La CGT optó por continuar con el perfil bajo frente al discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el que señaló que no quería “ni explotación ni extorsión” señalando a empresarios y representantes de trabajadores. Mantuvieron reuniones “durante el día –ninguna formal– donde se trató ese tema, entre otros”, señaló una fuente gremial a Página/12. La decisión fue “no hacer más grande de lo que es” el debate. A su vez, el diputado Héctor Recalde –asesor legal de la central obrera– aseguró que la relación entre ambos “es más fuerte que antes”.

Después del cimbronazo inicial que generó el discurso de la Presidenta con el “reto” hacia los sectores gremiales, los dirigentes de la CGT decidieron no continuar con el ida y vuelta de mensajes para bajar los decibeles. “La alianza con la CGT está incólume. Me parece que está más fuerte que antes”, aseguró Recalde haciendo pie en la relación con el Gobierno. El diputado fue el único que salió a dar alguna respuesta sobre el tema, en sintonía con la definición tomada por los gremialistas. “El mensaje fue una reflexión para todo el mundo, y es fruto de un estado de saturación y hartazgo por todos los inconvenientes que le ponen”, agregó.

La alusión de Cristina Kirchner a la “extorsión” que sentía desde un sector del gremialismo en su discurso en José C. Paz generó miradas hacia los costados en todo el arco sindical. Fundamentalmente porque era la segunda vez que CFK hacía una mención al tema en la semana. La dirigencia de la CGT se mostró cauta y se llamó a silencio, salvo algunos dirigentes que lo interpretaron como “un llamado a la reflexión” para “todos los sindicatos”, tal como lo indicó el secretario general de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid. Lo que sí dejaron en claro fue que el mensaje no estaba “destinado a Moyano o la CGT”, como lo indicó Piumato. En ese sentido, el dirigente afirmó a través de Twitter que “los trabajadores no traicionan ni olvidan a quien se juega por ellos (Hugo Moyano). Por eso Perón, Evita y Néstor en nuestros corazones”, y agregó descartando las especulaciones sobre una ruptura entre el Gobierno y la CGT que “como no pueden decir que quieren volver el país al pasado negro, los profetas del odio buscan dividir al movimiento nacional y popular”.

“Hubo más de una reunión ayer entre los dirigentes, pero fueron todas informales”, indicó un integrante de la organización. La decisión de la CGT fue dejar que corra el agua para que se enfríe la situación “dando algunas señales puntuales”, como las declaraciones de Schmid, las del dirigente de los empleados judiciales Julio Piumato y las de Recalde. Por eso ayer los celulares de la mayoría de los integrantes de la mesa chica que conduce el líder camionero Hugo Moyano se encontraban apagados. “No va a haber una declaración formal sobre el tema”, confiaron en los pasillos de la organización de trabajadores.

“Algunos conflictos son de sectores que no tienen que ver con la conducción de la CGT”, apuntó Recalde, y puso como ejemplos los cortes en la Panamericana realizados por los trabajadores de Kraft que tiene una conducción de izquierda y el conflicto con los petroleros de Santa Cruz que encabezan sectores cercanos al diputado Francisco de Narváez. “Hay que ejercer los derechos con racionalidad, porque si se incurre en abuso, se deslegitima lo que se reclama y la acción opera como un boomerang”, insistió. Con todo, admitió que las demoras en los aeropuertos por asambleas gremiales fueron realizadas por un sindicato que integra la CGT. “Hay plena conciencia en todos, desde Moyano para abajo, en que lo principal es que Cristina acepte la candidatura y sea reelecta”, sentenció el abogado y agregó que iban a “hacer todo lo posible para que no haya desmadres, para que el derecho de protesta se ejerza con razonabilidad”.