EL PAíS › ELISA CARRIO VE ELECCIONES A MEDIANO PLAZO
“Preso de los lobbies, Duhalde provocó un saqueo del saqueo”
La diputada y principal referente del ARI afirmó que esta semana se pondrá a prueba la estabilidad del Gobierno. Afirma también que “falta un cuarto huracán” de limpieza que se lleve los restos del viejo régimen, pero que también podría darse una reacción de los sectores que son desplazados, “que no tiene por qué ser igual al golpe militar del 24 de marzo de 1976”.
Por Felipe Yapur
Fuma menos, y se nota. Es una de las consecuencias de la recaída que tuvo a comienzos del año cuando el estrés y la tiroides le jugaron una mala pasada. Pero esto no le quitó vehemencia a Elisa Carrió. Para la líder del ARI la gestión del presidente Eduardo Duhalde se encuentra en su máximo nivel de debilidad. Situación que se expresa en la licuación de las deudas de las grandes empresas que implementó el gobierno nacional: “Preso de los lobbies, Duhalde provocó un verdadero saqueo del saqueo”, aseguró y agregó que esta semana será clave para la actual administración. Mientras tanto, se concentra en la instrucción de la acusación a los nueve miembros de la Corte Suprema.
–El reclamo popular obligó a los partidos tradicionales a enjuiciar a la Corte. ¿No cree también que el Gobierno se vale de este juicio político como para sacar de la escena a la crisis económica?
–No, creo que es más que nada el empuje que tiene el cambio social que se está generando en la Argentina. Esto determina que haya avances que son indiscutibles porque de lo contrario le rebotan al mismo gobierno. Es decir, qué pasaba si íbamos a una sesión especial donde la oposición pedía un juicio a la Corte y el justicialismo no asistía a esa reunión. Iba a quedar como frenando el proceso a la Corte. Creo que el viento social torna imposibles otras conductas, incluso las especulativas. Diríamos que va más allá de la voluntad y de los tiempos de la propia clase dirigente.
–¿No teme que, mientras se instruye el juicio, el Gobierno negocie paralelamente jubilaciones o renuncias de los miembros de la Corte?
–Es posible que eso ocurra. Por eso presentamos tres proyectos en la Cámara de Diputados. Uno de ellos dice que no se le puede aceptar la renuncia mientras se tramite el juicio político. Otro que establece que no pueden obtener la jubilación mientras esté pendiente la sustanciación del juicio y el tercero, si se dieran estas circunstancias, que el juicio continuará a los efectos de las accesorias de inhabilitación absoluta y perpetua para ocupar cargos públicos.
–¿Ahora bien, a partir de esta movilización popular piensa que el Gobierno está en condiciones de negociar una salida anticipada de los jueces?
–No, no. Le será muy difícil. Además nuestro trabajo es ese: empujar para que el juicio político avance y vetar y denunciar cualquier situación de acuerdo. Que es en definitiva lo que venimos haciendo desde hace un mes.
–En la Comisión de Juicio Político se notó que la experiencia es muy desigual entre los legisladores. ¿Esto puede conspirar en contra cuando se tiene enfrente a la Corte?
–Si hay un buen grupo técnico que analice las causales creo que no ocurrirá eso. Porque en realidad la mayoría de las causales se refieren a cuestiones patentes a la luz del mismo fallo. Y creo que tenemos que ayudar a todos para hacerla más homogénea. Creo que tenemos que ayudar al presidente de la comisión, Sergio Acevedo, que tiene buenas intenciones. Pero también Acevedo tiene que entender que, cuando algunos decimos algo, lo hacemos porque la experiencia y la buena voluntad hace que lo queramos ayudar.
–¿Cómo evalúa la administración de Eduardo Duhalde?
–Hace unos días dijo que su gobierno está fuerte. Por lo general, cuando se está débil se dice ese tipo de cosas y, objetivamente, creo que su gobierno es de extrema debilidad. Ya se lo había dicho cuando se debatió y aprobó la ley de Emergencia Económica. Delegar facultades a un Presidente elegido por una Asamblea Legislativa es no sólo inconstitucional, sino que se permite que un Presidente sea preso de los lobbies. Y esto es lo que sucedió.
–¿Y cuándo se debilita Duhalde?
–Cuando finalmente los lobbies devaluacionistas de las grandes empresas lo encarcelan y consiguen la devaluación y la licuación de pasivos más espectacular de la historia. Y por otro lado, esto plantea la embestida de los dolarizadores junto a Carlos Menem. A esto se le suma el pacto que realizaron los pesificadores y devaluacionistas, con (el ministro de la Producción Ignacio) De Mendiguren a la cabeza, ese viernes a la noche después del fallo de la Corte contra el corralito. El ministro junto a (el titular del Banco Boston, Manuel) Sacerdote, (el titular del Banco Galicia, Eduardo) Escasany y (Rodolfo) Daer deciden presionar para que el programa económico incluyan el uno a uno para las grandes empresas, incluso las que generan divisas. Esto generó la crítica del FMI tanto a la licuación de pasivos empresarios como al presupuesto. En consecuencia pierden el apoyo internacional, con lo cual la situación es altamente complicada.
–Sin embargo, Duhalde durante su discurso del viernes negó que se haya realizado tal licuación de deudas.
–Es una mentira, porque la licuación que provocó el programa económico es un verdadero saqueo del saqueo. Y Duhalde lo sabe, como también sabe que la semana que viene es decisiva en términos de estabilización y desestabilización.
–¿Usted cree que entonces el Gobierno está tambaleando?
–Uno se hace fuerte cuando toma conciencia de la debilidad que tiene. No es diciendo “soy fuerte” que uno supera la debilidad. Lo que yo veo es algo muy parecido a la última parte del gobierno de (Fernando) De la Rúa, quien se abroquelaba diciendo “soy fuerte”, cuando en realidad era extremadamente débil. Creo que no tiene la lucidez suficiente. Por eso, cuando nosotros aconsejábamos en diciembre un acuerdo democrático por tres meses, elecciones no desordenadas para marzo y con una renovación total de la política, era porque le dábamos a una parición de por sí dolorosa, instrumentos de pacificación y canales institucionales. En cambio ahora, cada vez más nos acercamos a una salida electoral pero caótica.
–¿Otra vez revuelta popular, represión y muertos?
–Así es. Pero hay algo más peligroso, porque estamos en medio de una guerra del poder económico muy fuerte, sin límites. En un enfrentamiento político entre lo que resta del menemismo con su coalición económica y el duhaldismo. Si a esto se le suma una revuelta popular generalizada, entonces una plaza puede ser funcional a un planteo de la derecha.
–¿Le cree realmente a Duhalde cuando habla del fin del modelo y la alianza con el sector productivo?
–Es muy difícil que cambien el modelo los mismos que lo articularon políticamente. Porque el nivel de compromisos y relaciones finalmente los hacen regresar al pasado. El pasado los condena por la forma de hacer política y por sus vinculaciones empresariales y financieras.
–Por lo tanto, lo mejor que puede pasar es que el Presidente llame a elecciones.
–Sí, y creo que vamos a ello, pero me hubiera gustado que fuera de manera ordenada. Yo no quiero que se haga de manera caótica, porque el llamado a elecciones será la decisión más inteligente y moderada. Porque si no se soluciona el problema institucional mucho menos se resolverá el problema económico y social.
–El escenario que usted plantea no es para nada optimista.
–Acá el problema es que estamos en huracanes. Y los errores se pagan muy caro, no estamos en un momento de estabilidad. Entonces, un error se paga diez veces. Y cuando uno comete diez errores, todo contribuye a una mayor debilidad. Este es el gran problema. Por eso es preferible en estos momentos de huracanes, no actuar hasta que se esté seguro de cómo y hacia dónde se va a ir. La serenidad es el elemento más importante paraarticular algo que sea racional y permita una salida lo menos caótica posible.
–Por qué no explica mejor eso de que estamos en tiempos de huracanes.
–Lo dije en la primera Asamblea Legislativa, y lo reitero ahora, la lógica política de la secuencia de esta crisis es que falta el cuarto y último huracán y creo que empieza ya. El primero fue con la renuncia de (Carlos) Chacho Alvarez, primera crisis económica y de deuda. El segundo es la caída de López Murphy y la designación de Cavallo. El tercero ocurre con la renuncia de Cavallo y De la Rúa y se lleva al partido radical. Y falta este cuarto y último que bien se puede llevar todas las estructuras de la Argentina actual.
–¿Este argumento no favorece a la amenaza de guerra civil que utiliza Duhalde en cada uno de sus discursos?
–No, no, no. Porque acá nadie habla de violencia, esto es un huracán de limpieza. Además, acá no hay guerra civil porque es absolutamente falsa la hipótesis porque no hay civiles enfrentados. Lo que hay es millones de argentinos en revuelta pacífica que quieren instituciones más sanas, transparentes. Quieren poder alimentarse, educarse y tener justicia. Incluso no hay una agenda exagerada sino más bien elemental. Y por eso es una revuelta colectiva que no enfrenta a nadie, donde la clase media está junto a los piqueteros. Yo creo que esto va bien, y la gente no tiene que tener miedo. Pero creo que hay sectores que quieren que haya violencia. Yo no tengo duda de que la violencia en los sucesos del 20 de diciembre fue provocada. Y provino de sectores de la provincia de Buenos Aires y de la Policía Federal.
–¿Cuando se refiere a sectores bonaerenses está hablando de Carlos Ruckauf?
–Yo creo que Ruckauf deberá dar muchas respuestas en el futuro sobre esos sucesos. Porque hay una cosa clara, los cacerolazos fueron siempre espontáneos, pero hubo algunos con violencia y otros sin ella. La coincidencia es que los cacerolazos sin violencia se producen a partir de que asume Duhalde. Además, cuando uno habla con la gente de las villas de la provincia, dicen que durante los saqueos hubo zona liberada. Y Ruckauf tiene que responder. De todas maneras él ya no existe más desde que huyó de la gobernación.
–Usted caracterizó el acuerdo PJ y UCR como la última alianza de supervivencia. Si esa alianza no funciona, ¿qué viene después?
–Puede venir un intento más grave todavía. La experiencia comparada indica que el punto final, el fin del régimen en América Latina se ha dado siempre por el aglutinamiento de las fuerzas que hasta ese momento detentaban el poder. Se unen para vivir y esto incluye lo represivo, porque el régimen tratará de salvarse hasta que se disuelve. Y en este sentido no es improbable algún planteo de la derecha y de sectores militares.
–¿Cómo se puede dar esta salida autoritaria?
–No será un golpe como el del ‘76. Cuando uno habla de este tipo de intervención es porque todo el sistema de partidos y de poder económico no alcanzan para sostener un gobierno uno o dos meses, y en consecuencia sostener un bloque dominante. En realidad, lo que perturba no es la caída de los gobiernos, sino la crisis del bloque dominante. El último intento es una amenaza represiva que incluye generar algún tipo de caos. Y sobre la base de ese caos, amenazar a la población con alguna instancia de represión que, a su vez, esté enmarcada en la campaña que diga que “acá es necesaria la ley, es necesario ordenar”. En definitiva, es jugar con el miedo. No van a triunfar, pero lo van a intentar.
–¿Y quién puede protagonizar esa alternativa autoritaria?
–Bueno, cuando veo cómo se quiere instalar (Ricardo) López Murphy me hace acordar a Chamizo y su Nueva Fuerza, con mucha prensa a pesar de lamala o poca imagen que tiene. De todas formas no va a triunfar a pesar de que lo puede llegar a intentar. Pero no triunfará porque vamos camino a una nueva república, vamos a reinstitucionalización muy importante. Pero que habrá intento de perjudicar este nuevo régimen no tengo dudas.