Domingo, 16 de diciembre de 2012 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Martín Granovsky
Fue el juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni quien lo advirtió en Página/12 dos domingos atrás. Dijo que la Argentina no puede basarse en un Derecho al que llamó, irónicamente, “cautelar”. Y para explicarlo usó una frase: “Un Derecho por las dudas”. Para Zaffaroni es tan Derecho por las dudas que una medida de amparo demore indefinidamente un fallo de fondo como una prisión preventiva capaz de mantener en la cárcel a una persona años y años sólo porque el fallo no se produce en tiempo razonable.
Muchos litigios en pocos meses: Fragata Libertad detenida con intento de embargo de los acreedores que no aceptaron dos canjes de deuda, planteo de los fondos buitre en la Justicia de Nueva York, pedido del Grupo Clarín de que un juez declare la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fuera del rango de las certezas constitucionales, cautelares, fallos de la Corte Suprema sobre las cautelares, fallo de fondo del juez Horacio Alfonso a favor de la constitucionalidad de que el Grupo Clarín se adapte a los nuevos límites. Tantos litigios sembraron miles de procesalistas aficionados, con o sin título de la Facultad de Derecho, y sin que los primeros fueran siempre menos peores que los segundos.
Sin usurpar títulos y honores de los buenos procesalistas, la orden emitida ayer por el Tribunal de Derecho del Mar sobre la Fragata Libertad llama la atención por un elemento: la velocidad.
Sin usurpar esos mismos títulos, tampoco, en el análisis de otro caso, la velocidad se impuso en el fallo de segunda instancia de la Justicia de Nueva York cuando suspendió hasta febrero –es decir, una suspensión con fecha exacta y muy cercana– la sentencia del juez Thomas Griesa en contra de los derechos argentinos en un juicio entablado por los abogados de dos fondos buitre.
Hace poco más de un mes, el 14 de noviembre, el Tribunal de Derecho del Mar recibió los escritos sentando las posturas de la Argentina y de Ghana y ayer, 15 de diciembre, ya estaba lista la orden de liberación de la Fragata.
La orden del Tribunal tiene un costado interesante. Al leer el texto completo no aparecen los fondos buitre como sujeto ni como parte del litigio. De un lado está la Argentina, que considera a la Fragata Libertad como un buque de guerra y sostiene que por eso el barco no puede ser retenido. También alega que forzar a la fragata a seguir en el puerto de Tema viola la libertad de navegación.
Por otro lado está Ghana, con su argumento de que la libertad de navegación rige para las aguas internacionales y no para las interiores.
El Tribunal entendió que para un navío de guerra no hay distinción de aguas. Al seguir esa línea maestra dispuso sus tres medidas de ayer: la libertad de movimientos para la fragata, la presentación de los reclamos de cada país el sábado que viene en el propio Tribunal y el pago de los gastos a cargo de Ghana y de la Argentina por separado. Cualquier apreciación sobre los documentos que se entreguen el sábado 22 no cambiará la orden de liberación del barco.
Para el Estado argentino, es un buen final por seis motivos:
- El pleito distraía energías del principal objetivo de política internacional de la Argentina, que es coordinar esfuerzos para la integración sudamericana y prevenir en la mayor medida posible los coletazos de la crisis global.
- Tanto las humillaciones reales como la percepción sobre que el país pudo haber sufrido una humillación nacional suelen crear un irredentismo que desvía esfuerzos respecto de la meta de mejorar las condiciones de vida, sobre todo de los sectores más vulnerables.
- Para los fondos buitre y sus lobbyistas es un traspié.
- El traspié queda potenciado por el fallo de la Cámara de Nueva York frenando el ímpetu de Griesa, que ya quería un depósito en efectivo por parte de la Argentina a favor de un pago futuro para el sector minoritario de bonistas que, al revés del 93 por ciento, no aceptaron los dos canjes.
- El Gobierno dispone ahora de un mayor margen de maniobra para diseñar una estrategia de fondo con vistas a febrero en Nueva York.
- Aunque ayer el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, y el canciller, Héctor Timerman, aparecieran juntos en la conferencia de prensa, algo lógico en medio de un litigio internacional, la Fragata Libertad atracó en Ghana contra las recomendaciones del canciller. Ghana era un puerto que la Marina había excluido de sus giras durante los siete años de jefatura del almirante Jorge Godoy. Por impericia, como mínimo, Ghana volvió al derrotero de la Fragata Libertad y terminó en derrota. La experiencia puede servir para establecer políticas rigurosas que no sólo reduzcan daños sino que los impidan.
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