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“Luego del matrimonio igualitario hay que ir por el aborto legal, libre, seguro y gratuito”, dice César Rojas, candidato a jefe de Gobierno porteño por la alianza del Nuevo MAS (Movimiento Al Socialismo) y las Asambleas del Pueblo. Tiene 41 años, es docente y músico, estudió arte dramático y comenzó a militar tras el “argentinazo”, como llama a la movilización popular de diciembre de 2001. Lo hizo en asambleas barriales y también como activista de las minorías sexuales (LGBT). Finalmente, desembocó en el Nuevo MAS. Rojas destacó que mañana cierran su campaña a las 15 con una caravana desde Chacarita hasta el Obelisco.

–¿Por qué habría que votar a César Rojas?

–Represento un proyecto colectivo de organizaciones que viene dando una serie de peleas desde el llano en una campaña para instalar un debate. Para eso usamos las elecciones, como una tribuna sobre temas que consideramos que le urgen a la sociedad. Y elegimos el aborto porque nadie lo está militando. Estamos dando una pelea muy dura para romper el cerco proscriptivo de la nueva ley electoral que dejó afuera a muchos partidos, una ley orientada claramente a dejar afuera a la izquierda.

–La presidenta Cristina Fernández de Kirchner no parece estar inclinada a favor de esa iniciativa, ¿lo tuvieron presente?

–Sabemos que hay un pacto con Macri y con la Iglesia para no concederlo. El otorgamiento de la asignación universal a mujeres embarazadas y por hijo, aunque no estamos en contra del subsidio, es para terminar atando a la mujer a su destino de madre y ama de casa. Hay que plantear el derecho al aborto, ligado a la educación sexual y a la anticoncepción, y al mismo tiempo un plan de trabajo genuino que permita el desarrollo personal y profesional, y decidir libremente sobre su derecho a la maternidad.

–¿El aborto es el único tema de campaña?

–Luchamos contra la precarización laboral, el 40 por ciento de los trabajadores sigue en negro y precarizado. También planteamos la disolución de la Policía Metropolitana, y de la UCEP, una de las herramientas de Macri para el control social. Y la necesidad de un plan de viviendas populares, un Banco Ciudad para eso y no para que los directivos se den créditos a sí mismos.