Jueves, 4 de octubre de 2012 | Hoy
EL PAíS › EL GOBIERNO DESCABEZó LAS CúPULAS DE LA PREFECTURA Y DE LA GENDARMERíA Y ANOCHE ARRANCó UNA NEGOCIACIóN
Los nuevos jefes de Prefectura y de Gendarmería iniciaron anoche negociaciones. El Gobierno confirmó que se cobrará lo mismo que el mes pasado. Hubo declaraciones en el Congreso y de los organismos de derechos humanos.
Por Raúl Kollmann
El Gobierno resolvió descabezar la cúpula de la Prefectura y de la Gendarmería, luego de la revuelta iniciada en esas fuerzas por los sueldos mal liquidados, y confiaba en que las nuevas autoridades consiguieran encauzar las negociaciones que anoche ya estaban en marcha. Más temprano, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, había anticipado que gendarmes y prefectos cobrarían lo mismo que el mes anterior y que a partir de ahora la liquidación de sueldos quedaba en manos del Ministerio de Seguridad para evitar repetir errores. Durante la jornada, casi todos los partidos con representación en el Congreso, los organismos de derechos humanos, representantes gremiales y de la cultura instaron a los sublevados a obedecer a la conducción de su fuerza y encauzar la protesta dentro de las instancias del sistema democrático.
“Nosotros vemos que el conflicto se está decantando, pero hay que esperar –sostenían anoche en la Casa Rosada–. Todo el requerimiento salarial fue tomado en cuenta y, por lo pronto, se estableció que nadie recibirá en mano menos sueldo que el mes pasado. El relevo de las cúpulas de Prefectura y la Gendarmería también descomprimió la crisis que había entre los efectivos y sus jefes. Un síntoma importante es que los hombres de cada una de las fuerzas están conversando con sus nuevos jefes, aunque todavía no se concretó nada. El Ministerio de Seguridad y los nuevos jefes están buscando interlocutores válidos. A esta hora de la noche no se avanzó. La cantidad de gente que participa del movimiento no aumentó y va decayendo. Con el correr de las horas creció la condena social y se fueron pronunciando todos los sectores políticos, reclamándoles a los efectivos que vuelvan a sus casas y unidades. Con ese cuadro, la permanencia del movimiento empieza a parecerse más a un capricho y a la ambición de unos pocos. De todas maneras, hay que esperar.”
Este era el diagnóstico formulado anoche por un alto funcionario del Gobierno, cuando hacía un rato que la pantalla de los hogares argentinos había hecho zapping esperando que empezara el frustrado partido Argentina-Brasil, en Chaco, suspendido por falta de luz. La jornada había sido larga, tensa y con acontecimientos de trascendencia.
Muy temprano, efectivos de la Gendarmería ya se habían sumado a la protesta que frente al edificio Guardacostas protagonizaban los prefectos. En el Centinela, de la Gendarmería, se vieron imágenes muy parecidas a las del Guardacostas (ver página 7). La protesta se puso en marcha pese a que ya había trascendido que la Gendarmería no liquidaría los sueldos de sus efectivos con las nuevas pautas del decreto 1307, sino que automáticamente los recibos y los depósitos serían idénticos a los de la primera semana de septiembre. Sin embargo, grupos de gendarmes se sumaron al movimiento, tanto en Retiro, como en Campo de Mayo y en unidades del interior.
A las 11, Abal Medina anunció que también los prefectos recibirían el mismo pago que el mes pasado mediante una suma compensatoria. “No sabemos si esto es simplemente un problema administrativo concreto –dijo–, tenemos serias sospechas de que se está usando a los de más abajo, a los que el decreto explícitamente preveía que no podían ser perjudicados, como carne de maniobra por aquellos que quieren mantener los privilegios de seguir cobrando 80, 90 o 100 mil pesos.” El jefe de Gabinete puso tácitamente el acento en que los rangos más altos de la Prefectura y Gendarmería tenían sus sueldos fijados por cautelares judiciales, mientras que los que menos ganan vieron sorpresivamente reducidos sus sueldos en mano, cuando el decreto no preveía tal cosa.
Abal Medina no sólo prometió una investigación, sino que hubo un explícito comunicado del Ministerio de Seguridad anunciando que serían compensados todos los sueldos inferiores a 12.500 pesos y que, de ahora en adelante, las liquidaciones serán hechas por el ministerio y ya no por cada fuerza. En Seguridad afirmaban que en los simulacros hechos por Prefectura y Gendarmería no aparecieron casos notorios de injusticia y por eso se avanzó en las liquidaciones, pero también se trabajará en saber si hubo responsabilidades además en el propio Ministerio de Seguridad.
Al mediodía, el movimiento ya tenía una respuesta a su principal demanda. Sin embargo, los discursos frente al Guardacostas y el Centinela fueron subiendo de tono. Ya no era que sus ingresos se habían reducido, sino que exigían un mínimo de 7500 pesos. Y, como de contrabando, se reclamaba que “no se toquen los sueldos determinados por la Justicia”. Se intentó así meter por la ventana la aspiración de los altos cargos que con las cautelares habían logrado elevar sus ingresos en decenas de miles de pesos mensuales. Inesperadamente, apareció sumándose un pequeño sector de la Armada y el camionero Hugo Moyano recibió a algunos de los efectivos para apoyar su reclamo.
Ya por la tarde, la ministra de Seguridad, Nilda Garré, y el secretario de esa cartera, Sergio Berni, anunciaron el desplazamiento de las cúpulas de la Gendarmería y la Prefectura. Fueron desplazados diez comandantes mayores y diez prefectos generales. El objetivo fue descomprimir a los altos mando que eran percibidos por los oficiales y suboficiales de las fuerzas como quienes permitieron que les afectaran sus sueldos. El desgaste de ambas cúpulas viene desde hace un tiempo. Por un lado, queda claro que Héctor Schenone y Oscar Arce encabezaron el proceso de mayor crecimiento de la historia de la Gendarmería y la Prefectura, con un aumento inédito en la cantidad de efectivos, unidades, vehículos y presupuesto, pero también con la participación de ambas fuerzas en tareas de seguridad urbana. Gendarmes y prefectos pasaron a estar en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, en muchos casos lejos de sus hogares y en alojamientos poco adecuados. Anoche se comentaba que estos temas serían tratados por los nuevos jefes a corto plazo.
En reemplazo de Schenone y Arce, asumieron Enrique Zach en Gendarmería y Luis Alberto Heiler en Prefectura. Este fue recibido con aplauso en el edificio Guardacostas, donde lo esperaron para iniciar las conversaciones. Ambos jefes tienen un perfil parecido. Heiler comandó la Prefectura en La Boca y la zona de influencia, donde la fuerza participó en tareas de seguridad en varias villas. Zach era el jefe de la Región Uno, con sede en Campo de Mayo, desde donde se ocupó de las tareas de seguridad de la Gendarmería en el conurbano y en la zona sur de la ciudad.
Al caer la noche ambos jefes estaban en sus puestos, algo que contrastó con sus antecesores que prácticamente quedaron de rehenes del movimiento de protesta. “Por lo menos lo que están reclamando ahora es hablar con los jefes de cada fuerza, lo que está dentro de la lógica. Un día antes exigían hablar con ministros y hasta con la Presidenta. Es un primer paso. Se están buscando los interlocutores. Después, los jefes, con el Ministerio de Seguridad, escucharán y contestarán. El reclamo de todas las fuerzas políticas de que deben deponer su actitud tiene mucha importancia, porque ya a la noche le quitó toda legitimación social al movimiento”, evaluaban en el Gobierno.
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