EL PAíS › DOS MESES Y MEDIO DESPUES, ROMERO VICTORICA ACUSA A LOS GARCIA BELSUNCE
“La familia está ocultando algo”
Es amigo íntimo de los Belsunce. El fiscal de Casación siempre se mantuvo a la par de la familia. Pero ayer dijo que estaba “encubriendo algo”. Fue después de leer en este diario la nota sobre cómo había tratado de evitar el escándalo el mismo día del velorio de María Marta. Las dudas de Romero Victorica se centraron en el marido y el cuñado.
Por Horacio Cecchi y
Raúl Kollmann
“La familia de María Marta García Belsunce está escondiendo algo. Hay un ocultamiento. Yo no puedo hablar de que encubre el crimen, pero acá la familia encubre otra cosa. ¿Qué cosa? No lo sé, pero actúan de forma enfermiza, patológica. No me gustó nada la forma en que la familia borró las huellas del asesinato.” Estas furibundas declaraciones fueron realizadas ayer por un amigo íntimo de los García Belsunce, el fiscal de Casación Juan Martín Romero Victorica. Fueron en respuesta a lo publicado por Página/12, que en su edición de ayer mencionó que el fiscal trató de evitar el escándalo el mismo día del velatorio de María Marta diciéndole al fiscal de turno, Diego Molina Pico, que él creía que la mujer murió cayéndose en el baño y sugiriéndole que permitiera la inhumación de los restos en la bóveda familiar. En su defensa, Romero Victorica apuntó hacia la familia, aunque, claro, con dos meses y medio de atraso, ya que nunca mencionó antes que, en especial el marido y el cuñado de María Marta, habían ocultado las cosas. La respuesta de la familia no se hizo esperar y el abogado José Licinio Scelzi insistió en que el asesinato pudo haberse producido porque María Marta descubrió un ladrón en su casa. Scelzi negó que la familia haya tapado el crimen.
La polémica se disparó ayer a raíz de la nota publicada en este diario que develó la lentitud con la que se mueve la investigación del caso y el fuerte entredicho que existe entre la Policía y el fiscal. Los investigadores de la Bonaerense sostienen que el encubrimiento del asesinato está más que probado y que por ello deben ser detenidos el esposo de María Marta, Carlos Carrascosa, y el cuñado, Guillermo Bártoli. Los policías creen que la detención de los familiares llevará a que cuenten la verdad del asesinato y que las demoras en proceder al menos a su interrogatorio tienen que ver con el peso del apellido García Belsunce o presiones sobre el fiscal. Molina Pico, en cambio, asegura que busca al asesino y no a los encubridores y que por ahora no tiene elementos suficientes para detener a nadie por el homicidio.
En este terreno, las palabras de Romero Victorica produjeron una tormenta: “Están ocultando algo que ellos saben, pero que no quieren que se sepa públicamente. No sé qué relación puede haber entre ese ocultamiento y el crimen. La familia se cerró en la idea de que María Marta era ya irrecuperable y que por eso no tenía sentido seguir adelante con nada. Yo los vi que se aferraban a la teoría del accidente que la inventó el gordo Carrascosa. El gordo es el primero que habló del accidente y después se armó la cadena. Se lo dijo a Bártoli y Bártoli a otro y todo se cerró en la teoría del accidente en la bañadera. Yo en un primer momento no pensé nunca que hubo disparos ni que la habían matado a tiros, pero pensé en la fractura de cráneo, pérdida de masa encefálica y no me cerraba cómo que se pegó con el grifo de la bañadera. Yo pensé que la habían matado con un fierrazo, que le habían pegado un fierrazo en la nuca”, explicó el fiscal sin dejar margen para las dudas.
Romero Victorica se suma así a quienes sospechan del papel que jugaron Carrascosa y Bártoli supuestamente en tapar el crimen:
- Carrascosa fue el primero en llegar a la casa y debió ver sangre hasta a dos metros de altura, rastros de una batalla, ya que María Marta tenía un golpe en la frente y en otros lugares del cuerpo, sangre fuera del baño, tanto en la habitación como en una antesala del baño.
- Desde una ventana, Carrascosa le gritó a la masajista que llegaba que María Marta se mató en un accidente, al caer en el baño.
- Las manchas de sangre fuera del baño fueron lavadas y según afirma la familia ellos nos las borraron.
- Cuando llegó el primer médico, Gauvry Gordon, también le insistieron en que fue un accidente. El galeno asegura que lo engañaron y que él, porinexperiencia, cayó en la trampa. No hizo la denuncia penal como correspondía.
- El segundo médico, Santiago Biasi, declara en la causa judicial que advirtió que la muerte fue traumática y había que hacer la denuncia policial. En el acta interna, Biasi no dejó una constancia tan clara aunque sí mencionó tres orificios. El chofer de la ambulancia testimonia que se opuso al limpiado de las manchas de sangre: “Pibe, te estás metiendo en un lío”, le dijo al primer médico que autorizó la limpieza.
- La familia resolvió tirar al inodoro los restos de un proyectil que se encontró debajo del cuerpo de María Marta. El argumento fue que lo confundieron con un “pituto” de los que sirven para sostener bibliotecas. No se entiende siquiera por qué tiraron algo supuestamente útil para sostener bibliotecas.
- En la contratación del servicio fúnebre, se inclinaron por un féretro barato, de 2100 pesos, lo que podría tomarse como un indicio de que iban a cremar el cuerpo. Esto lo niegan categóricamente los integrantes de la familia, aunque lo afirman los procesados empleados de la cochería.
Con todos estos elementos y muchos otros, los investigadores policiales insisten en que al menos dos de los integrantes de la familia taparon lo ocurrido e insisten en que sean detenidos. “De allí va a salir la verdad del caso”, aseguran los uniformados. Romero Victoria no coincide con la idea de detener a Carrascosa o Bártoli, porque aunque cree que hubo ocultamiento, piensa que no taparon el crimen, sino algo que estaría vinculado con el crimen. De todas maneras, ayer reveló que habló varias veces con el fiscal Molina Pico y que éste está trabajando en juntar pruebas respecto del asesino y no respecto de los encubridores. Los criminalistas, abogados, fiscales y hasta camaristas consultados por Página/12 se asombran de que los integrantes del círculo familiar ni siquiera hayan sido llevados a declaración indagatoria y que aún no se les hayan hecho imputaciones por el encubrimiento u ocultamiento, como lo llamaría Romero Victorica.
Scelzi, en diálogo con este diario, volvió a defender a la familia e insistió en la teoría del robo:
- María Marta sorprendió a alguien en su casa, tal vez alguien que estaba robando.
- Hay antecedentes anteriores de robo en el country. No fueron de grandes cosas, palos de golf, una chequera, una computadora. En algunos casos ocurrieron los domingos.
- ¿Por qué el ladrón portaba un arma? Tal vez porque era parte de la vigilancia del country. Ellos no usan pistolas 32 como la que mató a María Marta, sino calibre 38 o 9 milímetros, pero podía tener un 32 traído de su casa.
- ¿Que ningún ladrón mata de seis tiros, tres de ellos apoyando el arma en la cabeza de María Marta? Bueno, tal vez en este caso el ladrón sintió pánico al ser descubierto.
- No hubo intención de cremar el cuerpo. Casa Sierra ofreció un servicio fúnebre de 1800, de 2100 o 2500. Se contrató el intermedio.
- La familia no tapó nada. Cometió algunos errores como tirar el proyectil al inodoro. Son errores graves, una estupidez, pero no aceptó de ninguna manera que se intentó tapar el crimen.
Hasta este último diálogo, incluso los integrantes del entorno familiar admitían que en el asesinato hubo de por medio un tema afectivo, pasional. El mismo Romero Victorica lo volvió a señalar ayer: “Todo indica que fue un crimen pasional”. A ello hay que agregar la convicción de los investigadores policiales e incluso los funcionarios de la Procuración, que de todas maneras no descartan que pudo existir un conflicto por dinero con otros miembros del country. Sea como fuere, lo concreto es que ayer un fiscal señaló que hubo ocultamiento, aunque se acordó tarde de mencionarlo, más precisamente con dos meses y medio de atraso. Romero Victorica se vanaglorió de haber puesto en marcha la pesquisa llamando a la policía y al fiscal, pero lo concreto es que también delante de sus narices el cuerpo fue inhumado en la Recoleta en lugar de ser llevado a la morgue, la autopsia la pidieron casi un mes después y toda la investigación se puso realmente en marcha cuando el asesino tuvo suficiente tiempo para inventarse coartadas, borrar huellas y tirar bien lejos la pistola con la que fusiló a María Marta.