EL PAíS › KIRCHNER VOLVIO A DENUNCIAR AL FMI. “ME QUIEREN TORCER LA MANO”
Frente de alta presión del Norte
Desde Córdoba, el Presidente reiteró ayer las advertencias sobre las presiones del Fondo para exigir más en el pago de la deuda.
Por Martín Piqué
Los testigos fueron, esta vez, los vecinos de General Levalle, una localidad del sur de Córdoba de ocho mil habitantes. “Me quieren torcer la mano pero no van a poder hacerlo”, denunció ayer Néstor Kirchner desde un improvisado palco en la plaza central de esa localidad. Entonces, las cuatrocientas personas que se habían reunido para agradecerle su visita –la primera de un Presidente a ese pueblo perdido de la pampa cordobesa– escucharon su segunda ola de críticas al Fondo Monetario Internacional (FMI). “No me doblarán la mano ni aquellos organismos internacionales que ustedes saben bien cuáles son, ni los grupos económicos que a espaldas del pueblo generaron una gran concentración económica, injusta distribución del ingreso, exclusión social e impunidad”, aseguró Kirchner.
Fue la segunda vez en dos días en que el Presidente cargó con dureza contra el organismo multilateral. Las primeras críticas las había pronunciado el martes en la cumbre del Mercosur que se realizó en Montevideo. Y ayer se produjo la segunda vuelta, en un discurso ante los vecinos de General Levalle donde el tema central era la firma de un contrato para la construcción de la presa Las Lajas, una obra destinada a evitar las inundaciones que afectan la zona.
Con la curiosidad natural para un pueblo que nunca había recibido a un jefe de Estado, los vecinos alteraron su rutina para escuchar a Kirchner. Había bomberos, alumnos de primaria y maestras jardineras con sus guardapolvos, mujeres que gritaban “fuera los periodistas” porque les tapaban al Presidente y vecinos con la estampa de los hombres de campo. Estaban allí para escuchar anuncios de obra pública y por eso reaccionaron con cierta indiferencia cuando Kirchner cuestionó al Fondo. Hubo, sí, muchos más aplausos cuando cargó contra la dirigencia política “claudicante, corrupta, ladrona y sinvergüenza” (ver aparte).
Kirchner se mostró afable y sonriente, al lado del gobernador José Manuel de la Sota, con quien no tiene el mejor diálogo, más bien todo lo contrario. Ayer parecían amigos de toda la vida. Pero mientras paseaba por el pueblito, no dejó de criticar al Fondo y a los organismos de crédito. Cuando caminaba entre la multitud para volver al helicóptero reconoció ante los periodistas que el FMI lo estaba presionando para “cambiar el superávit fiscal primario”. En septiembre último, luego de marchas y contramarchas, el Gobierno acordó con el organismo que preside Horst Köhler un superávit equivalente al 3 por ciento del PIB –2,4 correspondiente a Nación, 0,6 a las provincias– para pagar la deuda. El Fondo ahora quiere más.
–¿Cuáles son esas presiones del FMI? –le preguntaron a Kir-chner.
–Todas, pero no me van a doblar la mano –respondió el Presidente.
El problema es, según el santacruceño, que el crecimiento de la economía está inspirando al Fondo para exigir que el país pague más que lo que había acordado hace tres meses: en principio, ya anticiparon que a partir de julio de 2004 exigirán un superávit de entre 4,5 y 5 por ciento. El propio Kirchner reconoció esta situación en la localidad de Levalle, a 370 kilómetros de la capital cordobesa. “Ven que la Argentina está creciendo y quieren más. Quieren cambiar el superávit primario. Pero la Argentina va a crecer para todos”, prometió.
En su discurso ante los vecinos, Kirchner explicó los alcances de la obra que se hará en la presa Las Lajas –empleará a 250 personas del lugar– y prometió que se asfaltará un tramo de 78 kilómetros de la ruta provincial 10. La multitud que escuchaba festejó con gritos y aplausos, porque espera que de esa forma se terminen las inundaciones que inutilizaron los campos de la región en 2001 y 2002. Esas mismas tierras hoy están sembradas de soja, en otra muestra de lo que algunos definieron como la “patria sojera”: uno de los beneficios de la devaluación y de la mejora de la rentabilidad de los productos agrícolas.
De su visita a Levalle, Kirchner se llevó como recuerdo un rebenque, que De la Sota le pidió que no use con los miembros del gabinete. El Presidente lo recibió con una sonrisa e imitó el movimiento de pegarle a alguien. Por ahora, por su discurso, el destinatario de su enojo es el FMI.