EL PAíS › OPINIóN

Apuntes desde el ring side

 Por Mario Wainfeld

Y pegue, Chaca, pegue. Hace un par de semanas se cumplieron cuarenta años de la victoria de Carlos Monzón sobre Nino Benvenuti, que le valdría el título mundial. El santafesino era un noqueador frío y temible. Tan sereno que más de una vez acomodó a su rival con una mano (la zurda, si podía elegir) para zurrarlo quirúrgicamente con su tremenda diestra. El recuerdo, atrevido, invadió la mente del cronista cuando vio a la diputada Graciela Camaño surtir a su colega kirchnerista Carlos Kunkel. Lo acomodó primero y trascartón le calzó una estimable piña. Luego se retiró, asintiendo con la cabeza, como diciendo “se la di”. Quien la vio, pudo concluir que esa mujer sabe pegar.

De todas formas, conviene no dramatizar. Las voces alzadas, los exabruptos y algún desmadre forman parte del juego parlamentario, en el mundo real. En la historia parlamentaria hay anécdotas surtidas, incluyendo un bife propinado por la entonces frepasista Mary Sánchez al menemista Jorge Matzkin. En otras latitudes, las peleas son más rudas y colectivas. En algunos países asiáticos se castigan más y a lastimar.

Ya en el plano de la inferencia, quizá la mano alzada tradujo la impotencia del Grupo A para instalar sus denuncias y sus alegatos.

Aun sin exagerar y sin caer en la indignación que es regla entre tantos comunicadores, usemos un eufemismo. Camaño hizo un flaco aporte a la calidad institucional, al debate y a la construcción de consensos. Lástima, porque, como se sabe, son la estrella polar de la oposición en general y de los peronistas federales en particular.

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Cero tres, cero tres, cuatro, cinco, seis. La reunión en la comisión de Asuntos Constitucionales, que preside Camaño, fue patética. Las supuestas denuncias de la cívica Elisa Carrió, la radical Elsa Alvarez y la episcopal-cobista Cinthia Hotton quedaron expuestas en su endeblez. Carrió aludió a discusiones públicas, tratando de mover el voto de diputados de otras banderías y a la bronca del federal Enrique Thomas porque “le querían operar a sus diputados”. González insistió en que no recibió ninguna oferta aunque chimentó que cortó la comunicación cuando le iban a pasar con un ministro. Hotton se sinceró: nadie la llamó, fue ella la que discó el número de la diputada Patricia Fadel (FpV) para pedirle su apoyo para un petitorio. Lo hizo en pleno debate de otra norma, medio extraño el momento elegido. En réplica, habría recibido una propuesta indecente, que Fadel negó indignada.

Las versiones desparramadas por la diputada Patricia Bullrich (itinerante, hoy cívica) acerca de SMS autoincriminatorios de oficialistas quedaron en el tintero.

Ninguna declarante tiene la menor prueba de una tentativa de cohecho. Una sola alega haber sido llamada. La judicialización de las fantasías de Hotton seguramente forzó su sinceridad. En una comisión comandada por el Grupo A puede armar cualquier relato. Una eventual pesquisa sobre cruce de llamadas en Tribunales le pone límites precisos.

Las protestas de Thomas son lógicas: a nadie le gusta que le operen al bloque. Pero esas maniobras integran el funcionamiento parlamentario. Si lo sabrá Thomas, quien, junto a su jefe Felipe Solá, se cambió de camiseta partidaria durante la disputa por las retenciones móviles. En ese debate, como en tantos otros, lobbies y grupos de interés entraron en las comisiones, se movilizaron y, por cierto, llamaron a legisladores.

Thomas, luego, actuó de gestor de negocios de los multimedios defendiendo sus intereses en los tribunales, sin mandato formal pero con enorme enjundia. La Corte Suprema lo zarandeó de lo lindo por litigar sin legitimidad procesal.

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¿Por qué no charlamo’ un ratito?: Un mito indigerible condiciona, por mala fe o ignorancia, toda la polémica. Pretende que las negociaciones pueden hacerse sin cruzarse, sin mezclarse con “el otro”, sin regatear. El disparate cunde.

Todas las normas se negocian entre distintas facciones, ni qué hablar la Ley de leyes. La plata es fungible y limitada, la asignación presupuestaria se construye con tiras y aflojes, demandas y transacciones. Los profanos pueden ignorarlo pero la rutina comienza al interior del propio Ejecutivo. Ministerios y reparticiones formulan sus peticiones, en Hacienda las acomodan. Todos piden de más, se contraoferta, se bluffea un poco, como ocurre en tantas ventas al menudeo.

Con los otros poderes pasa lo mismo. Ya no se evoca, pero hace poco cundió la cólera porque el Ejecutivo no aceptaba a libro cerrado el generoso aumento de partidas solicitado por la Corte Suprema. A Sus Señorías, libro cerrado, a la Presidenta ni justicia.

El juez Eugenio Raúl Zaffaroni señaló que siempre se abultan un poco las demandas y luego se adecuan. Y justificó que en la coyuntura había más necesidades porque se querían construir o mejorar edificios. Su claridad y honestidad intelectual resaltan por contraste y aleccionan. Son muchos los que tienen intereses en el Presupuesto, a ellos les cabe solicitar, fundar, luego negociar.

Con las provincias ocurre igual, en cualquier sistema federal. La filmografía de Hollywood describe esas tratativas con detalle.

Todo el tiempo las hay. También en el espectro opositor existen canjes y trueques: Proyecto Sur transó apoyar algunas normas a cambio de que el llamado Grupo A le avalara el tratamiento de otras.

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Cristina reconducción. Las flaqueantes denuncias robaron cámara a la contradicción principal: el Presupuesto 2011 no se discute, y aunque podría replantearse, todo indica que el Ejecutivo se manejará con el del 2010 “reconducido”, o sea prorrogado.

Para llegar a eso, los opositores negaron quórum. Meses atrás habían armado un escándalo porque el FpV hacía lo mismo. El vicepresidente Julio Cobos los amenazó con sanciones. El senador cordobés Luis Juez se comprometió a estar siempre en el recinto. Perjuró lo mismo anteayer, en un road show por canales de cable. Luego ordenó a sus diputados no participar. De nuevo, el cronista se confiesa crítico del sentido común dominante: dar o no quórum es un recurso, una táctica válida en la dinámica del Congreso. Claro que puede ser criticable cómo o cuánto se hace. Lo que no es serio es predicar con doble standard. Y menos, retractarse de la palabra propia a cada rato.

El radicalismo, que está ensimismado en sus internas, tampoco bajó al recinto. Fue funcional a la estrategia de Carrió, que los fustiga y asocia a prácticas corruptas. Lilita tiene mucha más cintura mediática y mucho menos potencial de voto que sus ex correligionarios hoy día y busca mejorar esa ecuación. Los boinas blancas se dejan conducir, se someten a las sospechas, producen desagravios a Jaroslavsky. Y son partícipes principales de un hecho inédito en 27 años, se le retaceó el Presupuesto a un oficialismo. Todos lo tuvieron, sí que all uso nostro.

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Dibujos tardíos y subestimaciones. En gestiones anteriores al kirchnerismo, el Presupuesto se aprobaba tarde y mal: una vez ejecutados, al menos parcialmente. Era consecuencia de la imprevisibilidad de la economía y de la dependencia del financiamiento externo, fuente principal (sí que catastrófica) de la mayoría de los recursos.

La asignación de recursos no se sustanciaba, pues, en la supuesta república perdida. El kirchnerismo produjo mayor sustentabilidad económica y previsibilidad, los presupuestos insólitamente se presentaron y trataron en la fecha prevista por la Constitución. Es cierto que no todo fue juego franco: desde sus albores, el kirchnerismo subestimó crecimiento e ingresos para disponer de más recursos sin control opositor. De cualquier modo, hubo un avance que sería bueno redondear con cálculos más ajustados. Eso sí, acatando el esquema constitucional: el oficialismo prepara la ley, la oposición la debate y controla. La existencia de dos dictámenes del Grupo A y de Proyecto Sur invadiendo la esfera del Ejecutivo desbarata la lógica constitucional y demuestra que la intención no es mejorar lo avanzado.

Es falaz argüir que el pase a Comisión decidido el miércoles anterior era un escollo insalvable para el tratamiento en recinto. No es un mandato divino: podía dejarse de lado con una decisión en contrario. El informado on line El Parlamentario.com relevó un antecedente en ese sentido, durante el mandato de Raúl Alfonsín, cuando el bien apodado “maestro” radical Juan Carlos Pugliese presidía Diputados.

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Trastocados. El decano de Sociales de la Universidad de Estocolmo escribe con urgencia a su discípulo, el politólogo sueco que hace su tesis de postgrado sobre Argentina. “Sé que una diputada le pegó a uno de sus adversarios. ¿Otro caso de crispación kirchnerista? ¿Diana Conti golpeó a Felipe Solá? Acláreme, acá llegan cables confusos”. El politólogo, abatido tras la derrota de Boca, responde de taquito. “Siempre le explico, profesor, acá las cosas no son tan sencillas”.

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Agenda deportiva. Gestionar con el Presupuesto 2010 distará de ser imposible pero algún trastorno traerá y es un retroceso institucional. Las imágenes de ayer, tanto como las denuncias revoleadas, damnifican a “la política”, no sólo a algunos protagonistas.

Por suerte, durante el martes y miércoles dos partidos de fútbol, golazo de Messi incluido, dominaron la atención del público. La agenda deportiva se completó con el piñazo de Camaño, que gozará de mayor repercusión que otros hechos más relevantes (y más preocupantes) consignados en estos apuntes.

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Imagen: Télam
 
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