EL PAíS › REPORTAJE A MAURICIO ROSENCOF, ORADOR INVITADO AL ACTO DE MEMORIA ACTIVA

“La memoria es una barricada”

Uruguayo, ex preso político, escritor, dramaturgo, poeta, ex ministro de Cultura de Montevideo, habla el martes para honrar “a extraordinarios militantes judíos que quiero reivindicar” como parte de la “lucha por los derechos humanos”.

 Por Raúl Kollmann

“Yo creo que estamos en deuda con lo que es la vieja izquierda, que tuvo una presencia muy importante de la colectividad judía. Hay mil jóvenes desaparecidos durante nuestras dictaduras de origen judío. En las brigadas internacionales que lucharon contra el fascismo, el 25 por ciento eran judíos. Y yo me crié entre sastres, zapateros, carpinteros que hablaban en idish. Trabajadores con una conciencia clara. En honor a ellos voy a hablar en el acto de Memoria Activa recordando a las víctimas de la AMIA.” Las palabras provienen de Mauricio Rosencof, poeta, dramaturgo, ex dirigente del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros; compañero del presidente uruguayo José “Pepe” Mujica a lo largo de los once años de encarcelamiento en que fueron rehenes de los militares uruguayos. El objetivo de la dictadura era enloquecerlos, metiéndolos en pozos, en la famosa La Sala 8 (título del último libro de Rosencof) y moviéndolos de un lado a otro para destruir su moral. Como se verá en el diálogo con Página/12, a los 79 años, Rosencof exhibe su espíritu indomable.

“La lucha rioplatense por los derechos humanos es una de las grandes causas del humanismo universal –ha dicho muchas veces el ex ministro de Cultura de Montevideo–. La memoria es una barricada para el Nunca Más.”

–¿Lo tendremos entonces el martes a las 18 hablando en el acto convocado por los familiares de Memoria Activa?

–Así es. Acepté la invitación en honor a esos extraordinarios militantes judíos que quiero reivindicar. Cuando hubo que luchar contra el fascismo, allí fueron los 15.000 integrantes de las Brigadas Internacionales que combatieron en España contra la invasión franquista y los aviones nazis. El 25 por ciento eran judíos y tenían un batallón propio en el que había una publicación en idish. En esa tradición, luego fue fundamental la presencia de compañeros judíos en el Partido Comunista Uruguayo, en el Partido Socialista Uruguayo y en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Un poco se ha diluido ese recuerdo y hay que rescatarlo. ¿Sabía usted que en las Brigadas Internacionales hubo 54 muertos uruguayos? ¿Y sabía que diez eran judíos? Hay que recobrar la voz de todos ellos. Por esa tradición es que hoy tenemos ministros judíos en el gabinete del presidente Mujica.

–¿Usted nació a la política en ese ambiente?

–Claro. Mi papá era bolchevique. Así se reivindicaba. Hablaba polaco, español e idish. Era del Sindicato Unico de la Aguja, el de sastres, aunque él decía que era un de-sastre. Se leía el diario en idish, Unzer Frend, y el local del sindicato lleva el nombre de un sastre que está enterrado en el cementerio de La Paz, en Canelones, y en la tumba en lugar de la estrella de David hay una hoz y un martillo. Hay que tener en cuenta que venimos de ahí. Por eso, mi presencia en el acto por las víctimas de la AMIA es emocional, en mi caso. Es recordar y poner las cosas en su sitio. Las voces de los judíos de izquierda no tienen la presencia que tuvieron y que tienen que tener.

–¿El sentido de su presencia tiene que ver con la resistencia de los familiares de las víctimas?

–Por supuesto. Yo tengo como referente moral y de resistencia a Mordejai Anilevich, en el alzamiento del Gueto de Varsovia; a Primo Levi, que luchó contra los nazis junto a sus estudiantes y luego dio ese ejemplo de ética de la resistencia en Auschwitz. Piense que Rosa, la hermana de mi padre, fue la única sobreviviente de su familia. Todos murieron en los campos de concentración. Raúl Sendic, mi amigo y gran dirigente de Tupamaros, decía en aquel entonces que tomaba como modelo a los kibutzim de Palestina. Shimon Peres fue secretario general de la Internacional Socialista. Por eso hay que recordar, a los luchadores judíos, a aquellos mil militantes judíos de- saparecidos y a las víctimas de los dos atentados de Buenos Aires. Es lo que me llevó a aceptar la invitación. Soy uruguayo hasta las patas, gardeliano, tanguero. Y soy judío.

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