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Nadie sobra en la lucha
Por Eduardo Tagliaferro
A lo largo de su historia la humanidad ha sido guiada por distintos estandartes. ¿Qué fuerza tienen las banderas? Algunas pueden ser una síntesis de sueños o simplemente dar cuenta de una realidad. Como la bandera roja que en el acto de cierre del segundo Foro Social Mundial estaba al fondo del salón principal. “Nadie sobra”, afirmaba en letras amarillas. Además de reflejar la necesidad de aumentar la convocatoria, la consigna puede llevarnos a comprender algunas de las contradicciones que sobrelleva el movimiento contra el neoliberalismo. Por supuesto que cuando el mundo aparece amenazado por un monstruo que ha puesto en marcha todo el poder de su industria bélica, “nadie sobra”. No hay neutrales cuando lo que está en juego es el futuro de la humanidad. El Foro fue contundente el condenar al terrorismo y la guerra. Los que vinieron a Porto Alegre saben que no hay galletita en el mundo que le impida a George W. Bush, abandonar los bocados que tiene en la mira. Tal vez la única forma sea hacer escuchar el grito de los millones de marginados de la Tierra. Y ese fue uno de los grandes logros del Foro. El año pasado el Foro contó con 12 mil participantes. De esta edición formaron parte más de 60 mil personas. El hecho fue reconocido como un logro por los organizadores. Claro que con el crecimiento también cambió la composición. A diferencia del primer encuentro, dominado por las temáticas de las minorías, con numerosas delegaciones africanas y asiáticas, en esta oportunidad se impusieron las delegaciones europeas. El dato no es menor si se tiene en cuenta que tras de esto se impusieron otros temas de debate. ¿Cuán antiguo es el viejo continente? Lo bastante para tener resueltas algunas de las necesidades materiales para una vida digna. Tal vez por esto les haya costado a algunos delegados acercarse a las prioridades de los países más pobres. Tampoco faltaron los europeos que trasladaron sus “internas” a algunos talleres del Foro. Algunos seguidores de Trotsky aportaron lo suyo. Entre ellos los que se aventuraron a señalar que “en la Argentina se está haciendo la revolución”. Además de ser un obstáculo para comprender la realidad, la caracterización tal vez sólo sume confusión. Y es bien sabido que en la confusión a veces hay más para perder que para ganar. Este Foro fue mucho más politizado que el del año pasado. Sintetizar en política las experiencias de los movimientos sociales es uno de los principales dilemas a resolver. Los “movimientistas” suelen recelar de los políticos. Y la historia da cuenta de importantes movimientos que no lograron cambiar la realidad de sus países, por falta de poder político. Ese que suele traducirse en partidos y liderazgo. Por lo pronto la agenda de lucha contra el neoliberalismo tiene muchos puntos concretos para fortalecer la unidad del movimiento. Entre ellos dar por tierra con el ALCA, la iniciativa norteamericana para Latinoamérica.