EL PAíS › EN LA ROSADA DESTACAN EL PODER
GANADO EN EL EXTENUANTE CALENDARIO ELECTORAL
Llegó la hora de gobernar sin elecciones
Las urnas se cerraron hasta el 2005. El mapa político que dejaron muestra una marcada preponderancia justicialista tanto en las gobernaciones como en el Congreso, donde el PJ tendrá mayoría propia. Los cálculos de Kirchner frente a sus opositores internos.
Por Fernando Cibeira
Anoche se cerró el endemoniado calendario electoral programado para el 2003 y el balance no parece malo para Néstor Kirchner. Meses después de haber llegado a la Casa Rosada con el endeble sostén del 22 por ciento de votos, el Presidente tiene por delante dos años de gestión con una amplia mayoría justicialista acompañándolo en el manejo de los principales resortes del poder. Contabilizados los cuatro comicios de ayer, el oficialismo tendrá 16 gobernaciones –dos más son aliadas estratégicas–, un enorme bloque de 132 diputados y otro no menos importante de 41 senadores. Frente a esta hegemonía, es lógico imaginar el nacimiento de un núcleo opositor dentro del propio justicialismo. El Gobierno visualiza potenciales riesgos en la poderosa bancada duhaldista en Diputados y en el puñado de senadores de renombre que coincidirán en la Cámara alta.
“Es cierto, estamos más fuertes. Pero la fortaleza no viene tanto del resultado de las elecciones como de los niveles de consenso que Kirchner mantiene en la sociedad”, respondía anoche el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, al evaluar las perspectivas de gestión que se le presentaban ahora que terminó el calvario electoral. Y, mientras esos índices continúen en alto, cerca del Presidente imaginan que no encontrarán contratiempos en la marcha del Gobierno. “Es un escenario tranquilo, sin obstáculos insalvables”, agregaban.
En tanto dure el efecto K, en la Rosada imaginaban que sus potenciales opositores internos seguirán alineados con las iniciativas oficiales. “Hasta los menemistas, que son bien pragmáticos, vienen votando con nosotros”, respondía uno de los operadores del Gobierno en el Congreso.
Pero en la Rosada saben que el color preponderante del justicialismo en el escenario político no significará que a partir de diciembre, cuando asuman los legisladores electos, todos tirarán para el mismo lado. Ahí donde reside la fortaleza, también está la amenaza.
u Diputados: una de las preocupaciones de origen de Kirchner ha sido la de despegarse todo lo posible del indispensable apoyo que recibió de Eduardo Duhalde para derrotar a Carlos Menem y llegar a la Presidencia. Pero ese objetivo parece difícil si se tiene en cuenta el peso del bloque de 40 diputados de la provincia de Buenos Aires que hará decisiva la continuidad del sostén del ex presidente. Por si fuera poco, las autoridades de la Cámara y del bloque, Eduardo Camaño y José María Díaz Bancalari, son bonaerenses. En público, la relación entre Kirchner y Duhalde sigue funcionando de maravillas pero, con el gobernador Felipe Solá como tercero en discordia, sería temerario asegurar que esa sintonía no se alterará en los próximos dos años. Como contrapeso, en la Rosada hacían hincapié en que habían conseguido armar un subloque de una treintena de diputados kirch-neristas puros que podrían funcionar como un motor muletto en caso de que los de Duhalde en algún momento decidan hacer rancho aparte.
La oposición tradicional, como la UCR y el ARI, tendrán una representación menor a la actual por lo que su poder de negociación y de fogueo también se verá disminuido.
El bloque del PJ contará con 132 diputados, que serían varios más si se les sumaran los de San Luis. Pero luego del contundente triunfo que consiguió ayer en su feudo, Adolfo Rodríguez Saá ratificó que utilizará su banca de diputado para rearmar su proyecto presidencial, por lo que es de imaginar que mantendrá la bancada adolfista.
“Con un bloque de 116 diputados como teníamos hasta ahora sacamos todas las leyes, es de esperar que con quorum propio el trámite se haga más sencillo todavía. Igual, nuestra apuesta es a construir en base al consenso”, explicaba anoche Díaz Bancalari.
u Senadores: en cuanto a bancas propias y ajenas, el nuevo Senado no mostrará grandes diferencias con el que venía funcionando hasta ahora. Más que cuanti, las alteraciones serán cualitativas y están dadas por los quilates de los futuros senadores. De salida, son dos gobernadores los quecuentan con más posibilidades de alterar el humor de la Rosada: el pampeano Rubén Marín –menemista confeso– y el santafesino Carlos Reutemann –vergonzoso–.
Ambos, junto al misionero Ramón Puerta y al riojano Eduardo Menem, podrían convertir a la Cámara alta en el polo aglutinante de la derecha política –y peronista– aún sin brújula. Permanece latente, incluso, la posibilidad de que el propio Carlos Menem asuma una banca en caso de que renuncie la senadora riojana Ada Maza. Si la maniobra finalmente no se produce, el ingreso del ex presidente se postergará hasta el 2005.
“Lo importante es que la presión social continúe funcionando como hasta ahora”, analizaba un integrante del gabinete. “Si el apoyo al Gobierno no afloja, ningún senador, se llame como se llame, se va a animar a hacernos oposición porque se quema”, añadía.
u Transversalidad: el proyecto de Kirchner y su entorno de crear un movimiento que exceda al PJ y acompañe al Gobierno permanece más como una esperanza que como una ayuda concreta en el manejo del poder para el próximo bienio. Ante el apelotonamiento de la abrumadora mayoría de gobernadores peronistas, sólo puede agendarse como un avance transversal que el jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra y, en menor medida, el gobernador radical de Catamarca Eduardo Brizuela del Moral, reporten a las filas de los aliados de la Rosada.
Con todo, cerca del Presidente insistían en la preponderancia de los “valores” o de la “idea” que busca transmitir el movimiento kirchnerista, que le serán útiles para sumar amigos extrapartidarios. En ese sentido, veían ganancia hasta en el sorpresivo traspié que sufrió ayer un kirchnerista cien por cien como lo es el ahora diputado electo de Tierra del Fuego, Daniel Gallo. El vicegobernador fueguino perdió frente a la candidata del ARI, Fabiana Ríos, quien ganó fama en la provincia con sus denuncias de corrupción. “Si bien perdimos, podríamos decir que la idea de la transversalidad ganó”, explicaban, optimistas, en la Rosada.