Empieza una de las semanas más intensas del año electoral, la que precede al cierre de las listas y las fórmulas que participarían de las primarias. En la medianoche del próximo sábado estarán develadas todas las incógnitas, pero hasta entonces el mundo político será un hormiguero de versiones, rosca e incertidumbre. Mientras la atención está puesta mayormente en la conformación definitiva de las boletas para la presidencia y la gobernación bonaerense, en otro nivel, más subterráneo, va tomando forma una instancia clave de la estrategia electoral para este año: la confección de las listas a diputados, en todas las provincias, y a senadores, en un tercio de ellas.

La verdad recién se conocerá a la hora señalada y todo lo que se consigne hasta ese momento es provisorio y susceptible a cambios. La política argentina en general es proclive a las sorpresas y el kirchnerismo en particular hizo del secretismo y los giros radicales un estilo de política. Más aún, todos los dirigentes del peronismo con aspiraciones en estos comicios conocen perfectamente la frase que acuñó Néstor Kirchner para estas situaciones, “el que suena, suena”, y prefieren volar bajo el radar hasta último momento para evitar que las especulaciones les jueguen en contra.

El dato insoslayable es que, contra lo que vaticinaba buena parte de los análisis políticos, propios y ajenos, hasta hace no tanto, “la lapicera” sigue estando en la Casa Rosada. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner mantiene la conducción política del Frente para la Victoria y los dos precandidatos a presidente del espacio, Daniel Scioli y Florencio Randazzo, al igual que los gobernadores oficialistas, delegaron en ella la potestad del armado de listas, como sucedió históricamente durante el kirchnerismo, desde el 2005. Cuando hubo algún atisbo de rebelión, como en las primarias mendocinas de este año, éste fue rápidamente apagado, aun cuando eso significara la salida de un operador histórico como Juan Carlos Mazzón.

Entre la Quinta de Olivos y el primer piso de la casa de gobierno, CFK armó un equipo que trabaja en esta ecuación: el secretario general de la Presidencia, Eduardo de Pedro; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; y el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, son las piezas clave de un armado en el que también participan el diputado Andrés Larroque, secretario general de La Cámpora; el apoderado del Partido Justicialista, Jorge Landau, y emisarios de todos los distritos que funcionan como vaso comunicante entre el poder central y los caudillos locales, trayendo propuestas a Buenos Aires y llevando respuestas de regreso a las provincias.

Un dato importante es que en esta elección se deben revalidar los resultados de 2011, cuando el Frente para la Victoria obtuvo un triunfo histórico, se impuso en todos los distritos del país menos uno (San Luis) y sumó un caudal importante de diputados a su bancada. Por eso, en este comicio, que se presume más reñido, muchos de los lugares expectantes en las boletas deberán disponerse para que renueven su banca figuras clave para el oficialismo que iniciaron su mandato hace cuatro años. Es el caso de los ya mencionados Larroque (en CABA) y Landau (en PBA). De Pedro y Fernández, hoy en otros roles pero hasta hace poco legisladores, podrían tener lugar en la lista a diputados por la provincia de Buenos Aires si finalmente no son candidatos a cargos ejecutivos.

En la provincia de Buenos Aires ya tendrían su boleto a la reelección encaminado Adela Segarra, Jorge Rivas, Mayra Mendoza y Mario Oporto. Además, deberán incorporarse candidatos provenientes de Nuevo Encuentro, que en esta ocasión irá “por adentro”: el titular de la Afsca, Martín Sa- bbatella, podría estar entre los primeros lugares de la lista. La Cámpora también ganará peso específico. Además de renovar todos los escaños que ya tiene, podría incorporar uno o dos. El secretario de Justicia, Julián Alvarez, suena, pero él prefiere enfocarse en la interna para ser candidato a intendente de Lanús.

La cabeza de esa lista clave es, todavía, una incógnita. Por tradición, quien encabeza la nómina de Diputados en la provincia ocupa luego la presidencia de la Cámara. En los últimos días ganó fuerza la posibilidad de que ese lugar sea para Máximo Kirchner, cuyo lugar en la estrategia electoral del kirchnerismo todavía no está definido. Los mismos Domínguez y Fernández, precandidatos a gobernador, podrían cumplir el rol en caso de que no lleguen a las PASO, ya sea por decisión propia o por un reacomodamiento mayor de piezas dictado desde Olivos. “Cristina siempre se guarda una sorpresa para último momento”, recuerda uno de los armadores del esquema, veterano de muchas elecciones.

En otros distritos ya empieza a delinearse mejor el horizonte: en la Ciudad de Buenos Aires, el primer lugar de la nómina de candidatos a la Cámara baja sería para el ministro de Economía, Axel Kicillof. En Santa Fe falta definir si el ministro de Defensa, Agustín Rossi, afrontará una difícil elección para senador, en la que deberá competir con Carlos Reutemann (PRO) y Hermes Binner (Partido Socialista, con boleta corta), o regresará a la Cámara baja, donde se desempeñó durante una década. El lugar que no ocupe el funcionario puede ser ocupado por Omar Perotti.

El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, será primer candidato a diputado, salvo que vaya de precandidato a vicepresidente. En Córdoba, ese lugar sería para el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda; en Mendoza, Guillermo Carmona buscaría la reelección y Anabel Fernández Sagasti un lugar en la cámara alta, mientras que el actual mandatario, Francisco “Paco” Pérez, deberá resignarse a una candidatura al Parlasur.