EL PAíS › NO PUDO HOMENAJEAR A WALLENBERG
Di Tella sin brújula
La Fundación Wallenberg impidió la participación de Torcuato Di Tella en un homenaje al diplomático sueco que jugó su vida por salvar a personas perseguidas por el nazismo y fue desaparecido en la ex Unión Soviética.
Por Horacio Verbitsky
El secretario de Cultura de la Nación Torcuato Di Tella fue repudiado ayer en el acto de homenaje al diplomático sueco Raoul Wallenberg por su defensa de “notorios criminales de guerra”. El homenaje se realizó frente al monumento que conmemora a Wallenberg, quien salvó a miles de personas perseguidas por los nazis en Hungría, donde estaba acreditado, y desapareció luego de ser arrestado por tropas del Ejército Rojo de la entonces Unión Soviética. El discurso escrito por el sacerdote católico Horacio Moreno, presidente de la Casa Argentina en Jerusalem, fue leído por el vicepresidente de la sección argentina de la Fundación Wallenberg, Natalio Wengrower, en presencia de Di Tella.
“La riqueza de las Naciones no resulta sólo de la mera acumulación de capital sino, más bien, de la capacidad que tiene un pueblo para mirar de frente su pasado, por atroz que haya sido. Nuestra Fundación reconoce los claroscuros que caracterizan al gran cuadro de la Argentina.” Luego de recordar que numerosos criminales de guerra encontraron refugio en la Argentina al amparo de la complicidad de sus simpatizantes, públicos y privados, el texto del presbítero Moreno sostuvo que “mientras muchos países han decidido reconocer sus faltas en relación a lo sucedido durante el Holocausto, parece ser que en la Argentina no logramos terminar de ajustar cuentas con nuestro pasado. En pleno siglo XXI no resulta precisamente agradable saber que un secretario de cultura firma cartas a favor de notorios criminales de guerra”. Al concluir el discurso, Di Tella aplaudió, como si el mensaje se hubiera referido a Pacho O’Donnell o Beatriz Gutiérrez Walker.
Di Tella solicitó ser invitado al acto, que organizaron la Fundación Raul Wallenberg y la embajada de Suecia en Buenos Aires. Invocó para ello la representación del presidente Néstor Kirchner. Su propósito era colocar una rosa roja en el monumento, pero los organizadores lo excluyeron de la ceremonia. Tampoco le permitieron subir al palco de honor, ocupado por la embajadora de Suecia, Madeleine Ströje-Wilkens, el jefe de gobierno de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, integrantes de la Fundación Wallenberg y sobrevivientes del Holocausto salvados por el diplomático sueco. También fue invitada a subir al palco, pero prefirió permanecer entre el público, la candidata a la jefatura de gobierno, Patricia Bullrich. Una vez notificado de que no se le permitiría participar del homenaje, Di Tella permaneció en el lugar al pie del palco. También estaban presentes los embajadores de Israel y Suiza, Benjamin Oron y Armin Ritz; el presidente de la DAIA, José Hercman, y el ex jefe del Ejército y nuevo embajador en Colombia Martín Balza. Luego de la ceremonia, los asistentes fueron invitados a un brindis en la embajada de Suecia. Varios invitados habían comunicado que no asistirían si estaba presente Di Tella. El secretario de Cultura no asistió.
El 21 de mayo Di Tella había enviado una carta a 22 diputados estadounidenses que reclamaban por la pasada protección a fugitivos nazis en la Argentina. En ella negó que Juan (Ivo) Rojnica y Esperanza (Nada) Sakic fueran criminales de guerra y dijo que las acusaciones contra ellos del Centro Simón Wiesenthal y el periodista Uki Goñi “ponen en ridículo la justa causa de la búsqueda de nazis y colaboracionistas responsables de crímenes de guerra y crímenes en contra de la humanidad”. Documentos hallados por Goñi indican que Rojnica fue detenido en 1946 cuando una de sus víctimas lo identificó en una calle de Trieste como el colaborador de las SS y la Gestapo que arrestó a su marido y su suegro en la ciudad de Dubrovnik y saqueó el negocio familiar. Los dos hombres fueron enviados a un campo de concentración, del que no regresaron. Según el documento del ministerio de guerra británico, Rojnica vestía el uniforme de las SS y su tarea era “la purga de elementos sospechosos y de judíos”. El Centro Wiesenthal documentó que Nada Sakic fue guardia o comandante en la secciónfemenina del campo de concentración Jasenovac, instalado por el régimen fascista Ustasha, aliado de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Allí fueron asesinados más de medio millón de personas. El primer director del campo había sido Vjekoslav Maks Luburic, el medio hermano de Nada, quien fue fotografiada vistiendo el uniforme croata. Durante el gobierno de Carlos Menem fue extraditada a Croacia, pero no pudo ser condenada pese a los testimonios en su contra, porque todos los testigos habían muerto. Su esposo, Dinko Sakic fue condenado a veinte años de prisión. Cinco semanas después de su carta a los legisladores norteamericanos, Di Tella se retractó y reconoció que “dadas las posiciones que los acusados tuvieron en el sistema ustasha, deben haber cometido los actos más viles imaginables” y los llamó “malvados nazis”. En un reportaje concedido a la revista TXT, fue más allá: “El tipo debe haber cometido crímenes de guerra”, dijo. La misma publicación descubrió que Rojnica es uno de los donantes que mantienen la Universidad Torcuato Di Tella. “Imagínese que no vamos a defender a un criminal sólo porque puso unos mangos”, minimizó Di Tella.
El mensaje del presbítero Moreno añadió que “más importante que la vida misma es la verdad. Cuando renunciamos a ella la caída es ilimitada e inevitable. No hay otra forma de mirar a nuestro prójimo a los ojos que asumiendo lo que fuimos y lo que somos, sin reparos ni vergüenzas de ninguna especie”. Mencionó como “ejemplos a emular por las futuras generaciones al periodista Uki Goñi y la socióloga Beatriz Gurevich, quienes con honestidad intelectual y rigor académico bucearon en las tormentosas aguas del pasado de nuestro país en sus relaciones con las fuerzas que Wallenberg desafiaba al límite en Europa”. Al finalizar la ceremonia, Di Tella se acercó a saludar a Natalio Wengrower, quien lo recibió con ostensible frialdad.
También el mensaje de la embajadora sueca Ströje-Wilkens mencionó temas de actualidad. “Raoul Wallenberg es un ciudadano sueco, desaparecido hace casi 60 años en la Unión Soviética, apresado por agentes militares. El mismo destino sufrió otra ciudadana sueca, Dagmar Hagelin, desaparecida hace 25 años en la Argentina. Como los miles de desaparecidos argentinos durante la dictadura militar, Wallenberg sigue siendo un desaparecido.” Agregó que Wallenberg “nos ha mostrado que un solo individuo, con determinación, puede hacer la diferencia”, que “tenemos que estar siempre dispuestos para actuar en defensa de los derechos humanos” y que “cada individuo tiene una responsabilidad moral de actuar. Cada uno de nosotros debe tener una brújula moral”. Concluyó, recomendando tener siempre presente la lección de Wallenberg: “Nunca seas un espectador”.
Durante un reportaje que le realizó el diario Jerusalem Post, Kirchner fue interrogado acerca de Di Tella: “Es un buen hombre que dijo una frase desdichada”, respondió. Tan desdichada como la elección de alguien antitético a Wallenberg para representar al gobierno nacional en su conmemoración.