Viernes, 30 de octubre de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por José Massoni *
No hay lugar para grises, manifestó el candidato a gobernador de Entre Ríos por el massismo al anunciar que en la segunda vuelta electoral votaría a Scioli para presidente.
No hay lugar siquiera para matices, sostengo desde mi lugar en Justicia Legítima, donde milito por un funcionamiento del Poder Judicial genuinamente democrático, plástico en la interpretación de los esquemas legales, tramitándolos a la luz constante de la aspiración constitucional de igualdad, carente para quienes no cuentan con poder real. En síntesis, pugnando para que luego de treinta años de democracia ésta permee el único poder del Estado que ha permanecido incólume a la erosión de los vientos participativos y democráticos, conservando su impronta conservadora, elitista, en cerrada corporación automarginada del pueblo a cuyo servicio debiera estar.
En esta hora, sostengo que debemos luchar fieramente por mantener el apoyo estatal a los juicios por delitos de lesa humanidad, que nos han colocado en el sitio de ejemplo mundial de lucha por los derechos humanos.
Es crucial contar con un Poder Ejecutivo que sostenga la propuesta para las vacantes en la Corte Suprema que no sean abogados de las multinacionales, los grandes capitales monopólicos o los cenáculos académicos de lustrosa prosapia oligárquica.
Es imprescindible, si se procura con autenticidad avanzar contra la inseguridad, la corrupción y los grandes delitos complejos, plasmar los inteligentes, prácticos y democráticos proyectos ya elaborados para instrumentar el código procesal penal federal en su integridad, incluidos los juicios por jurados en los casos de delitos graves.
No menos necesario es mantener e incrementar el apoyo del Estado a los Ministerios Públicos Fiscal y de la Defensa, sectores auxiliares de la administración de justicia donde se lograron sustanciales avances de eficacia en ampliación de servicio a la sociedad, con integrantes de impecable compromiso funcional, idoneidad y transparencia.
Debe reiterarse, mejorado, el intento de democratizar el Poder Judicial con el sentido sustancial que tuvieran los poderes ejecutivo y legislativo en la sanción de leyes que en 2014 fueran fulminadas por la corporación judicial, esa vez encabezada por la propia Corte Suprema.
Debe concretarse el clarísimo mandato constitucional de que la administración del Poder Judicial es incumbencia del Consejo de la Magistratura y no de la Suprema Corte.
Debe instaurarse el sistema público y oral en todos los fueros (civil, comercial, laboral, contencioso administrativo, además del penal).
Ninguna de estas imperiosas necesidades mínimas para continuar avanzando institucionalmente será cubierta si el próximo presidente fuese Mauricio Macri.
Los matices –alguno sustancial– sólo son posibles luego de la asunción de Daniel Scioli.
* Ex Juez de Cámara en lo Penal. Ex titular de la Oficina Anticorrupción. Vocal de la CD de Justicia Legítima.
Por Torcuato Di Tella *
Ese sector de la izquierda, principalmente basado en el Partido Socialista y en partes de la UCR, y en principio favorable a Margarita Stolbizer, ha casi desaparecido del mapa, si se juzga por los votos obtenidos por esa candidata (alrededor del 2 por ciento). Sin embargo, hace cinco años, con Hermes Binner, obtuvo algo más del 15 por ciento, que es su volumen histórico. ¿A qué se puede deber esta diferencia? Hay varios puntos a tener en cuenta.
1. En 2010 el candidato daba garantías de experiencia ejecutiva, primero al frente de una de las mayores municipalidades del país, y luego de una provincia también ubicada entre las mayores.
2. Además, en 2010 se daba por descontada la reelección de Cristina, así que la tentación de votar por un “opositor con posibilidades de ganar” era menor, simplemente porque ese candidato no existía. ¿Habrán entonces algunos desde el centroizquierda votado por Macri? Difícil de creerlo, porque sería contra natura, y porque sus líderes han dicho en diversas oportunidades que jamás lo harían. No es imposible que hayan votado por Massa, y no debe dejarse de lado la hipótesis, en el fondo más lógica, de que hayan votado directamente por Scioli, superando su antikirchnerismo, teniendo en cuenta la imagen tradicional que ha dado Scioli de ser independiente del kirchnerismo más extremo. Cierto es que esa imagen, o quizás en su momento realidad, se ha debilitado últimamente, pero siempre algo queda.
3. En cuanto al massismo, hay que recordar que en las últimas semanas muchos de sus componentes se pasaron a Scioli, y entre ellos el “Colorado” De Narváez. Este último no arrastra muchos votos propios, pero es una señal para un cierto público más bien liberal que lo sigue, y que él le estaría quitando a Macri.
Si es cierto –cosa que yo supongo– que una buena parte del electorado potencialmente socialdemócrata se ha pasado ya en primera vuelta a Scioli o lo hará en la segunda, esto implicaría una evolución política e ideológica muy importante en la mentalidad de ese sector, superando una ceguera hacia comprender las posibilidades de un movimiento nacional-popular, desde el yrigoyenismo hasta el peronismo, por más manchas que éstos puedan tener o haber tenido en algunas etapas de su evolución. No les vendría mal para esto estar conscientes de las manchas que también afean a algunos de sus correligionarios, tanto en América como en Europa. Sería para mí penoso hacer este elenco, porque se trata de los fenómenos políticos e ideológicos con los que tengo más afinidad. En ese sentido tenemos mucho que aprender de los socialistas chilenos y de los petistas brasileños, en su momento un Ricardo Lagos o un Lula, y ahora Michelle Bachelet o Dilma Rousseff. ¿Perfectos? No, con muchos errores y algunas manchas feas, pero sin duda ejemplos para aprender de ellos. No es un seminario en el Lago de Garda, es la política, muchachos.
* Embajador en Italia.
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