una pensión en la que ellos habían vivido de jóvenes. Julio Alak, “El Turco Alak”, es un peronista formado en la generación de los ’80 que a los 33 años se convirtió en intendente por primera vez. Abogado y docente, tuvo cuatro mandatos seguidos y dejó La Plata tras la derrota de 2007 con la imagen más baja. El año pasado, el gobierno de Cristina Fernández lo colocó como director de Aerolíneas Argentinas y estuvo detrás de las denuncias al grupo español Marsans. Desde ayer es el nuevo ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos. En su entorno no descartan que la designación pueda contener un mensaje a Pablo Bruera, el actual intendente de La Plata por la derrota del domingo 28 de junio.

Alak nació el 9 de enero de 1958 en el pueblo de Benito Juárez, estudió Derecho en La Plata y desde entonces es docente de la universidad. Antes del final de la dictadura, Alak –que trabajaba en los grupos de superficie de la izquierda peronista– se sumó a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Por esos años, su agrupación política empezaba a trabajar en la reorganización del centro de estudiantes y la Federación Universitaria platense. Cuando Antonio Cafiero asumió la gobernación de la provincia, Alak trabajó en el área de cultura. A fines de los ’80, con 28 años ganó la primera interna del PJ a José Carmelo Amerise. Poco después, en 1991 y a los 33, ganó la intendencia.

Un militante que lo conoce de cerca suele decir que hay dos Alak. Uno apareció en la crisis de 2002, cuando Rodolfo Rodríguez Saa convocó a elecciones presidenciales. José Manuel de La Sota se anotó encabezando súbitamente una fórmula cuyo vicepresidente era Julio Alak. El proyecto cayó porque Eduardo Duhalde suspendió las elecciones, pero en ese momento, sigue la misma fuente, Alak “pisó en falso”. De ahí en adelante, apareció otro Alak: “Un tipo ya hecho, con un tono más reflexivo, que se para más en el peronismo, con ideas más estratégicas para la ciudad, con otro comportamiento gestual, otro tono en al hablar, más estudioso y que cita en los discursos la revuelta de Valle, o el fusilamiento de Cogorno, y ahí creó una buena sintonía con Néstor Kirchner”.

Alak aparece como represente de toda una generación de peronistas, muchos de los cuales están cerca o dentro del Gobierno, formada en la militancia de los ’80, con una base doctrinaria fuerte y a quienes la tormenta del menemismo se llevó puestos. En los últimos años, son los que hicieron una especie de vuelta a los orígenes, con los discursos donde aparece la intervención del Estado y la historia del peronismo, indica un veterano intérprete de la provincia.

Aún así, y de su acercamiento al kirchnerismo, en 2003 en La Plata ganó el menemismo. Se dijo que Alak trabajó para Carlos Menem y Kirchner fue uno de los que se lo reprochó. En 2007, Alak estaba convencido de que iba a ganar por quinta vez la intendencia de La Plata. Tanto que durante una cena, un grupo político le ofreció toda la estructura pero no la aceptó: ustedes vengan después, muchachos, les dijo, que si se meten ahora me van a traer conflictos internos. Y perdió. La imagen de Alak era una de las más negativas, y hubo un foco de conflicto por una cancha con el club Estudiantes, con marchas en su contra y estadios de 30 mil personas que lo silbaban, que según algunos el ex intendente no supo dimensionar.

Su sucesor fue Pedro Bruera, actual intendente, apoyado por el grupo El Día, a quien Alak también terminó enfrentado. El domingo 28 de junio, Bruera jugó entre los intendentes alineados al Frente para la Victoria, pero en su distrito impulsó una lista con apoyo vecinal. No hubo fiscales suficientes –dicen que el Pj tuvo sólo 30 por ciento de fiscales– y él aparece como uno de los principales responsables de la derrota.

Fuera de La Plata, el destino de Alak fue más conocido. En febrero de 2008, Cristina lo nombró director de Aerolíneas Argentinas en representación del Estado. Y en julio denunció que la empresa estaba quebrada. Uno de sus allegados todavía recuerda que eso era así porque los sueldos, los gastos operativos y el financiamiento estaba siendo sostenido por el Estado Nacional. A partir de ahí, dice, comenzó el proceso de nacionalización para retomar el control de la aerolínea. Luego de ley de nacionalización y del retiro de los españoles, Alak asumió como presidente y gerente general. Los contactos con Cristina se profundizaron en esos días, pero a los Kirchner los conocía de los años ’90, cuando viajaban a La Plata y aún eran gobernadores de Santa Cruz. La familia de Cristina es de Tolosa, un barrio del norte de la ciudad. Y un hombre cercano al ahora ministro sitúa el comienzo de la relación en ese contexto: “Empezó a verlo por razones políticas, porque tenían amigos históricos en común del grupo Calafate”. Entre esos aparece Carlos “Chacho” Alvarez y Eduardo Valdez.

En la última semana, Alak tuvo versiones distintas sobre su destino. Antes de las elecciones un rumor indicaba que iba a integrarse a algún ministerio. Después de la partida de Ricardo Jaime y por su rol en Aerolíneas supuso que quedaría con una secretaría en esa área. Luego otro rumor indicó que sería jefe de Gabinete. De aquí en más en el ministerio se enfrentará al menos con un tema pendiente: Felipe Solá. Ellos están distanciados desde hace tiempo. Con el guiño de Kirchner, Alak fogoneó las denuncias contra Solá por el financiamiento político a partir de la instalación de bingos en la provincia, cuando el entonces gobernador aún soñaba en volver a ser candidato.