EL PAíS › TRIUNFADORES Y DERROTADOS EN LOS COMICIOS DEL SUPERDOMINGO
Quién ganó y quién perdió
Varios fueron candidatos. Otros no, pero se jugaron el cuero y el futuro político. De los perdedores, algunos seguirán en carrera, por esas cosas de la generosidad de la política nacional. Y hay quien se irá a su casa con chances casi nulas de regresar al ruedo.
GANARON
Nestor Kirchner.
El gran ganador de la jornada. Con la previsible excepción del Chaco (donde, al cierre de la presente edición, Capitanich perdía haciendo una buena elección), ganó en cada uno de los distritos en juego. Su apuesta más grande, por lo riesgosa, por lo incierta hasta ayer mismo, fue en la Ciudad de Buenos Aires. El espectacular triunfo de Ibarra aporta no pocos porotos al proyecto de construcción transversal –a los partidos políticos– que construyen los estrategas del Presidente. La victoria de Felipe Solá-Eduardo Duhalde solidifica la alianza con el PJ bonaerense, un sostén fundamental del Presidente.
Anibal Ibarra.
Con un impresionante triunfo (incrementó casi veinte puntos su performance de la primera vuelta), Ibarra se ha constituido en un verdadero verdugo de los proyectos de la derecha argentina, que tiene en la Capital Federal uno de sus bastiones: lo hizo con Domingo Cavallo en 2000, lo repitió ayer con Mauricio Macri. Venció, también, al abstencionismo propuesto por Luis Zamora, cuyos votantes hicieron oídos sordos a sus cantos y sufragaron, en masa, por el ex fiscal. También succionó la mayoría de los de Patricia Bullrich. Ibarra ha legitimado su gestión y solidificado sus alianzas. Y, lo que no es poco, su futuro político.
Eduardo Duhalde.
Amo y señor de la comarca más extensa, densa, poderosa de la Nación, la provincia de Buenos Aires, el ex presidente revalidó una vez más sus jinetas. Gran condottiero, Duhalde es el ingeniero del triunfo electoral de la víspera. Victoria que lo ratifica como interlocutor-par del propio Presidente y a la vez aliado indispensable. Su futuro (más allá de la figura para su lustre en el Mercosur) está en la comandancia del peronismo nacional, por la que peleará en la interna del año entrante y su herencia garantizada en su provincia con Solá y, dentro de cuatro años, con su mujer. Finalmente, su tropa en el Parlamento nacional no es desdeñable. Más bien es temible.
Felipe Solá.
Apabullante. Casi el 50 por ciento de los votos a su favor. Para encontrar un parangón a estos guarismos hay que remontarse a 1973, en la presidencial donde fue electo Juan Perón. Solá deberá hacer valer su triunfo, disputado también por Eduardo Duhalde (que ya patrocina a su mujer, Hilda “Chiche” González, para sucederlo en 2007). Así y todo, Solá, con aparato político prestado, es hoy el gobernador legítimo de la provincia más poderosa de la Argentina, cuyo presupuesto, sufrido, menguado, es el mayor del país después del nacional. De su cintura, de sus movimientos, de cómo mueva su mesa de arena, dependerá su futuro.
Carlos Reutemann.
Hosco, conservador, sinuoso, Reutemann fue un gran ganador hace una semana, al ser electo senador por Santa Fe con una avalancha de 900.000 votos. Ayer un triunfo de Mauricio Macri podría haberle agregado un aliado para conformar el polo de derecha en los intestinos del peronismo. La derrota del empresario, sin embargo, le quita un adversario a vencer en el proyecto de marras. La suerte que corra Ramón Puerta en Misiones, dentro de 15 días podrá, cuando mucho, aportarle un socio menor a su empresa. Lole quedó donde le gusta estar: a la derecha, esperando que lo vengan a buscar-pedir-implorar. El, está garantizado, lo pensará.
EMPATARON
Elisa Carrió.
La victoria porteña de Aníbal Ibarra es también suya. Lilita apostó tempranamente por la reelección del Jefe de Gobierno, por su proyecto de centroizquierda, en contra del neomenemismo encarnado en Mauricio Macri. Generosa, Carrió puso el triunfo del ex fiscal por encima de las pretensiones de sus dirigentes distritales. En la provincia de Buenos Aires, sus candidatos Carlos Raimundi y Marta Maffei hicieron un papel más que digno. Su punto débil volvió a ser su tierra, donde los escasos 2,2 puntos porcentuales que obtenía cuando esta edición era cerrada demostraron que lejos está de ser profeta.
La UCR.
El triunfo en el Chaco de Roy Nikisch ratifica la condición provinciana del partido nacido hace más de 100 años, claramente diferenciada de las derrotas sufridas en las presidenciales y en la primera vuelta de los comicios porteños. La sorpresa de la jornada fue la excelente elección de Margarita Stolbizer y el inoxidable Fredi Storani en la provincia de Buenos Aires (que no fuera siquiera imaginada por ninguna consultora), donde los boinas blancas, al carecer de otros candidatos como Carrió y López Murphy, renovaron fidelidad con las insignias de la vieja y tradicional Unión Cívica Radical.
PERDIERON
Mauricio Macri.
Gran derrotado de la jornada. Con él se hunde la punta del iceberg –vistosa, seductora– de una entente de centroderecha que dispute el poder, dentro del peronismo, al presidente Néstor Kirchner. Esa posta la tomará, a partir de la víspera, Carlos Reutemann (ver aparte). Su ilusión presidencial feneció antes de nacer; el partido que comenzó a construir ya está colapsado; sus alianzas, descuartizadas. Sólo el recuerdo de una elección que terminó siendo menos peleada de lo que se dijo quedará del empresario, que tiene la ventaja de ser rico y poder irse a una bella playa del exterior a ahogar las amargas penas de su caída.
Ricardo López Murphy.
Hizo todo mal. No quiso ser diputado por la provincia de Buenos Aires. No quiso torearle a Macri el lugar de la derecha porteña, que había ganado en la elección presidencial. Su error estratégico lo dejó afuera de unas elecciones donde no sólo no ganó en ningún distrito, sino que hizo pésimos scores en todos. Borges podría decir que el bull-dog eligió morir de esa forma. Por lo pronto su (grosero) error de cálculo licuó el potencial poder que supo adquirir en las presidenciales, cuando estaba chocho voceando que era el jefe de la tercera fuerza nacional. ucho deberá andar el economista liberal para recuperar todo lo que terminó de perder ayer.
Luis Zamora.
Luego de la primera vuelta, arengó a sus votantes a no votar o a anular su voto o a sufragar en blanco en el ballottage, táctica funcional –en aquel momento– a Mauricio Macri. Sus adherentes no sólo no le hicieron caso, fueron a votar en masa por Aníbal Ibarra, a quien el diputado trotskista había igualado al empresario. La última semana, Zamora redobló sus esfuerzos militantes para conminar al voto en blanco. Ayer había convocado a una rueda de prensa para después de la elección, en una pizzería de Villa Crespo. Tras el triunfo de Ibarra, la conferencia fue cancelada.
Los antidemocráticos, Luis Patti-Aldo Rico:.
En una provincia donde la inseguridad es la primera preocupación de sus habitantes, al represor y al golpista no les alcanzó su discurso –ni su gestualidad– filofascista para tan siquiera hacer un papel decoroso. Ambos, obscuros personajes autoritarios, terminaron pujando en una interna chiquita, minúscula, sobre quién le había ganado al otro. Al cierre de esta edición ninguno de los dos superaba el diez por ciento de los sufragios. Por si fuera poco, no tienen garantizada la fidelidad de sus diputados electos, quienes, muy posiblemente, terminen engrosando el abultado bloque del PJ.