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- Turismo. El chileno Sebastián Piñera fue el primer presidente en llegar a Colombia. Llegó el miércoles a la noche con su mujer, Cecilia Morel, porque pensaba aprovechar para pasear un poco porque no conocía. Buceó en las Islas del Rosario, caminó por el centro histórico y después permitió que el colombiano Juan Manuel Santos hiciera literalmente de anfitrión: lo llevó a conocer lo que considera es el lugar más lindo de Colombia, la Sierra Nevada de Santa Marta. Allí participaron de un ritual de armonía con la naturaleza de la comunidad aborigen kogui.

- Hospedaje. Ocho hoteles son los oficiales de la Cumbre, en los que se alojan los presidentes y las demás autoridades que participan del evento. Barack Obama es un privilegiado porque tendrá a su disposición las 341 habitaciones del Hilton Cartagena. El gobierno de Santos está orgulloso porque nunca un presidente norteamericano había pasado una noche en Colombia y Obama se quedará dos. Cristina Kirchner se alojará en el enorme Hotel Las Américas, uno de los que albergarán más delegaciones: diecinueve en total. Curiosamente, son todas delegaciones de Centroamérica.

- Heroica. Cartagena de Indias se ganó el apodo de “la heroica” luego de soportar más de tres meses de bloqueo de las fuerzas españolas en 1815. Desde ayer, el bloqueo para los habitantes será vehicular. Además del centro histórico, cerrarán varios barrios y en otros sectores será restringido. La multa para los infractores es de quince salarios mínimos.

- Empate. Ya un clásico de las cumbres, Evo Morales llegó con su equipo de fútbol para jugar un partidito con un combinado local de “amigos del presidente Santos” que, cual Droopy, parece estar en varios lugares al mismo tiempo por estos días. El partido terminó con un salomónico 2 a 2. Evo hizo uno de los goles de su equipo y para el combinado colombiano marcó uno de penal el vicepresidente Angelino Garzón.

- Quejas. No sólo de las complicaciones del tránsito se quejaban los habitantes de Cartagena. Otro motivo fue la repentina ausencia de turistas, que huyeron hacia otros destinos imaginando los inconvenientes que traería la Cumbre. Uno de ellos, por ejemplo, fueron las varias calles cortadas del centro histórico el jueves a la noche, para una cena de los cancilleres en la Plaza de la Proclamación. La animación de la velada corrió por cuenta del grupo musical Delirio de Cali.