Martes, 2 de agosto de 2011 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Luis Bruschtein
Mauricio Macri fue el claro ganador de las elecciones en la ciudad de Buenos Aires y el kirchnerismo deberá analizar no sólo el sentido de sus votos sino también el de los votos macristas. El respaldo a la campaña de Macri por parte de los grandes medios no fue determinante, aunque lo tuvo en todo momento. En ese contexto, esos grandes medios que fueron los que más festejaron el triunfo del PRO han sido al mismo tiempo los que más lo enturbiaron.
En el esfuerzo de edición cada vez más sesgado en período electoral, Macri, que viene de cuatro años de gestión, solamente aparece como la figura contrapuesta a Cristina Kirchner. Los títulos y gran parte de la edición estuvieron centrados en destacar que el contenido de los votos que logró Macri es esencialmente “antikirchnerista” y hablan de la “bronca” contra el Gobierno como el gran factor que determinó la masiva votación a favor de Macri.
De esta manera, hicieron desaparecer la figura de Macri desde un enfoque positivo. El Macri gobernante no ganó las elecciones. El que las ganó, según ese enfoque editorial, es el que apareció como la contracara posible de Cristina Kirchner. La Presidenta pasa a tener un protagonismo en ese triunfo: Macri es importante porque le pudo ganar a alguien importante.
El esfuerzo exagerado por tratar de recrear, en el marco de las elecciones presidenciales, un clima de crispación desfavorable al gobierno nacional, similar al que se vivía en el país durante el conflicto por la resolución 125, genera distorsiones, algunas muy evidentes y otras paradójicas, que terminan por perjudicar al que están tratando de ayudar.
Ese clima de guerra no existe más que en una porción bastante chica de los porteños, seguramente también votantes de Macri. De hecho, pocos días antes de la primera vuelta, la encuesta realizada por Poliarquía señalaba que de cada cuatro votantes de Macri en la ciudad, uno votaría por Cristina Kirchner en las presidenciales. Ese voto no podría coexistir dentro del macrismo en un clima de beligerancia como el que tratan de instalar los grandes medios.
Hay un núcleo duro anti K dentro del macrismo, pero la gran mayoría de los votantes no tiene esa actitud. Si no existe ese clima y por lo tanto, el voto a Macri no fue por “anti K”, entonces fue por la positiva. Quiere decir que un sector importante de la ciudadanía hizo una valoración positiva de algunos aspectos de la gestión del macrismo en la ciudad y, en consecuencia, votó por su continuidad.
Esa perspectiva abre una zona de reflexión más interesante, incluso para el macrismo, que la perspectiva de un confrontativismo que no está en la calle ni en la cabeza de la mayoría. Sin embargo, esta zona de reflexión no estuvo en ninguno de los medios que festejaron el triunfo de Macri. No hubo ninguno que explicara la razón de esos votos. Como si ellos mismos tampoco creyeran mucho en esa línea de argumentación que podría mostrar un flanco positivo para Macri como gobernante y como dirigente.
Es falso que se dé por sabido o que esté implícito. Y realmente es extraño que no hayan hecho por lo menos el intento de saber cuáles de las medidas de la gestión macrista tuvieron ese impacto electoral o contribuyeron a generarlo, incluso neutralizando otros temas deficientes de esa gestión, como educación, salud y vivienda, que usó mucho en su campaña la oposición a Macri.
Hay un elemento importante de continuidad que sobresale en el sentido del voto porteño con respecto a Mauricio Macri. Continuidad en la gestión en la ciudad. Pero ayer, en la primera conferencia de prensa oficial que realizó después de su victoria en la segunda vuelta, Macri centró su exposición en su proyecto presidencial para el 2015. No fue una actitud en línea con sus electores, hablar de lo que hará dentro de cuatro años fuera de la ciudad, en vez de reafirmar lo que hará en esos cuatro años en la ciudad. Pero de alguna manera esas primeras palabras describieron sus prioridades.
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