EL PAíS › CARLOS RAIMUNDI, CANDIDATO A GOBERNADOR DEL ARI

“La pobreza es funcional al PJ”

Es, entre los no peronistas, el candidato con mejor intención de voto. Pero reconoce los límites del espacio progresista. Explica que la pobreza genera miedo y por eso es funcional a la hegemonía del PJ. Cuestiona duramente a Solá, su estilo, su estética, que juzga engañosa.

 Por José Natanson

Aunque figura lejos de Felipe Solá y detrás de la oposición de la mano de hierro, las encuestas coinciden en que Carlos Raimundi es el candidato no peronista de mejor intención de voto. Lo muestran a una distancia considerable del resto de los postulantes. Sin embargo, el diputado no se conforma con ganar la módica interna de la centroizquierda y en el reportaje con Página/12 apunta directamente al PJ. “Solá logró divorciar la estética de la política. Se presenta con una imagen de niño aplicado, con el saquito de corderoy, y con eso disimula lo peor de la política”, acusa Raimundi, que lleva a Marta Maffei como cabeza de la lista de diputados y cuenta con el apoyo activo e indispensable de Elisa Carrió.
–¿A qué atribuye la distancia que lo separa del peronismo?
–Hay razones profundas para explicar esta hegemonía, que tienen ver con la historia cultural del pueblo, con un nuevo perfil sociocultural. Esto se certifica con casi 9 millones de personas por debajo de la línea de la pobreza, de los casi quince que habitan en Buenos Aires.
–Pero el análisis debería ser al revés: la pobreza creció, al menos en la provincia, bajo los gobiernos del PJ.
–Cuando se deterioran las condiciones de vida, se genera reacción, movilización. Pero pasado cierto límite de la reacción se pasa a la adaptación. No tiene que ver sólo con lo económico sino con una sucesión ininterrumpida de estafas morales y políticas. La sensación de que contra esto no se puede. Y si contra esto no se puede, el correlato es “me aguanto más de lo mismo”. Yo no lo digo en términos de campaña, porque a esta altura ya no gano nada con una chicana más o una chicana menos. Nunca hubo tanta pobreza como hoy en la provincia y nunca el PJ ganó con tanta diferencia. Estoy seguro de que Solá no hubiera resistido un debate sobre la pobreza. Indudablemente, algún correlato tiene que haber entre el modo de gobernar del PJ y la pobreza.
–¿Cuál es la relación?
–La idea es generar cada vez más necesidad, lo cual genera clientelismo y permite perpetuarse. El aparato es crucial. Pero no es tanto cuando entrega un plan o una bolsa de alimentos sino cuando genera miedo. Hay pocos lugares en el mundo que sean potencialmente más ricos que la provincia de Buenos Aires. Por eso yo siempre soñé con que la provincia, junto a la Capital, tenía que ser la que sacara al resto del país del sistema feudal. Y resulta que la provincia se convirtió en algo más que un feudo, en el sistema de la mafia.
–¿Solá significa lo mismo que esas mafias?
–Solá tiene un mérito: logró divorciar la estética de la política. Se presenta con una imagen de niño aplicado, con el saquito corderoy, y con eso disimula lo peor de la política. Ruckauf, Camaño, Toledo, representan lo peor de la política. Lo que pasa es que si en lugar de estar la cara de Solá estuviera la cara de Gostanian se pondría más en evidencia el fondo perverso de la política que él representa. En ese sentido, el menemismo era más consistente. Solá tiene una actitud de varón golpeado: critica a esa gente, pero sigue estando. Solá es rehén de este aparato. La diferencia es que él cree que se puede transformar desde la condición de rehén y yo creo que hay que construir libertad política.
–Más allá del PJ, ¿qué responsabilidad tiene la centroizquierda?
–Nosotros no podemos decir “yo no fui”. La campaña en la provincia está reducida a un inoperante, un torturador y un golpista. Y esto tiene que ver con que el espacio de centroizquierda en Buenos Aires lleva una mochila muy cargada de fracasos. Quienes se ilusionaron con una alternativa, quedaron desilusionados por el comportamiento que tuvimos desde la propia centroizquierda. El Frepaso defraudó con prácticas muy similares a las que había denunciado.
–Y además hay dispersión.
–Sí. No hubo madurez suficiente. En el ARI, aun reconociendo que la unidad es una deuda, elegimos el camino más lento. Ir tan fragmentados noes bueno, pero tampoco hubiera sido serio hacer una alianza para que se usara la marca Carrió como transbordador a una banca y después fragmentar los bloques. Elegimos un camino más genuino y más lento.
–El candidato socialista, Jorge Rivas, recordó que usted aprobó la flexibilidad laboral. ¿Por qué alguien debería votar al ARI y no a alguna de las otras opciones de centroizquierda?
–Rivas dice eso, pero hasta el cierre de listas lo que se discutía para una alianza era el lugar del diputado socialista. No había ninguna cuestión ideológica. Pero yo encaré la campaña por la positiva, tratando de confrontar con la filosofía del actual gobierno, no compitiendo por el espacio. Nuestro objetivo es construir una opción de mayoría, con vocación de poder, y no quedarnos en la pelea chica.

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Carlos Raimundi está persuadido de que la pobreza desmoviliza.
 
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