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La jueza María Servini de Cubría se metió ayer de lleno en una batalla judicial que casi seguro terminará con el justicialismo más roto de lo que está. La magistrada ordenó, de hecho, que se hagan las elecciones internas, tal como las quiere el menemismo, y jugando en contra de lo que hoy votaría el congreso partidario: que no haya internas. Aunque nadie puede saber cómo terminará esta guerra, todo empieza hoy con la apelación del duhaldismo y los especialistas arriesgan cuatro hipótesis. La primera es que Menem terminará siendo el candidato oficial del PJ. La segunda, que el duhaldismo consigue que se apliquen los neolemas. La tercera, que el congreso vota una ley de lemas. La cuarta, que no habría elecciones el 27 de abril y recién se harían en octubre.
El fallo de Servini de Cubría se basa en los siguientes conceptos:
- Que Menem y Romero tienen derecho como individuos a elegir y ser elegidos y que eso no se puede bloquear dentro del PJ.
- La idea de que Kirchner, Rodríguez Saá y Menem se puedan presentar a la elección general, los tres con el nombre del PJ, no está prevista en la legislación. Significará confundir al electorado ya que las boletas tendrían pocas diferencias. Por lo tanto, si no está previsto, no se puede votar esa solución en el congreso del PJ.
El apoderado del PJ, el duhaldista Jorge Landau, ya anticipó que hoy a la mañana, antes de instalarse el congreso partidario en Lanús, se presentará una apelación, que llevará el caso a la Cámara Nacional Electoral dentro de pocos días.
- Lo que seguramente va a suceder es que hoy mismo Menem-Romero se inscribirán como candidatos en la interna del 23 de febrero, que por el fallo de Servini hasta ahora sigue rigiendo. Hoy mismo, a 30 días de esa interna, vence el plazo de presentación de fórmula.
- Si el proceso judicial termina en la Corte y ésta falla a favor de Menem, el riojano sería automáticamente proclamado candidato presidencial del PJ porque fue el único que se presentó.
- En ese caso, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá tendrán que ir por afuera, o sea con el nombre de otra agrupación política, algo que ambos tuvieron en la mira en algún momento.
- Si, por el contrario, en el proceso de apelaciones, las cosas terminan a favor del duhaldismo, los tres candidatos se podrán presentar con el nombre del PJ.
La lógica indica que la Cámara Nacional Electoral revocaría el fallo de Servini por cuanto –tal como adelantó Página/12 en exclusiva– ni el Código Nacional Electoral ni la Ley de los Partidos Políticos prohíbe que un partido presente más de una fórmula. En esencia, porque dividiendo los votos se perjudica a sí mismo y si un partido se quiere perjudicar, no se le puede prohibir. Y, en derecho, lo que no está prohibido, está permitido. Además, la Cámara adhiere fervientemente a la noción de autonomía de los partidos. Sin embargo, sea cual sea el fallo de la Cámara, el tema terminará en la Corte. Y entonces las dos alternativas son las dichas: fallo a favor del menemismo, el riojano se queda con la candidatura oficial, Kirchner y Rodríguez Saá van por fuera; fallo a favor del duhaldismo, los tres van como candidatos del PJ.
Sin embargo, hay otras dos alternativas posibles.
- El duhaldismo, en acuerdo con la UCR, vota en el Congreso una especie de ley de lemas, seguramente la que propone Gerardo Conte Grand. No es fácil porque se necesitan 129 votos, pero al radicalismo envuelto en la crisis en que está le podría venir bien una norma que les permita presentarse a Terragno y a Moreau. El grave problema es que para la mayoría de los juristas la ley de lemas, con sumatoria de votos entre candidatos de un mismo partido, es inconstitucional. * La otra alternativa es que el duhaldismo y la UCR se pongan de acuerdo en que las elecciones del 27 de abril son un inconveniente y voten en el Congreso que se postergan hasta octubre. Duhalde igual renuncia el 25 de mayo, la Asamblea Legislativa designa un presidente hasta diciembre y el 10 de ese mes asume el elegido en octubre.
- Queda una posibilidad más: que en febrero algún fallo judicial declare inconstitucional las elecciones de abril y obligue a hacerlas en octubre.
El único dato cierto en este berenjenal es que se trata de una batalla que el electorado mira con desprecio. Tal vez por eso, ningún candidato llega siquiera al 20 por ciento de los votos.