Las encuestas no produjeron grandes pifiadas en las elecciones de este domingo. En la provincia de Buenos Aires, ninguna diagnosticó 12 puntos de diferencia en forma pública, pero cuando ya estaba prohibida la difusión, la mayoría vio que aumentaba la distancia entre Sergio Massa y Martín Insaurralde, producto de una polarización que suele ser habitual en los últimos días. En la Ciudad de Buenos Aires tampoco hubo sorpresas, pese a que era difícil pronosticar los niveles de corte de boleta. Todos diagnosticaron un triunfo con cierta amplitud de Gabriela Michetti, que Pino Solanas tenía ventaja sobre Daniel Filmus y que el margen en diputados sería estrecho. Respecto del total general, la distribución de bancas y resultados de las provincias con más población, tampoco hubo errores de diagnóstico importantes.

Por supuesto que las PASO fueron un gran ordenador, una encuesta sobre el total de la población que ya adelantaba ideas sobre el resultado del domingo. En agosto, la diferencia a favor de Massa se había disparado a 15 puntos e inclusive hubo encuestadores que dijeron que las cosas podían terminar en un 50 a 30, es decir con 20 puntos de diferencia.

Todos los consultores percibieron luego una reducción, algo que hicieron público varias empresas –CEOP, Poliarquía, Analogías, Hugo Haime, Raúl Aragón, Managment&Fit, MGMR–, llegando a estar la franja entre 5 y 8 puntos. Sobre el final, cuando ya no se podían hacer públicas, este diario accedió a los trabajos que estiraban la diferencia a 9, 10 y hasta 12 puntos. El dato trascendente fue la caída de Francisco de Narváez al 5 por ciento, lo que nutrió a Sergio Massa sobre el final.

En el territorio porteño también hubo aciertos generalizados en casi todos los diagnósticos. El gran interrogante de todos los consultores era el nivel de corte de boleta. En los sondeos llegó a haber un 35 por ciento de encuestados que decían que iban a cortar. Pero el análisis de la mayoría de los consultores –entre ellos Ricardo Rouvier– era que Elisa Carrió iba a estar cerca del rabino Sergio Bergman y que ello arrastraría hacia arriba el voto de Pino Solanas, otorgándole ventaja sobre Daniel Filmus. La victoria de Gabriela Michetti nunca estuvo en duda. Algunos la pusieron por encima del 40 por ciento, algo que no ocurrió, y la mayoría diagnosticó que Bergman estaría por encima de Carrió.

En el total nacional, Artemio López no sólo mantuvo el pronóstico de que el FpV sería primera minoría, por encima del 30 por ciento, sino que arriesgó que el oficialismo retendría el quórum en ambas cámaras. Ambas cosas se verificaron con precisión.

Ibarómetro –la consultora de Doris Capurro e Ignacio Ramírez– anticipó el amplio triunfo de Sergio Urribarri. En Santa Fe, las consultoras provinciales y también el CEOP adelantaron la victoria de Hermes Binner, el segundo lugar para Miguel Del Sel y el tercero para Jorge Obeid. Tal vez, las consultoras cordobesas no previeron que la diferencia entre Juan Schiaretti y Oscar Aguad iba a ser tan estrecha, pero sí percibieron que Carolina Scotto, del FpV, le sacaría una luz al macrista Héctor Baldassi. Por último, también las empresas de encuestas de Mendoza acertaron con la holgada victoria de Julio Cobos.

Fue una campaña en que las encuestas no produjeron grandes controversias: ninguno adelantó un triunfo inexistente ni ventajas o desventajas que quedaron fuera del margen de error científico y razonablemente aceptable.

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