Viernes, 15 de febrero de 2013 | Hoy
EL PAíS › COMENZARON A DECLARAR EN EL JUICIO ESMA LOS ACUSADOS DE PARTICIPAR EN LOS VUELOS DE LA MUERTE
El abogado Gonzalo Torres de Tolosa dijo que almorzaba todas las semanas con El Tigre Acosta en la ESMA, porque “allí se comía bien”, pero negó haber participado de los vuelos. Los otros acusados que declararon ayer también rechazaron las acusaciones.
Por Adriana Meyer
La expectativa era grande, pero las declaraciones dejaron la conocida sensación de libreto repetido. En el megajuicio ESMA III declararon ayer los primeros imputados por los denominados vuelos de la muerte, que los genocidas utilizaron para arrojar al mar a detenidos que pasaron por ese centro de exterminio. Los pilotos de Aerolíneas Argentinas y ex aviadores de la Prefectura Alejandro D’Agostino y Enrique Saint George negaron haber comandado esos vuelos que lanzaban prisioneros de la ESMA, vivos y dopados, a las aguas del Río de la Plata y el Atlántico. También fue el turno del mecánico Rubén Ormella, quien rompió en llanto cuando le tocó hablar, y del abogado Gonzalo Torres de Tolosa, quien sólo admitió ser íntimo amigo del torturador Jorge “El Tigre” Acosta.
Este ex secretario del juzgado de instrucción 9 y ex defensor de genocidas está imputado por más de 500 víctimas, y como civil formó parte del grupo de tareas 3.3.2. Como se negó a responder preguntas, los jueces del Tribunal Oral Federal 5 dieron lectura a su indagatoria, de mayo pasado. Torres de Tolosa está acusado por los casos de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo y otros familiares secuestrados entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977. Según estableció el fiscal Eduardo Taiano, “las víctimas Alice Domon, Leonie Duquet, María Ballestrino de Careaga, María Eugenia Ponce de Blanco, Angela Auad, Patricia Oviedo, Raquel Bulit, Eduardo Horane, Remo Bernardo, Horacio Elbert, Julio Fondovila y Azucena Villaflor de Vincenti permanecieron en la ESMA unos 15 días, período en el cual (Jorge “El Tigre”) Acosta, (Antonio) Pernías, (Alfredo) Astiz, (Héctor) Febres, (Alberto) González, (Raúl) Scheller y (Juan Carlos) Rolón, entre otros, decidieron e implementaron los traslados”. Esta medida consistía en “aplicarles una inyección de pentotal para ser conducidos al avión desde el cual fueron arrojados mar adentro”. Las víctimas mencionadas habrían sido asesinadas en el viaje del avión Skyvan PA51 de la Prefectura que despegó a las 21.30 del aeroparque el 14 de diciembre de 1977, y aterrizó al día siguiente a la 0.40 en el mismo destino”.
Torres de Tolosa dijo que almorzaba una o dos veces por semana con Acosta en la ESMA, porque “allí se comía bien”, pero negó haber hablado sobre la “lucha antisubversiva” y haber visto detenidos. “Era en la cámara de oficiales, hablábamos de la situación política, él me preguntaba qué decía la gente afuera y yo le contestaba que no tenía ni idea de la guerra”, dijo el imputado. Allí se produjo un contrapunto porque en el “casino” de oficiales está comprobado que hubo detenidos.
El abogado admitió que salía a pasear con Adolfo Scilingo, el primer “arrepentido” que mencionó los vuelos, porque “lo ayudaba en su tratamiento por el alcoholismo”. Y negó su participación en esta metodología de exterminio, tal como lo había señalado Scilingo, al explicar que viajar en avión le produce “estrés y diarrea”. Sobre su fallecido hermano, Alvaro Torres de Tolosa, dijo: “Sus tareas eran secretas, no lo vi en la ESMA ni tampoco me contaba nada, yo sabía de un grupo de oficiales que combatía la subversión, pero no conocía su funcionamiento”. Scilingo lo había sindicado con el alias de Teniente Vaca, al parecer por su contextura física, pero ayer dijo que jamás lo llamaron así.
Luego siguió Rubén Ormello, mecánico retirado de la Armada, quien entre llantos también se negó a declarar. En sus dichos previos había afirmado que al momento de los hechos era un cabo de 21 años, que sólo ingresó a esa fuerza para poder terminar la secundaria, que no entiende por qué está acusado siendo que tiene ideas socialistas y de izquierda, y que su “injusta” detención le impide criar a sus hijos. También desacreditó a los testigos que lo señalaron como partícipe de los vuelos al decir que lo hicieron por “celos profesionales”, dado que él había obtenido un ascenso en Aerolíneas y ellos no. Ormello también está imputado por los casos del denominado grupo de la Santa Cruz, que incluye a las fundadoras de Madres. “Soy mecánico de tierra, no de vuelo”, había dicho en su defensa. Y sostuvo que sólo hizo vuelos en los aviones DC3 como parte de su instrucción como mecánico aeronáutico.
Los otros dos acusados también adujeron haber sido “instructores” que pilotearon aeronaves que “no se detenían en puntos intermedios”. El primer piloto en declarar, Alejandro D’Agostino, dijo que “soy inocente de los cargos que se me imputan, jamás he visto trasladar a nadie en aviones de la Prefectura”. Además, enfatizó que “no existe constancia fehaciente que diga que el grupo de familiares y religiosas conocido como de la Santa Cruz haya sido trasladado en el vuelo del 14 de diciembre”. E intentó basar su defensa en aspectos técnicos sobre aviación.
“Jamas he participado en vuelos en que fueran trasladados detenidos para ser arrojados al mar abierto o al río”, se defendió el segundo piloto, Alejandro Saint George. Y si bien admitió haber estado en el vuelo del 14 de diciembre apuntado por la fiscalía, afirmó que no trasladó personas. Imputado por las mismas víctimas que quienes lo antecedieron en el banquillo, dijo que si los vuelos en cuestión “están anotados en las planillas los debo haber realizado pero no recuerdo el del 14 de diciembre”. Agregó que “no puede sostenerse que el grupo de tareas operara en la clandestinidad y que, a su vez, quedara registrado el vuelo”, y que sólo estuvo en la ESMA en 1970 cuando se recibió.
El juicio seguirá el lunes con las declaraciones indagatorias de los acusados Luis Navarro, Mario Palet y Julio Poch.
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