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El discurso fue uno y el eje también, pero los destinatarios fueron dos: el electorado y la interna del Frente para la Victoria. Y el eje fue que se votan dos modelos de país, no hay lugar para disquisiciones menores, es uno u otro y allí se está jugando el destino de todo lo que se avanzó en materia de ampliación de derechos y en mejora de la calidad de vida.

La tapa del diario La Nación de ayer, sobre la “tensión” entre el sciolismo y el “núcleo duro del kirchnerismo” daba la pauta que la nueva estrategia de los medios opositores sería aprovechar los resultados de los candidatos electorales de la derecha para meter una cuña que divida al oficialismo. De alguna manera lo venían haciendo al replicar declaraciones sobre la discusión en la agrupación Carta Abierta. En los mentideros políticos también circulaban todo tipo de rumores, algunos verdaderamente desmedidos que habían sido recogidos de textos apócrifos que se reproducían en Internet.

La campaña para la segunda vuelta comenzará la semana que viene, cuando termine el escrutinio definitivo. Cristina Kirchner prefirió salir al cruce antes del lanzamiento oficial. Daniel Scioli estaba en Tucumán con los gobernadores peronistas en la asunción de Juan Manzur. Algunos medios intentaron especular sobre la ausencia del candidato, pero la insistencia con que la Presidenta subrayó que no importaban los nombres sino los proyectos neutralizó esa línea de ataque. Lo que está en juego en la segunda vuelta, remarcó, no son dos personas, sino dos modelos de país. Obviamente, Daniel Scioli representa el modelo que puede defender lo que se ha logrado y Mauricio Macri representa el país opuesto, que llega para terminar con los logros de estos doce años.

“Nos dividieron en dos”, dijo la Presidenta en uno de los patios, refiriéndose, aparentemente, al Frente Renovador de Sergio Massa. “Y ahora nos quieren dividir en tres”, agregó sin explicar la afirmación, aunque se sobreentendió que la jugada mediática opositora trata de enfrentar al sciolismo y al kirchnerismo, lo cual sería suicida para el Frente para la Victoria. “Dejen los internismos a un lado” repitió en los tres patios a los movimientos de militantes juveniles.

Al referirse a los dos modelos fue tajante: “Cuando dijimos que los derechos y las mejoras logradas son irreversibles, nos referíamos a que son irreversibles en la conciencia de la sociedad. Pero si cambian las políticas macroeconómicas, esos avances se pierden en los hechos, aunque las personas después luchen para recuperarlos”. Los derechos ganados quedan en la conciencia de la sociedad, pero pueden ser revertidos por políticas regresivas neoliberales, explicó Cristina Kirchner en referencia al discurso de campaña del PRO. En estos años, el FpV logró aprobar cerca de 300 leyes. “Ninguna fue votada a favor por los diputados del PRO”, recordó. Cuando se votó la ley de matrimonio igualitario impulsada por el Gobierno, el PRO no la votó y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires rechazó esa propuesta y aclaró que sólo estaba de acuerdo con la “unión civil” que recortaba los derechos de las parejas gay y mantenía el criterio de discriminación.

La Presidenta mencionó que en declaraciones periodísticas, la compañera de fórmula de Mauricio Macri, Gabriela Michetti afirmó que se arrepentía de no haber votado esa ley. “Cuando se está en la presidencia –explicó–, no hay demasiado margen para arrepentirse por no haber votado o impulsado una medida como esa que afectaba a tantas miles de personas”.

Entre todas las leyes que el PRO votó en contra, están las medidas que Macri reivindicó en un tramo de la campaña, como la nacionalización de YPF o la AUH que fue posible porque se eliminaron las AFJP. “Hay que valorar las palabras y en un debate hay que respaldarlas con imágenes de archivos, para constatar si dicen verdad o mentira”, dijo Cristina Kirchner. Un dirigente no puede ser creíble cuando se opone a lo que después usará demagógicamente en un discurso electoral. El valor de la palabra está respaldado en una historia y en actitudes consecuentes con lo que se dice.