Lunes, 28 de julio de 2014 | Hoy
EL PAíS › ENTREVISTA A SACHA LLORENTI, PRESIDENTE DEL GRUPO DE LOS 77
El embajador de Evo Morales en Naciones Unidas dijo a este diario que uno de los logros concretos del grupo de 133 países, incluyendo a China, fue haber coincidido en el cuestionamiento a la Justicia de los Estados Unidos.
Por Martín Granovsky
Pasó por la Argentina invitado a un seminario sobre Malvinas organizado por el ex ministro de Educación Daniel Filmus, secretario encargado del área especial en la Cancillería. Sacha Llorenti, dirigente de confianza de Evo Morales y embajador de Bolivia en las Naciones Unidas, había dialogado con este diario antes de la cumbre del Grupo de los 77 más China, realizada en Bolivia, y volvió a conversar tras la cumbre.
El documento emitido por el G-77 es un detallado texto de 242 puntos que puede leerse haciendo click en este link: http://bit.ly/1ouDIW5.
“Buscamos la construcción de un mundo multipolar”, dijo Llorenti, que en Bolivia era uno de los articuladores de los movimientos sociales. “Y esa construcción significa, por supuesto, la posibilidad de una transformación global. No sólo hablo de intercambio comercial. También del sistema financiero internacional y del cambio de la estructura de las propias Naciones Unidas. Sería la consolidación de un nuevo paradigma de desarrollo.”
–¿Cómo sería el nuevo paradigma?
–Es una tarea pendiente. No tanto en términos económicos sino en el modo en que están organizados el mundo y el sistema financiero. Mi perspectiva como presidente del G-77 es global. Este bloque, el más grande la ONU, discute a fondo, y a sus discusiones se suma China, lo que implica una serie de coincidencias en términos de posicionamiento ante el escenario de Naciones Unidas. Permite contar con una posición muy importante en cuestiones de contrapeso. Pido disculpas si no avanzo en la respuesta, porque mi condición de presidente del G-77 me impide expresar algunas valoraciones que podría formular si no lo fuera.
–Pero la cumbre del G-77 en Santa Cruz de la Sierra ya se hizo. No es un secreto.
–Se hizo, claro, y el bloque se fortaleció justo en el año en que Bolivia ejerce la presidencia. Esa era nuestra función. Salieron puntos importantes. Primero, fue la reunión más importante en una década. Segundo, para Bolivia fue la reunión internacional más importante que organizó. Tercero, la Declaración de Santa Cruz es un documento vivo, el más progresista que ha consensuado el grupo. En poco tiempo ese texto ya se materializó en hechos más concretos que los meramente declarativos. El grupo se posicionó muy fuerte, al punto de hacer un pronunciamiento específico dirigido al juez norteamericano por los fondos buitre. Dijimos en Bolivia, e insistimos luego en ello, que los fondos buitre son un peligro para todos los procesos futuros de reestructuración de deuda y que no se debe permitir que esos fondos paralicen las actividades de reestructuración de la deuda de los países en desarrollo ni que priven a los Estados del derecho de proteger a sus pueblos. Haberse dirigido al juez es una acción concreta e inédita. El segundo caso es el asunto de las Malvinas. Por primera vez el G-77 hizo un discurso en nombre de los 133 países. No había sucedido antes. Doy otro dato más. Salió un informe de los Estados Unidos sobre trata de personas que califica a algunos países bien y a otros mal. Bien: la declaración dice que rechaza los pronunciamientos unilaterales. Cuestiona criterios. No guarda polvo en un gabinete. El presidente Evo quería hacer un relanzamiento del G-77. Creo que lo ha conseguido. La vitalidad le dio más relevancia al grupo. No se limita a esos grises pasillos de Naciones Unidas, sino que se pone en relación con la gente a la que representamos. Se convierte en una serie de hechos políticos y sociales que seguirá.
–¿Ya mismo?
–En pocos días. Tendremos en Bolivia una reunión del G-77 a nivel de ministros de industrialización el 25 y 26 de agosto para tratar el tema de gobernanza de recursos naturales e industrialización. Los países miembros de América latina, Africa y Asia consideran que es clave. Nosotros en Bolivia nacionalizamos, lo cual implicó una transformación revolucionaria en el país. Incrementamos nuestra renta por el gas de 300 millones de dólares anuales a seis mil millones. Incrementamos las reservas de 1700 millones de dólares a más de 15 mil millones. Bolivia es uno de los países que tiene más reservas internacionales per cápita. Eso permitió inversión en infraestructura, en educación, en todo... En septiembre celebraremos una reunión de cancilleres del G-77. Luego, en octubre, haremos un posicionamiento en contra del bloqueo a Cuba. Participaremos de los debates de la ONU sobre la agenda de desarrollo pos 2015, incluyendo el desarrollo sostenible y el cambio climático. El G-77 también muestra condena al espionaje estadounidense. En fin, una serie de temas que queremos resaltar y trabajar conjuntamente para que la Declaración de Santa Cruz no sea sólo un hecho diplomático y político, en el mejor de los casos, sino un hecho social. Lo mismo sobre las Malvinas. Al hablar en Ushuaia con los ex combatientes y los habitantes de Tierra del Fuego sentimos que la declaración tuvo repercusión en la vida cotidiana.
–En octubre Bolivia realizará elecciones presidenciales.
–La meta es superar el 70 por ciento de los votos.
–¿Es realista?
–Es optimista, porque los frutos de la revolución boliviana son palpables. Están llegando a cada rincón del país. Además de esos logros existe una conciencia colectiva del pueblo boliviano de que no podemos volver al pasado. Estamos convencidos de que la conciencia del pueblo boliviano acompaña al presidente Evo y al proceso revolucionario. Por supuesto que la mejor forma de hacer campaña es mostrar todo lo que se ha hecho, y eso es inocultable. Nadie, ni el más obcecado opositor, puede negar las transformaciones de Bolivia. Ya existe un proyecto de país, una agenda de país, y gira en torno de las propuestas de mi partido, el Movimiento al Socialismo.
–¿Qué tipo de partido es hoy el MAS? ¿Clásico, similar a lo que eran en los ’60 o los ’70 los partidos europeos?
–El MAS es un partido que no tiene un punto de comparación en la región. En realidad es una confederación de movimientos sociales. En la zona urbana tiene una estructura más clásica, partidaria, pero a la vez está llena de vida porque se va regenerando a través de los sindicatos y de las federaciones de campesinos y trabajadores. Ahora la Central Obrera Boliviana es parte de la alianza del gobierno. También lo son la Confederación de Mujeres y la Federación de Mineros. Es realmente un momento histórico que la izquierda de los años ‘70 ni siquiera soñó. La dirigencia y sus cuadros van rotando de acuerdo con las decisiones de las organizaciones sociales. Muchos están en la estructura del poder. No es que haya una alianza del gobierno con los movimientos sociales. Los movimientos sociales son el gobierno.
–¿Cuándo comenzó ese fenómeno?
–El momento clave es cuando Evo asume la presidencia de los sindicatos del trópico de Cochabamba, a finales de los años ’80. Evo lee los momentos políticos del país como dirigente político y sindical, y como articulador de movimientos sociales. En la reunión de Trinidad de la Federación de Campesinos, en 1996, surgió ese instrumento político por la soberanía de los pueblos. Es un salto cualitativo muy importante en la historia sindical. Antes se hablaba mucho de la independencia y el pluralismo ideológico en el seno de los sindicatos. Pero si el pluralismo se entiende de esa manera es que puede estar un proimperialista al lado de un revolucionario o al lado de un nacionalista. Fue una lógica aplicada para lavar a los sindicatos de cualquier propuesta ideológica. En los ’90 se construye el MAS alrededor de Evo. Evo encarna el proceso revolucionario. Se da pocas veces en la historia. Bueno, estamos ante uno de los casos raros en que suceden esas cosas. Ni siquiera la mezquindad de lo cotidiano puede negar que Evo Morales es la gran figura de los últimos 500 años, y en las encuestas sale como el mejor presidente de la historia boliviana.
–¿Por qué está tan mal la relación con Chile por la salida al mar?
–Cuando entramos al gobierno, en 2006, confiamos en un diálogo sincero, franco y constructivo con Chile.
–Eran los últimos meses de Ricardo Lagos como presidente.
–Sí. Teníamos una agenda de 13 puntos. Pero después de Lagos, de Michelle Bachelet, de Sebastián Piñera y ahora otra vez de Bachelet asistimos a una política como mínimo diversionista por parte de Chile. Prorroga y pospone decisiones sobre la salida al mar de Bolivia, tema central de las relaciones bilaterales con Chile y principal tema de la diplomacia boliviana, calificado por la OEA de interés regional. Bolivia tomó la decisión de presentar una demanda internacional en la Corte Internacional de Justicia sobre la base de los compromisos chilenos de otorgar una salida a Bolivia al océano Pacífico. No es un cambio abrupto. Es por una necesaria resolución del tema. Hablamos durante décadas y décadas. Incluso Augusto Pinochet hizo una propuesta de corredor hacia el Pacífico. ¿Y cómo es que los actuales gobiernos democráticos no pueden hacer una propuesta? Si hay algún pueblo que puede entender nuestra demanda es el pueblo argentino. Así como para ustedes las Malvinas son un tema del alma (veo que hablan de las islas y les brillan los ojos), es así para los bolivianos la salida al mar. Me llevo de la Argentina un tatuaje en el alma. Reitero: las declaraciones, las palabras, los debates, en los que uno pelea a muerte por una coma, cobran algo de sentido cuando tienen relación con la realidad. En Ushuaia vi cómo muchas de las peleas en la ONU valen la pena. En nuestro caso teníamos 400 kilómetros de costa, arrebatados por los intereses británicos acompañados por la oligarquía chilena. Es uno de los temas que permitirá alcanzar el anhelo de la construcción de la integración latinoamericana. Si tengo que nombrar tres puntos pendientes necesarios para la integración plena uno es el bloqueo a Cuba, otro es el de las Malvinas, que es una causa latinoamericana, y un tercero la salida al mar de Bolivia. Si no resolvemos esos temas juntos, la integración avanzará pero tendrá insuficiencias.
–¿Bolivia sigue interesada en ser miembro pleno del Mercosur?
–Sí. Y además sería un hecho natural. Bolivia es paso obligado de la ruta del sur al norte y del corredor transoceánico.
–¿Esperan algo después de que el avión presidencial fuera obligado a bajar en Viena porque otros aeropuertos le negaron el derecho de aterrizaje?
–Lo que sucedió fue un secuestro. El secuestro es desviar el curso de un avión autorizado previamente, cuando ese avión tiene inmunidades diplomáticas, o sea que es inviolable, y encima lleva dentro a un presidente. El avión tuvo que hacer un aterrizaje en Austria porque se le cerró el paso. Presentamos una nota para que la alta comisionada para los Derechos Humanos investigue, porque la maniobra puso en riesgo la vida del presidente. Aún estamos esperando que hagan una valoración sobre el tema. Está claro que quien estuvo detrás fue Estados Unidos. El caso, como otros, desnuda cómo está organizado el mundo. Para la soberbia de los Estados Unidos el multilateralismo, el derecho internacional, las inmunidades o la inviolabilidad de los jefes de Estado son puro cuento. Vivimos en un mundo en el que hay algunos que nos sometemos al derecho internacional y hay otros que están por encima. Hace muy poco Barack Obama en West Point, en un discurso no muy reproducido, dijo que hay una nación indispensable: los Estados Unidos. ¿El resto somos, pues, dispensables? Refirma la lógica del excepcionalismo. Si ellos son excepcionales, el resto somos inferiores. El discurso de Obama fue pronunciado en una academia militar. Desnuda la forma en que está organizado el mundo. Si vamos a hablar de la integración latinoamericana, hay que basarse en la identidad. Reconocerse a sí mismos en relación con los otros. Es decir, tenemos que oponernos a esta lógica imperial que domina el mundo. La palabra “imperial” tal vez suene desgastada, pero debemos prestar mucha atención porque desnuda la forma de organización del mundo.
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