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El histórico acuerdo de unidad de la izquierda argentina finalmente se frustró. Luego de una semana de duras negociaciones, la Izquierda Unida (IU) y el Partido Obrero (PO) confirmaron ayer el fracaso de las conversaciones, a pocas horas del cierre de inscripción de las alianzas para las elecciones presidenciales del 27 de abril. Quedaron así en el baúl de los sueños las aspiraciones a una fórmula presidencial conjunta liderada por Patricia Walsh y secundada por un hombre del PO. IU anunció entonces que su fórmula será Walsh-Marcelo Parrilli y mañana la presentarán en sociedad en Plaza de Mayo.
La jornada de ayer estuvo marcada por acusaciones cruzadas entre los principales referentes de las dos fuerzas políticas. “Hubo una actitud de provocación de parte de Izquierda Unida”, afirmó el líder del Partido Obrero (PO), Jorge Altamira. El actual legislador porteño se refería a la propuesta de la coalición integrada por el Partido Comunista (PC) y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), que otorgaba al PO el tercer lugar en las listas de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires y posiciones del sexto puesto para abajo en las listas para legisladores bonaerenses que cierran mañana.
Patricio Etchegaray, presidente del PC, fundamentó la postura de IU en un “criterio de proporcionalidad que surge de los resultados de los últimos comicios (octubre de 2001)”. “Propusimos una única excepcionalidad para garantizarle a Altamira un cargo elegible que permitiera su presencia en el Parlamento”, alegó el máximo referente comunista. Esa “excepcionalidad”, según IU, era el segundo puesto en la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. “Ese lugar era para nosotros”, afirma Vilma Ripoll, del MST, quien asegura que su agrupación aceptó dejarlo libre para garantizar el acuerdo con el PO.
La discusión sobre el segundo lugar en la fórmula presidencial parecía zanjada desde temprano, luego de que el PO aceptara presentar como candidato a una figura de segunda línea: Marcelo Ramal, secretario parlamentario del bloque del PO en la Legislatura porteña. Sin embargo, al mismo tiempo que aceptaba el criterio de IU de excluir a los máximos referentes partidarios del binomio, el PO denunciaba en un comunicado de prensa el “ignominioso veto a la candidatura de Jorge Altamira” calificándolo como “faccional y antiunitario”. Patricia Walsh, que no participó de ninguna de las conversaciones, había dejado ayer un mensaje en el contestador del celular de Jorge Altamira, que está de gira en Neuquén, intentando limar asperezas. La respuesta fue poco alentadora: Altamira agradeció, pero adelantó que el acuerdo no iba a “ser posible”.
Cuando ya todo estaba dicho y la izquierda ratificaba su división, la diplomacia quedó a un lado. Gabriel Solano, del PO, acusó a IU de defender “una política de aparatos”. La respuesta de Ripoll no se hizo esperar: “Ellos son una secta autoproclamatoria”. Una vez más, de los acuerdos se pasó a los insultos. El diálogo será para otra ocasión.