Sábado, 24 de noviembre de 2012 | Hoy
EL PAíS › COMUNICADO DEL GRUPO DE LAICOS CRISTIANOS PARA EL TERCER MILENIO
Por Washington Uranga
Los laicos católicos, que el 19 de octubre pasado exigieron a los obispos un pronunciamiento a raíz de las declaraciones del dictador Jorge Videla en relación con la actuación de la jerarquía eclesiástica acerca de violaciones de los derechos humanos, emitieron ahora un nuevo comunicado en el que se lamentan por “la dolorosa insatisfacción que nos producen las ambigüedades y omisiones del mensaje episcopal” del 9 de noviembre, titulado “Carta al Pueblo de Dios”. Además, demandan al Episcopado católico que no sólo se exija a los capellanes militares y de las fuerzas de seguridad la entrega de toda la información que tengan sobre los niños y adultos secuestrados y desaparecidos, sino que también abran todos los archivos que posee la Iglesia para facilitar las investigaciones en búsqueda de la verdad sobre violaciones a los derechos humanos, tarea con la que los obispos dicen querer cooperar.
El documento, en forma de carta dirigida al titular del Episcopado –el arzobispo santafesino José María Arancedo–, lleva la firma de Hernán Patiño Mayer, Angel A. Bruno, Alicia Pierini, Gustavo Bottini, Ana María Biancalana, Rodolfo Luis Brardinelli, Cristina Domeniconi, Ricardo Mc Loughling, Ana Cafiero, Rodolfo Valerio Briozzo y Fernando Portillo, integrantes del equipo coordinador de lo que a partir de ahora comenzó a denominarse Cristianos para el Tercer Milenio, actuando en representación de los aproximadamente cuatrocientos laicos cristianos que firmaron el primer mensaje a los obispos el pasado 19 de octubre. Este texto es la segunda réplica que recibe el documento episcopal del 9 de noviembre, que había sido ya enérgicamente rechazado por el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres apenas dos días después de haberse conocido.
La polémica se inició cuando se conocieron las declaraciones de Videla en un reportaje concedido al periodista Ceferino Reato, en las cuales el ex militar reconoció la complicidad de la jerarquía eclesiástica en los delitos de lesa humanidad por los cuales fue condenado. Esta situación fue desmentida por los actuales obispos, quienes prefirieron una actitud comprensiva respecto de sus antecesores, aunque de condena formal a las violaciones a los derechos humanos y de tibio reconocimiento de posibles errores por parte del Episcopado, mientras mostraban su disposición a la búsqueda de la verdad, aunque sin promover ninguna medida efectiva. Revelaciones periodísticas hechas por Página/12 habían dado cuenta ya de documentos existentes en los archivos del Episcopado que podrían echar luz sobre la actuación de la jerarquía y aclarar casos de desapariciones.
Ahora los Cristianos para el Tercer Milenio comienzan diciendo que “somos conscientes de que la Carta es una forma de reconocer la validez de las cuestiones planteadas en nuestro documento” y rescatan “la claridad con que afirma que es necesario poner empeño en la búsqueda de la verdad”. Pero advierten que “este propósito, sin embargo, aparece empañado por una serie de ambigüedades y omisiones”. Quizá por ser fruto de una “prolongada discusión”, sostienen que la carta de la jerarquía parece “privilegiar la ‘unidad formal e institucional’ por encima de la fidelidad a la Palabra y la vocación profética”. Después de reiterar la “dolorosa insatisfacción” que les ha generado la respuesta episcopal, los firmantes vuelven a reclamar a los obispos –a quienes nombran como “nuestros pastores”– que “hagan cesar el público pecado de escándalo que se configura hoy, cuando un criminal convicto y confeso de delitos de lesa humanidad, sin arrepentirse ni manifestar voluntad alguna de reparación de las atrocidades cometidas, tiene acceso al sacramento de la Eucaristía”. Al mismo tiempo piden que “no sólo exhorten sino que exijan a los capellanes militares y de las fuerzas de seguridad, sacerdotes, religiosos, religiosas y cristianos en general que brinden toda la información que tengan sobre los menores secuestrados o sobre el destino de los desaparecidos”. Dicen que los obispos “ayudarán así a poner fin a la tortura moral de las Abuelas o, al menos, a devolver a las familias la mínima paz del destino conocido”.
Los laicos agradecen el reconocimiento hecho por el Grupo de Curas en Opción por los Pobres, valoran “su testimonio y compromiso ministerial” y también el acompañamiento de otros, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos consagrados “que comparten los valores que nos movilizan”. Por último, expresan, en un lenguaje que puede resultar muy próximo a la comprensión episcopal y reconociéndose ellos mismos como integrantes de la Iglesia, que “esperamos que como parte de la búsqueda de verdad, reconocimiento, arrepentimiento y reparación a la que felizmente se comprometieron, puedan nuestros obispos, con la asistencia de Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria, dar pronta respuesta a estos reclamos y hagan cesar situaciones escandalosas que confunden y debilitan al Pueblo Peregrino del que formamos parte”.
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