EL PAíS › EL RADICALISMO ELEGIRA A SU PRESIDENTE ENTRE IGLESIAS Y ROZAS
El juego que más le gusta a la UCR
Los operadores del chaqueño sostienen que poseen la mayoría de los delegados. Iglesias reconoce que no cuenta con los votos necesarios. Podría levantar su candidatura.
Por José Natanson
Políticamente a la deriva, sin liderazgos nacionales y con algunas decisiones inexplicables en su haber (la última, el voto en contra de los senadores a la destitución de Eduardo Moliné O’Connor), los radicales elegirán hoy al titular del partido por los próximos dos años. Anoche, cerca de Angel Rozas aseguraban que el gobernador y actual presidente de la UCR cuenta con los dos tercios de los delegados. Los operadores de su rival, Roberto Iglesias, descartaban los números de Rozas, aunque admitían que estaban lejos de obtener la mayoría. Si las cosas siguen así, lo más probable es que el mendocino retire su postulación, en cuyo caso el chaqueño conseguiría su reelección y una plataforma para su candidatura presidencial en el 2007.
Con verdadera pasión, los radicales dedicaron los últimos días a las negociaciones para definir el nuevo jefe partidario. El sistema es sencillo: los 102 delegados del Comité Nacional –cuatro por cada provincia más dos de la Franja Morada, dos de la Juventud Radical y dos de los Trabajadores Radicales– votan la nueva mesa de conducción. Como pelea su reelección, Rozas necesita los dos tercios, mientras que a Iglesias le alcanza con mayoría simple.
Titular de la UCR durante los últimos dos años, Rozas revalidó sus credenciales en las últimas elecciones provinciales, en las que su delfín, Roy Nikisch, obtuvo un triunfo cómodo. Después, el chaqueño se dedicó a buscar su reelección al frente del partido y logró un abanico amplio de apoyos: el storanismo, que impulsa un sistema de conducción colegiado, la Franja y la Juventud. A ellos se sumaron los seguidores de Raúl Alfonsín: aunque sin la influencia de otras épocas, el viejo caudillo conserva cuotas importantes de poder, especialmente en el interior.
Rozas asegura que encarna la corriente “nacional, popular y progresista” del radicalismo, la que disputó el poder con Balbín y que tuvo en Alfonsín a su último gran héroe. “Representamos la rama socialdemócrata”, explicaba un operador del chaqueño, que anoche punteaba el padrón de delegados y aseguraba: “Tenemos 70 sobre los 68 que necesitamos”.
Iglesias ha conseguido el apoyo del delarruismo en desbandada que conduce Rafael Pascual, además de sumar a un operador clave, Enrique “Coti” Nosiglia, cuya influencia se mantiene intacta en distritos como Catamarca y Río Negro. Además, obtuvo el respaldo de los delegados de Neuquén y Corrientes.
Como Rozas, Iglesias retuvo el control de su provincia a través de un hombre de confianza y hoy dice encarnar “el radicalismo de gestión”. Los seguidores de Rozas, en cambio, aseguran que lidera el ala conservadora del partido y recuerdan sus coqueteos con Ricardo López Murphy durante la última campaña presidencial. “No llegamos a una mayoría, pero todavía estamos en carrera”, explicaba anoche uno de los operadores de Iglesias.
Aunque nada está cerrado y los radicales (que disfrutan de estos momentos como de ninguna otra cosa) seguían negociando anoche, lo más probable es que Rozas reúna una mayoría amplia de delegados. Quizá no llegue a los dos tercios. En ese caso, Iglesias daría un paso al costado y el chaqueño conseguiría su reelección.
La intención de Rozas era sumar a Iglesias a la conducción como vicepresidente. “Todos los partidos tienen un ala derecha”, explicabachicaneaba un operador de Rozas. Sin embargo, el mendocino adelantó que no está dispuesto a aceptar el ofrecimiento, por lo que el cargo podría recaer en Ricardo Colombi, el gobernador correntino que peleó sin suerte por el premio mayor. A la secretaría general iría el jujeño Gerardo Morales, mientras que el resto de las secretarías se repartirían entre los diferentes sectores.
Si finalmente consigue el cargo, Rozas tiene por delante una tarea no menor: replantear la relación con el Gobierno, unificar los liderazgos distritales y transformar el poder institucional que aún conserva elradicalismo –seis provincias y los principales bloques de oposición en el Congreso– en algo que se parezca a un proyecto nacional.