Franco Macri le envió una carta a la Comisión Investigadora de la Legislatura en la que se desvinculó de las escuchas ilegales. Siempre sugerida pero nunca afirmada del todo, la versión del jefe de Gobierno, Mauricio Macri, desviaba hacia su padre la responsabilidad por las pinchaduras realizadas a su cuñado. Sin embargo, Franco sostuvo en una declaración jurada: “No tengo vínculos, amistad o enemistad con los señores Ciro James, Jorge Palacios, José Luis Rey y Horacio Gallardo, quienes se encuentran procesados en la causa judicial”. Como regalo de bodas, se desentendió de los métodos que podría haber utilizado la empresa The Ackerman Group, contratada “para la seguridad de Sandra Macri”. Y todos contentos.

Mauricio Macri y sus diputados sugirieron más de una vez que el responsable de las escuchas a su cuñado era Franco. En una de las conferencias de prensa del jefe de Gobierno llegaron a repartir una copia de un reportaje en el que el empresario aceptaba haber contratado a Ackerman. El padre del jefe de Gobierno era el testigo estrella convocado por la CIE para un día después del casamiento de su hijo, dado que en ese momento estaba en el país. Optó por no ir. No fue el único que faltó: también lo hicieron los ex comisarios de la Federal Pascual Mazzeo y Héctor Barúa, que asesoran al ministro de Justicia, Guillermo Montenegro, y Ricardo Ferrón, un alto oficial de la Metropolitana al que Marcelo Parrilli acusa por un operativo en la dictadura. Las excusas fueron varias: enfermedad, inconveniencia del horario, que le avisaron con poco tiempo. La misma estrategia usó el lunes la plana mayor de la Metropolitana. Todos fueron vueltos a citar para el martes 23.

Franco Macri envió una carta firmada por él y por un escribano público, en la que aseguró que tenía compromisos “impostergables”. En el texto afirmó que no tiene vínculos con la causa judicial “con excepción de mi condición de padre del jefe de Gobierno”. Recordó que él ya había rechazado con otra carta las imputaciones que le hizo su yerno Daniel Leonardo. “Luego del secuestro de mi hijo Mauricio, ocurrido el mes de agosto de 1991, la seguridad de mi familia siempre constituyó mi preocupación primordial. Siempre contraté a distintas empresas especializadas en la materia”, señaló.

“En el caso de mi hija Sandra, ante el padecimiento de una enfermedad grave y de su casamiento con una persona que yo desconocía, requerí por decisión propia y exclusiva los servicios de The Ackerman Group, para preservar su seguridad y la de mis nietos”, indicó Franco Macri, quien recordó que los contrató cuando secuestraron a su hijo en 1991 y volvió a hacerlo en 2003, cuando la víctima fue su hija Florencia. Dijo que, en el caso de su hija Sandra, incorporó los servicios por “algunos meses” en 2008. “La contratación estuvo motivada en mi preocupación como padre y como abuelo por los repetidos hechos de inseguridad que ha padecido mi familia.”

En un párrafo que pareció destinado a cubrir al jefe de Gobierno, Franco Macri indicó: “No informé a mis hijos sobre las decisiones que adopté en cuanto a la seguridad familiar. Sí les informé a Mauricio y a sus hermanos acerca de mi preocupación por la seguridad de Sandra, ante lo cual me instaron, todos ellos, a que no adoptara ninguna acción que significara interferir con su vida familiar”. Afirmó que, por parte de Ackerman, Richard Ford le informaba periódicamente las novedades y recalcó que no se las comentó a Macri. “Los informes se vinculaban con aspectos que involucran la seguridad de Sandra”, aseguró. “No me consta, ni tampoco descarto, que para prestar sus servicios Ackerman Group haya subcontratado localmente los servicios de terceros.” Y se desentendió: “Desconozco los medios y las técnicas que se hayan utilizado para ese cometido”.