EL PAíS › EL JUICIO POR CRíMENES DE LESA HUMANIDAD EN LA UNIDAD 9 DE LA PLATA

“Yo era el último orejón”

El médico Carlos Jurio, imputado como coautor de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, argumentó que no sabía lo que pasaba en el penal. La fiscalía y la querella pidieron su detención y que se lo acuse de “torturas seguidas de muerte”.

 Por María Laura D’Amico

Desde La Plata

“Ahora yo me entero de un montón de cosas. Que a ese lugar lo llamaban ‘los chanchos’, que les pegaban en los pies, que se bañaban con agua fría. A mí nadie me dijo nada de todo eso.” Así buscó ayer Carlos Domingo Jurio, en su declaración ante el Tribunal Oral Federal 1, despegarse de los crímenes de lesa humanidad que se le imputan –junto a otros trece miembros del Servicio Penitenciario– haber cometido en la Unidad 9 de La Plata durante la última dictadura. Tras dos horas de declaración, la fiscalía y la querella solicitaron el cambio de carátula para el caso de Jurio y de los otros dos ex médicos penitenciarios que están siendo juzgados, Enrique Leandro Corsi y Luis Domingo Favole, para que se los considere autores de los tormentos que le provocaron la muerte a Alberto Pintos.

Sentado en el banquillo y escoltado por dos agentes de la Policía Federal, el cirujano y profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata repitió hasta el cansancio que no conocía la existencia de los calabozos de castigo y tampoco sabía que los presos eran torturados... “Yo daba por hecho de que las cosas eran normales porque nadie me decía de alguna anormalidad. Uno preguntaba lo que le atañía desde el punto de vista puntualmente médico.” Más tarde, anticipándose al pedido que sobre el final de la audiencia impondría la fiscalía, agregó: “A mí nadie me dijo nada. Nadie me dijo ‘yo fui castigado’. Por eso yo soy cómplice por omisión”. Tampoco tuvo reparos en afirmar: “Yo desconozco un montón de cosas que pasaban porque no me las muestran, no es que yo no las quiera ver”.

Alberto Pintos era un joven que llegó a la Unidad 9 en octubre de 1978, en un traslado masivo proveniente de Córdoba. Según consta en los partes médicos, tenía epilepsia y sufrió numerosas crisis durante el traslado y el tiempo que estuvo detenido. Cuando David Andenmaten –un cordobés que llegó a La Plata en el mismo avión que Pintos– declaró en este juicio, lo definió como “una persona disminuida físicamente” y con “problemas de coordinación”, pero aclaró que “intelectualmente era brillante”. Además, indicó que “lo querían hacer firmar un papel que decía que él era terrorista y que tenía histeria. Pero él se negó”. Pintos fue castigado y llevado a “los chanchos” el miércoles 15 de octubre de 1977. Tres días después, cuando fue revisado por Jurio, presentaba un dolor difuso en el abdomen que, según consta en el acta médica, fue “producto de una caída”.

“El sábado estaba en perfecto estado, como yo estoy hablando con usted. Lo interrogo, lo hago caminar y le indico cuál es la medicación que tiene que tomar para que no tenga ningún nuevo episodio desde el punto de vista epiléptico”, dijo Jurio y enfatizó: “Desde el punto de vista médico, Pintos era un paciente apto”.

El parte médico de Pintos del domingo 19 indicaba que el paciente había sido internado en Sanidad con un cuadro de “deshidratación, obnubilación, con piel fría y seca, frecuencia cardíaca de cien por minuto, hipotermia, se observan hematomas y contusiones en región frontoparietal izquierda, comisura labial derecha, hendidura de labio superior, en hombros, codo, cadera, rodillas, tobillos, pies”, entre otros síntomas de golpiza.

“Ese no es el Pintos que yo vi. A ése le pasó un tren por encima. No sé qué tren –afirmó Jurio–. Yo lo dejé compensado. El que le puede decir eso es Favole.” Más tarde reconoció que el paciente presentaba hematomas en diversas partes del cuerpo, a los que definió como “el golpecito banal totalmente intrascendente”. Favole fue el médico que tomó la guardia en la mañana del domingo 19 de octubre. “Tengo entendido que Favole recién lo ve a las tres y media de la tarde. Me hubiera gustado que lo hubieran llamado inmediatamente. Habríamos tenido otros resultados. Pero en la vida se hace lo que se puede, no lo que se quiere”, concluyó.

–Yo era un pinche ahí, el último orejón del tarro en todo el sistema –siguió.

–Pero usted dijo que nunca tuvo limitaciones desde el punto de vista técnico para actuar. Sus decisiones médicas, ¿fueron alguna vez cuestionadas? –quiso saber el juez Carlos Rozanski.

–No, pero todo siempre se puede hacer mejor.

El pedido de cambio de carátula expresado por el fiscal Marcelo Molina consiste en acusar a Jurio, Corsi y Favole de “autores” de las torturas seguidas de muerte en el caso Pintos. El abogado querellante y hermano de la víctima, Carlos Pintos, adhirió a la solicitud de la fiscalía y agregó que la imputación debía comprender, además, “el agravante de alevosía y ensañamiento”. “Los médicos no podían desconocer las torturas –aseguró–. Lo que acabamos de escuchar es una parodia. Los torturadores debían contar con la anuencia de los médicos para poder torturar.”

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El abogado de la querella, Carlos Pintos, hermano de una de las víctimas, Alberto Pintos.
Imagen: Télam
 
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