EL PAíS › VICTORIA NITIDA EN LA CAPITAL DEL CENTROIZQUIERDA FRENTE A MACRI
A Ibarra y Kirchner el invierno se les terminó una semana antes
El jefe de Gobierno porteño, con fuerte apoyo presidencial, logró una inesperada diferencia de siete puntos sobre la coalición conservadora de Mauricio Macri. A Ibarra le fue bien también en los barrios pobres. Triunfo bonaerense de Solá y sorpresa de la storanista Stolbizer.
Por Martín Granovsky
La izquierda le ganó a la derecha por siete puntos. O el centroizquierda al centroderecha, si lo anterior suena muy fuerte. Aníbal Ibarra, a Mauricio Macri. Y Néstor Kirchner amplió su base de apoyo de manera notable. Por primera vez hubo un ballottage decisivo en la Argentina y por primera vez el corte no respetó a los partidos. Los cruzó sin respeto en un domingo que dejó triunfantes valores como un mayor control del Estado, la educación pública y los derechos humanos como elemento clave de la agenda pública.
La ciudad de Buenos Aires quedó convertida ayer en un experimento único en la Argentina. En todo el país el espacio de centroizquierda es dominante por la fuerza actual del Presidente y un nivel de popularidad que supera el 80 por ciento. Ese espacio funciona de hecho pero no tiene una traducción en términos de alianzas políticas formales. Por ejemplo, Elisa Carrió coincide con el grueso de la política oficial y a la vez rechaza cualquier tipo de acuerdo explícito con Kirchner. Hermes Binner, seguramente el socialista con más votos de la historia del país, también acuerda con la estrategia presidencial, pero ningún vínculo lo ata hasta ahora al proyecto K.
En la Capital los acuerdos se plasmaron en alianzas. Ibarra fue en primera vuelta con tres listas para legisladores nacionales y locales en los que se mezclaban candidatos del Frente Grande, del ARI, de la Central de Trabajadores Argentinos, socialistas, radicales desgajados del sistema de punteros de Enrique Nosiglia, peronistas sueltos pro-Kirchner y kirchneristas que no revistan en el PJ. Es muy posible que el segundo turno de su administración refleje esta composición. A su vez, esa combinación de tradiciones políticas es la que garantizó el triunfo de ayer.
Tanto nivel de institucionalidad para un proyecto político no es casual. En la escena política porteña hace mucho que no pesa el Partido Justicialista. El grueso de su aparato, además, apoyó esta vez a Mauricio Macri. Así ocurrió con los punteros de Miguel Angel Toma, que trabajaron fraternalmente con los de “Coti” Nosiglia y en el ballottage terminaron fracasando codo a codo. La novedad es que a la licuación porteña del peronismo se sumó la licuación radical y –Kirchner y Carrió mediante– quedó despejado el camino para que se rearmara el espacio del Frepaso modelo 1994-1995.
Ibarra obtuvo el 53,5 por ciento de los votos. Macri, el 46,5 por ciento. El resultado indica que el jefe de Gobierno obtuvo 21 puntos más que en la primera vuelta del 24 de agosto (32,50 por ciento) y Macri ascendió 11 puntos más desde su 36,44 por ciento original.
Casi no subieron el voto en blanco, el voto impugnado y el voto nulo, que por otra parte son categorías distintas: el primero es siempre intencional, mientras que los segundos pueden ser depositados ex profeso o por simple error.
El voto en blanco llegó ayer a 2,71 por ciento (2,1 por ciento en primera vuelta), 2,29 el nulo (0,8 por ciento antes) y 0,9 por ciento el impugnado (en primera vuelta, 0,1). La cantidad de votantes no solo no decreció sin que aumentó del 68 al 70 por ciento.
Según las encuestas de boca de urna (ver en esta misma edición) Ibarra consiguió la mayoría de los votos que en primera vuelta apostaron a Luis Zamora. Votaron ayer contra Macri dos de cada tres votantes originales de Zamora. ¿Qué hizo el tercio restante? Difícil saberlo. Alguno puede haber votado por Macri, y algún otro pudo haber contribuido al leve crecimiento de los blancos, impugnados y nulos. Pero Zamora obtuvo un 12,3 por ciento en la primera vuelta. Es razonable pensar que, aunque los resultados de boca de urna se hubiesen equivocado, la mayoría de sus votantes apostarona Ibarra para el ballottage. Lo mismo hizo parte de la franja que optó por Patricia Bullrich en primera vuelta (originalmente un 9,8 por ciento). El radicalismo obtuvo el 24 de agosto casi el dos por ciento. Izquierda Unida, el 1,24. Un cálculo a primera vista señala sin temor a equivocación que Ibarra triunfó por la mayoría de los votos de Zamora (si no todos), los del radicalismo, IU y buena parte de los de Bullrich. También puede haber jugado a su favor el aumento de la concurrencia electoral.
El análisis de algunos barrios marca indicadores muy fuertes:
- Lugano repitió el mismo porcentaje de toda la Capital Federal, cuando en la primera vuelta Macri había conseguido el 41,3 por ciento e Ibarra el 34,5 por ciento. La zona fue el centro de trabajo del principal puntero de Nosiglia, Norberto “El Beto” Larrosa. No lució.
- En Parque Patricios Ibarra se impuso por 56 a 43 por ciento. En primera vuelta habían ganado por 36,9 a 35,6.
- Flores también repitió exactamente la cifra media de la Capital Federal. Allí antes Ibarra había ganado solo por el uno por ciento.
- En Barracas Ibarra ganó 51 a 48 por ciento. En primera vuelta había ganado Macri por ocho puntos.
- En la parroquia del Pilar (Recoleta) Macri ganó por el 57 al 42 por ciento. En primera vuelta, 53 por ciento a 18, es decir que Macri no conservó sus votos.
- En el Socorro (la circunscripción número 20, que mezcla la clase alta alta con las villas) Macri ganó por el 70 al 30 por ciento. Ibarra había obtenido un 16 por ciento en primera vuelta y Zamora un 6 por ciento. En Belgrano-Núñez las elecciones terminaron 51 a 48 a favor de Macri. Ibarra tenía un 30 por ciento en primera vuelta, de modo que creció un 18 por ciento utilizando quizás todos los votos de Zamora (un 11 por ciento).
- Caballito terminó 60 a 40 a favor de Ibarra, frente a un 38 versus 30 en primera vuelta. Zamora había obtenido un 14 por ciento.
- El resultado de Soldati-Pompeya es asombroso: 56 a 43 por ciento a favor de Ibarra, contra un empate en 36 puntos en primera vuelta. Es difícil explicar las cifras de ayer sin combinar el fracaso de los punteros radicales y el trabajo a medias de los punteros peronistas, que ya habían instalado a sus referentes en primera vuelta.
Anoche, por televisión, se cruzaron Ibarra y Kirchner.
–La ciudad de Buenos Aires no aceptó ser privatizada –dijo un sonriente Ibarra.
Kirchner también sonreía escuchándolo desde el otro cuadro de la pantalla.
–Aníbal te felicito a vos, a Jorge, a todos los militantes y a toda la gente que los acompañó en el proceso de llevar las ganas. No hay duda de que por la comunidad de objetivos vamos a trabajar fuerte para dar la respuesta a las asignaturas pendientes y para consolidar un modelo progresista y de cambio.
Jorge es Jorge Telerman, el peronista elegido como vicejefe de gobierno en reemplazo de la delarruista Cecilia Felgueras. Telerman, también, fue el responsable de que ayer los bombos llenaran el Palacio San Miguel, en una reacción inicial calculadamente optimista para llenar con iniciativa el domingo.
Los ibarristas, esta vez, planificaron. A las seis Ibarra y Telerman anunciaron que habían ganado según bocas de urna propias, ajenas e incluso pertenecientes al adversario. Tenían datos de cuatro encuestas de boca de urna, tres contratadas por ellos y una por Macri. A esa hora era conocido que la boca de urna callejera en poder de Macri también indicaba su derrota. Por eso las caras de ídem en el cuartel general del macrismo: se puede disimular la tristeza, pero no existe ser humano capaz de esconder la alegría, y en Chacabuco al 100 no había nadie con cara de contento.
En la primera vuelta los dos equipos habían realizado un muestreo de entre 200 y 250 mesas-testigo, sobre un total de 6744 mesas de la ciudad de Buenos Aires. Son alimentadas por la información de los fiscales propios y sirven para saber con certeza alrededor de las siete de la tarde qué resultado tendrá el escrutinio definitivo a las 12 de la noche. El 24 de agosto el equipo de Ibarra proyectó una diferencia menor a 4 puntos (igual que la real) pero se apichonó cuando la carga despareja del Correo llegó a dar casi 10 puntos a favor de Macri. Ayer no solo Ibarra se arriesgó a darse por ganador con todas las bocas de urna a su favor. En todo momento confió en sus 250 mesas-testigo.
El trabajo de los dos equipos en paralelo fue de un ritmo asombrosamente igual. Poco antes de las ocho, Ibarra recibió un informe. Decía que con el 50 por ciento de las mesas testigo tenía una diferencia de por lo menos 5 puntos. A la misma hora, los canales de televisión anunciaron que hablaría Macri. Fue entonces que el empresario reconoció su derrota citando informes propios elaborados por sus mesas-testigo. Allí las dudas terminaron en privado y en público. Ninguna especulación sobre fraudes y demoras podía cambiar ya un resultado con una diferencia tan nítida.
La polarización porteña, con la tensión provocada por dos modelos transversales a los partidos y por el suspenso para el Presidente, que había jugado a todo o nada hasta volcar una elección en duda tres meses atrás, desplazó el interés por una provincia electoralmente mucho más importante, la de Buenos Aires. Después de la medianoche, con el 43 por ciento de las mesas escrutadas, Felipe Solá triunfaba por el 44 por ciento contra el sorprendente 13,2 por ciento de la UCR, el 10 por ciento de Luis Patti y el 10 por ciento de Aldo Rico. El ARI sacó el 7,71 por ciento, y así empeoró su buena elección del 27 de abril. Recrear, de Ricardo López Murphy, demostró que no es una opción sólida. La unión entre Izquierda Unida y el socialismo salvó a ambos de descender por debajo del 3 por ciento. El batacazo fue el intendente de Morón, el ex frepasista Martín Sbatella, premiado por un triunfo de más del 50 por ciento gracias al corte de boleta.
En Jujuy el kirchnerista Eduardo Fellner se imponía por 56 a 33 por ciento. En Chaco se imponía el radical Roy Nickish, que sitúa a Angel Rozas como figura nacional junto con el bonaerense Federico Storani. Y en Santa Cruz Sergio Acevedo le daba la alegría local a Kirchner: 70 por ciento de los votos.