SOCIEDAD › AL TRUEQUE YA SE SUMARON EMPRESAS Y UNA PREPAGA. Y PLANEAN IMPRIMIR EN CASA DE MONEDA LOS BILLETES QUE USAN

Moneda fuerte

Ya no es la torta por una remera. Ahora, en el trueque hay empresas. Hay una oficina de salvataje para pymes, se puede comprar un auto usado, hacer cursos y comprar propiedades: ya hay una escritura por una transacción hecha con “créditos”, la moneda del sistema. El crecimiento es tal que se prevé imprimirlos en Casa de Moneda.

 Por Mariana Carbajal

El trueque se volvió imparable. Ahora ya no sólo se cambian empanadas por ropa o clases de inglés por tareas de plomería. En San Luis se acaba de vender un terreno de 270.000 pesos con 270.000 créditos, la moneda del sistema. Con créditos se puede veranear, construir una casa, adquirir un auto usado, ir al teatro o ver un recital. En los últimos días se inauguraron una oficina de salvataje de pymes a través del trueque y la primera prepaga en la cual tanto los médicos como las consultas se abonan con créditos. El volumen de circulante araña los 40 millones. Los organizadores están estudiando imprimir los billetes en la Casa de Moneda. Ingenios, molinos y otras grandes corporaciones están evaluando su incorporación a esta economía paralela e informal que no usa pesos ni dólares. “Somos la tercera moneda”, dice sin dudar Horacio Covas, uno de sus ideólogos. Pero no sólo los números del trueque asombran. Más aún la alegría de quienes lo practican: son los únicos optimistas en esta Argentina acorralada, de piquetes y cacerolas.
El primer club del trueque nació seis años atrás como un laboratorio social con menos de treinta personas. Hoy son más de medio millón los asociados y se multiplican como hongos: cada día se abren unas treinta nuevas ferias o nodos a lo largo del país, una cifra que poco tiempo atrás era un promedio mensual. Ya hay más de 4500, desde Tierra del Fuego hasta Misiones. Se calcula que unos 3 millones de argentinos están directa o indirectamente vinculados al sistema, aunque no hay publicidad y se difunde boca a boca. El gran salto ocurrió el último año, en consonancia con la profundización de la crisis económica y el desempleo, cuando se incorporaron más prosumidores que en los cinco años anteriores.
Sobre su escritorio, Covas tiene un listado con los pedidos de circulante que le llegaron a lo largo del día desde distintos puntos del país. Hace la suma y anuncia con cierto orgullo: “Necesito enviarles 840.000 créditos mañana. A razón de 50 créditos por nuevo asociado, quiere decir que ayer se sumaron al sistema 16.800 personas”. Su oficina está en la Bernalesa, una fábrica de Bernal que dejó de ser tal y ahora su predio es sede del primer club del trueque del país que abrió en 1995 y hoy funciona tres veces por semana y reúne a más de 15.000 prosumidores, como se llaman los asociados. “Lejos del intercambio de empanadas por pulóveres, buscamos un modelo superador. Ya estamos construyendo viviendas de madera con un convenio marco con la Facultad de Arquitectura de la UBA”, destaca Covas.
Medicina
No es la única novedad de este sistema que nació “para mostrar al mundo que se puede humanizar la economía y se puede tener una moneda sin inflación”, según palabras de Covas. El 7 de enero comenzó a funcionar la prepaga del Programa de Autosuficiencia Regional –nombre formal del sistema– con consultorios externos en una clínica de la localidad bonaerense de Claypole que había cerrado en 1999. “Hicimos todas las remodelaciones con créditos. Todos los médicos cobran en créditos, igual que el personal administrativo y de seguridad de la clínica. También la medicación la conseguimos en créditos”, detalló a Página/12 Alba Fernández, directora administrativa del centro de salud. La directora médica es Elena Lucena, jefa de Vías Urinarias del Hospital Finocchietto, de Avellaneda. Con promotoras y volantes en los nodos, empezaron a afiliar prosumidores: ya tienen 150 socios. Cada grupo familiar -independientemente de la cantidad de miembros– paga 10 créditos y 2 pesos por mes y 20 créditos la consulta. “Cobramos pesos porque hay gastos fijos como la luz y el teléfono que no podemos pagarlos con créditos”, explicó Alba, que se dedica a conseguir medicamentos en los nodos. Cada médico se queda con el 70 por ciento de la consulta y el 30 por ciento restante queda para la clínica. “En Avellaneda conseguí una farmacia que me va avender con créditos”, señaló la mujer. El centro médico cuenta con diversidad de especialidades: desde cardiología, ginecología y pediatría hasta kinesiología, nefrología y traumatología. También servicio de rayos, ecografías y electrocardiografías.
Pymes
La medicina no es la única rama nueva del sistema. Tres semanas atrás, en el edificio de la Bernalesa se abrió la oficina de Trueque Pyme con la idea de “ponerles las manos a las persianas” y proponer estrategias de salvataje a empresas que están con la soga al cuello, cuenta María de los Angeles Kelez, una de las personas que trabaja en el sector. Su propia historia es una muestra de la fuerza que hoy tiene el trueque: después de cerrar una agencia de viajes, empezó vendiendo flanes y ahora gerencia una empresa de catering que le permite vivir a su familia como si generase un ingreso de más de 4000 pesos (ver aparte).
La prueba piloto de pymes la están haciendo con la fábrica Lourdes, productora de conservas y dulces de San Rafael, de Mendoza, pero ya tienen un listado que supera la docena de pequeños y medianos empresarios que no tienen cómo pagar salarios, están en convocatoria de acreedores, o a punto de cerrar, y que están analizando las posibilidades de incorporarse al trueque como alternativa para superar la crisis. Los esperaría un mercado de unos 3 millones de consumidores y una red con 4500 puntos de distribución a lo largo y a lo ancho de todas las provincias. La mayoría de los empresarios en apuros llegó a la Bernalesa a sugerencia de sus propios empleados, que vieron en la posibilidad de cobrar en créditos una especie de tiquet canasta que les permitiría subsistir.
Según precisó Víctor Solmi, un empresario de San Pedro, impulsor de Trueque Pyme, la fábrica Lourdes llegó a tener 30 empleados. Ahora estaba parada hacía varios meses, viniéndose abajo, con la caldera rota. El dueño no tenía un peso para cosechar sus duraznos y por el precio de la fruta -0,03 pesos el kilo– no le resultaba rentable levantarla. “Le otorgamos un préstamo en créditos. Con créditos le conseguimos una caldera y pudo pintar y arreglar los techos. Ahora va a cosechar con desocupados anónimos (una bolsa de trabajo del club de trueque). La idea es que pague el préstamo con productos. La mercadería se lleva a los nodos y así se recuperan los créditos del préstamo”, detalló Solmi. En realidad, la empresa familiar de los Solmi, que comercializa motos, topadoras y motoniveladoras, se vinculó al trueque 12 años atrás cuando en medio de la Perestroika armó un sistema de intercambio con compañías rusas, por el cual les enviaban productos alimentarios y recibían tractores.
¿La tercera moneda?
Entusiasmadísimo con el sistema, Solmi cree que el trueque no tiene techo. Como muestra de su crecimiento, saca de su maletín una fotocopia de la escritura que días atrás se hizo por la compra de un terreno en San Luis. Se vendió a 270.000 pesos y se pagó con 270.000 créditos “ya que las partes justiprecian en $ 1 = 1 Tiquet Trueque”, según dejó constancia en el documento el escribano puntano Felipe Dante Aviani.
“Somos la tercera moneda”, afirma Covas. Para dar una idea de la fuerza de los créditos, Rubén Ravera, otro de los fundadores, dice que acaba de llegar de Corrientes donde el ticket trueque “se acepta más que el bono provincial Secacorp”.
Hasta ahora, el talón de Aquiles del sistema han sido el azúcar, el aceite y la harina, materias primas que no se consiguen en los nodos y que obliga a los prosumidores que las necesitan para sus manufacturas a pagarlas con pesos en el mercado formal. Sin embargo, sería inminente la incorporación a los clubes de trueque de las grandes corporaciones, según anuncia Ravera. Ha tenido varios contactos con la principal productora de yerba mate del país, con ingenios y molinos, y afirma que tienen intención de entrar. Actualmente el volumen de circulante ronda los 40 millones. Como no dan abasto para imprimirlo, están en tratativas con la Casa de Moneda para emitirlo ahí. Como muestra de la explosión que experimentó el sistema en los últimos meses, Graciela Moraña, responsable de franquicias, capacitación y apertura de nodos, revela que en las “charlas de primera vez que antes tenían 50 personas, ahora hay 120”. En los últimos 5 meses, precisa, se sumaron alrededor de 45.000 socios por mes.
Comprar un auto usado, construir una casa completa, ir al odontólogo, a la peluquería, hacer un curso de marketing, de computación o aprender inglés, francés o portugués: las posibilidades de compra con créditos ya son infinitas. Las Madres de Plaza de Mayo se plegaron a la movida y acaban de abrir un nodo que funcionará los domingos de 17 a 19 en la Plaza Congreso. Fue bautizado El Corralito.
El jueves 24, Covas, Rovera y Solmi fueron invitados a sumarse al diálogo social impulsado por el Gobierno, la Iglesia y las Naciones Unidas. “Estuvimos con Juampi Cafiero, contamos nuestra experiencia y quedó sorprendido. Nos dijo que había sido la única buena onda de la concertación”, recordó Solmi.
En Chile ya importaron la idea y abrieron los primeros clubes de trueque. Río de Janeiro creó un proyecto similar. Meses atrás, el New York Times le dedicó un artículo en su edición dominical, la BBC acaba de producir un video de una hora que emitirá en marzo y periodistas de Italia, Francia y España han viajado al país para conocerlo.

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