Miércoles, 28 de julio de 2010 | Hoy
EL PAíS › EL JUICIO EN CóRDOBA
En octubre de 1976, preso en la cárcel de Sierra Chica, Fermín Rivera denunció por primera vez las torturas y fusilamientos de sus compañeros de la Unidad Penitenciaria 1 (UP1) de Córdoba. Treinta y cuatro años después, mientras no termina de recuperarse de las secuelas que le dejó el terrorismo de Estado, Rivera continuó ayer su declaración por primera vez frente a una treintena de imputados, desde el dictador Jorge Rafael Videla y el condenado Luciano Menéndez hasta varios de los autores materiales de los asesinatos. La noticia de la jornada fueron las pintadas en los carteles que señalizan el ex centro clandestino La Perla. “Lejos de amedrentarnos, fortifican nuestra lucha por la memoria, verdad y justicia”, destacó Emiliano Fessia, militante de Hijos y director del Espacio para la Memoria que funciona en la ex sede del mayor centro de detención de la provincia.
Rivera reiteró que el ex cabo Miguel Angel Pérez y el oficial Enrique Pedro Mones Ruiz fueron los autores materiales del asesinato de Raúl “Paco” Bauducco, el 5 de julio de 1976, en el patio de la UP1. “Vi en vivo y directo cómo el cabo Pérez le disparó en la cara a Bauducco”, sentenció. También identificó al militar Gustavo Adolfo Alsina como quien dio la orden de estaquear a José “Cacho” Moukarzel la noche del 14 de julio de 1976, en el patio del pabellón de mujeres de la cárcel de San Martín.
Alsina tenía un ensañamiento particular con el médico Moukarzel porque luego de dejarlo “moribundo” en una camilla de la enfermería, “lo hincaba con la bayoneta del fusil”, recordó Rivera. “Apenas se movía, y lo golpeaba con un bastón de goma. Luego le puso todo el peso de su cuerpo sobre el pecho. Un rato después murió”, contó el testigo. Un enfermero de apellido Fonseca trató de reanimarlo, pero Alsina ordenó dejarlo. “Es médico, que se atienda solo”, ordenó el entonces teniente.
En su extensa declaración, Rivera recordó cómo, antes de matarlo, golpearon hasta dejar hemipléjico a Pablo Balustra, otro preso político. “No podía pararse y mucho menos correr, por lo tanto no podía fugarse”, relató. “Puedo olvidarme de muchas cosas por el tiempo, pero no puedo olvidarme del cabo Pérez y del teniente Alsina”, remató ante repreguntas del defensor de Alsina para intentar generar dudas en el testigo.
“Ninguno de los presos teníamos la actitud de fugarnos, porque sabíamos que éramos rehenes y que iban a intentar nuestra eliminación física. No queríamos hacer ningún tipo de provocación para evitar ser blanco del aniquilamiento que se habían propuesto”, explicó Rivera para dejar en claro que todas las fugas fueron fraguadas para justificar ejecuciones.
Luego manifestó que como consecuencia de las “terribles torturas” que recibió durante su detención en la UP1 padece “irrecuperables secuelas físicas y psíquicas”. “Tengo ligamentos rotos, no tengo estabilidad y me cuesta mantenerme en pie”, detalló. “Me cuesta muchísimo recuperar la alegría por los momentos difíciles que me tocó vivir”, manifestó y recordó que a los presos los golpeaban, maltrataban y torturaban varias veces por día, en especial las guardias que estaban a cargo de Alsina.
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